El asunto del outlet de Pikolín, que hoy recibirá el visto bueno, otra vez con el apoyo del PSOE y el PP en perfecta armonía, contra el Ayuntamiento de ZeC, tiene escondido dentro tantas nueces coconas (podridas), que da miedo hablar de este tema.
Todos sabemos que el tema de Pikolín es mucho más que un simple supermercado de ropa, de alimentación o de productos rebajados. Es sobre todo una promesa. Y tras una promesa de momento incumplida, las razones se vuelven oscuras para iluminarlas con serenidad.
Las respuestas para este outlet no es si interesa o no a la ciudad, si es bueno o no para el comercio de ciudad, si es lógico teniendo a Plaza o Augusta muy enfermos. No sirve tampoco que sepamos que los zaragozanos se mueven a Madrid o Barcelona hasta lugares outlet como el propuesto aquí.
Tampoco tiene importancia que sea terreno de dolinas, que se puede aprovechar el outlet para revitalizar el Cercanías que pasa a su lado. Ni que afecte al tráfico de la carretera de Logroño o que cree puestos de trabajo.
Todo esto está sobre la mesa para mover conciencias y para disimular. Claro que hay aspectos positivos y algunos negativos. Tantos que yo, sabiendo de qué va esto, ha pasado de un NO decidido, a un SÍ con matices, a otro NO por bemoles y a un PUES BUENO, como mal menor y por lógica.
El comercio de proximidad, de barrio o del centro de Zaragoza, está en situación muy enferma. No hacemos lo suficiente y ese es otro tema, y necesita otro tipo de decisiones. Mezclar churras con merinas no ayuda a resolver el problema de los comerciantes.
Estamos ante otro tema en el que se han mezclado los corazones o las entrañas, con el sentido común. Y por eso no hay forma de llegar a unos mínimos acuerdos.
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