El Goya en Zaragoza dejó numerosas muestras de su paso por la ciudad, que no siempre hemos sabido recoger y poner en valor. Nunca es tarde. Este monumento fue un regalo que nos hizo el Banco Zaragozano a la ciudad en su 50 aniversario, un regalo no muy bien recibido, todo hay que decirlo, pues en aquellos años también había gente muy suspicaz.
El clásico monumento a Goya en la Plaza del Pilar de los años 60. cuyas obras en bronce son del escultor catalán Federico Marés Deulovol, se transformó a principios de los años 90, manteniendo sus figuras pero modificando el conjunto arquitectònico de José Beltrán Navarro en una fuente mucho más moderna. Ganamos en presencia visual, perdimos en cercanía y uso, pero ahora la gente no entra a sentarse junto a las majas, como hacían antes.
Pero aunque ahora lo contemplamos sin pena y poco gloria, en su momento produjo serios problemas pues no todos les parecía bien la actual situación y preferían ponerlo en la que creían iba a ser la prolongación del Paseo de la independencia hasta la Plaza del Pilar, destrozando el Tubo.
Y como contra aquello no pudieron, dicen algunas lenguas que nada más ponerse la estatua de Goya del no bien admitido artista catalán Federico Marés, se empezó a gritar por los mentideros que el paquete de Goya era excesivamente abultado para estar en una plaza religiosa. Así que según cuentan los zaragozanos más viejos, se retiró la estatua unos días y o se limó el “paquete” de Goya o se volvió a fundir la estatua sin tanto añadido.
En el monumento está inscrita una frase del grabado 43 de los Caprichos: "«La fantasía abandonada de la razón produce monstruos imposibles: unida con ella es madre de las artes y origen de las maravillas»".
El actual proyecto de fuente y pedestal es del arquitecto Ricardo Usón
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