Ayer Zaragoza se llenó de ciudadanos cabreados por una ciudad que no arranca como debería. Y teniendo razón en muchas cosas, como es lógico, yo creo que en otras no aciertan con sus críticas. Fueron muy numerosas las organizaciones de todo tipo: social, político o sindical, que salieron a la calle con un mismo grito.
Zaragoza no se vende.
Hay una frase en su Manifiesto que me duele. No hemos sabido entender qué son eso que se llama: "Chiringuitos de luces y sonidos", y siendo sin duda unas actuaciones muy mal explicadas desde el Ayuntamiento, inconsistentes en algunos casos, tendríamos que reflexionar sobre la ciudad que queremos.
Es cierto que la participación ciudadana en el modelo de ciudad actual se ha suprimido, pero a su vez es cierto también que el anterior tenía que transformarse para cambiarlo con calma, pero de forma eficaz.
Estoy de acuerdo en que cambiar hacia LA NADA es peor que dejar lo que ya existía, aunque no funcionara. Pero en eso todos nos tenemos que mirar el ombligo.
Y es cierto que las necesidades de las personas, de los vecinos, son fundamentales, pero no se logra mejorar eso empobreciendo si suprimimos las opciones de modernidad o incluso de osadía artística, en una ciudad como Zaragoza, pobre de CULTURA y ARTE en comparación con sus homólogas.
Mejorar los barrios es otro tema que no se debe mezclar con el anterior. Suprimir lo novedoso, no mejora lo viejuno.
En algún momento la ciudad de Zaragoza se tendrá que sentar muy en serio, para decidir qué modelo de ciudad queremos entre todos.
Y a mi no me gusta el del empobrecimiento como icono urbano, como modelo sin empuje cultural, el de ser una ciudad gris y apagada. No me gustan las restas, sino las sumas para poder luego multiplicar y nunca dividir.
Tenemos la manía en la izquierda, en que los MACRO eventos son perjudiciales, por despilfarro y especulación. Es un punto de vista que se debe corregir con el control legal. No quiero poner ejemplo de otras ciudades españolas. Grandes y pequeñas, que utilizan la calle para mucho más que Zaragoza. Pero ojo, pues se nos comen por los pies.
Ni quiero dejar de señalar que los beneficios de todo tipo que se logran trabajando eventos en las zonas céntricas, se deben trasladar a inversiones en los barrios.
Es que eso de repartir los eventos por los barrios es un modelo caduco. E ineficaz aunque haya que explicarlo con tranquilidad.
A los barrios hay que repartirles servicios, inversiones, reformas urbanas que busquen el bienestar tranquilo.
Hay que legislar sobre el reparto comercial antes que sobre el de los Grandes Eventos. Hay que trabajar la vivienda nueva y vieja, para convertir los barrios en esponjas útiles y verdes. Habitables y con mucha capacidad para moverse a las zonas en donde hay eventos para toda la ciudad, incluidos para los que quieran venir de fuera.
Me gustaría analizar los modelos de ciudades europeas del tamaño de Zaragoza para comparar hacia donde quieren ir ellas, y el silencio que existe en Zaragoza sobre el mismo tema.
Es verdad que el Ayuntamiento de Zaragoza no permite una participación eficaz y válida. También la pobreza mental en estos temas se nota entre los gestores del Ayuntamiento actual.
¿Pero hacemos algo los demás, los ciudadanos ajenos al Ayuntamiento, para construir alternativas de participación entre nosotros y que sepamos repartir a la sociedad que solo escucha y no quiere participar?
¿No somos de verdad, capaces de construir alternativas en positivo y no en Plan de Queja, para comparar modelos?
Muchas veces simplemente hay que analizar, copiar, estudiar, y participar. Pero sin tampoco imponer, disgregar, separar por cuotas, por edad, por pertenencia a determinados colectivos.
¿Cuando alguien hará un trabajo de campo serio de participación en los barrios, para intentar ir construyendo poco a poco un modelo de ciudad para Zaragoza, que podamos llamarlo del Siglo XXI?
Si buscamos en las hemerotecas zaragozanas y aragonesas, hay ejemplos de trabajos interesantes pero antaño. Hoy nos llenan con la queja odiosa y copiada, los gritos desaforados en Redes y el silencio de excesivos profesionales de la reflexión. ¿Por qué guardan silencio los que deberían hablar? Esa sí puede ser una buena pregunta.