Aterroriza ver el sufrimiento de las pobres gentes de Siria huyendo de sus hogares o viviendo en la absoluta miseria. Un holocausto que dura años en el que la ayuda humanitaria muy poco puede hacer. Por suerte la situación de Oriente Medio no es comparable con la nuestra, aquí no hay estado de guerra. Pero hay alguna semejanza como es la desesperación de esas familias que viven en el límite de la pobreza que gracias a las ayudas públicas y privadas, también consiguen sobrevivir.
Pobreza alimentada por explotadores laborales disfrazados de empresa, apoyada por políticos y políticas laborales de contratos indignos, que prenden como arma de fuego. Vivir en una familia en el paro o con un miserable sueldo (700 euros en muchos casos) sólo alcanza para pagos fijos, vivienda, luz, agua y comunidad. Conseguir llegar a fin de mes se torna una utopía para la persona y los que conviven con ella.
Pero en cada hogar los matices se tornan más dramáticos en función de cada unidad familiar. El drama por esa precariedad (uno de cada cinco hogares), en casos de familias monoparentales, se agudiza por ese sentimiento de frustración, viéndose en su soledad incapaz de dar a los suyos una vida mejor, en consecuencias en muchos casos la ansiedad y depresión se apodera. Trastornos emocionales del progenitor o progenitora que arrastra su estado de ánimo incluso a sus propios hijos.
Alguien dirá, ¡nadie pasa hambre!, para eso están las ayudas sociales, cierto. Un parche, que en muchos casos estigmatiza a la persona, experimentando una sensación de limosna, lejos de un trabajo digno que le dignifique como parte de la sociedad y le saque de la pobreza. Ante tal desamparo, las perspectivas no invitan al ánimo.
Los cuatro aspirantes a la Moncloa, como si fuera una obra de Franz Kafka, se debaten en trasnochadas demagogias sin llegar a acuerdos dentro de un surrealismo que asusta. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo. Idílico artículo 35 de la Constitución. ¨El papel todo lo aguanta¨ Aplicable modismo a este Artículo.
Daniel Gallardo Marin
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