Atravesamos Zaragoza con el tranvía en dirección sur el Puente de Santiago por la tarde. El túnel de niebla no nos dejará ver el río verde de invierno. El cierzo y el sol cegador le darán a las aguas matices de azul cobalto y pegarán con intensidad en el puente de Piedra volviendo de un color casi amarillo dorado su piedra sillar.
Llegamos a la ciudad romana volcada en el plano de la actual Zaragoza. La civilización del Lazio la creó en este rectángulo de ciudad que aún hoy delimitan sus cosos o fosos, por donde pasaron los bueyes en la arada ritual de sus límites. Cortado su perímetro por un cardo y decumano que hoy son la calle San Gil y la continuidad de las calles Mayor-Espoz y Mina y Manifestación que desemboca cerca de una parada.
Roma no se adaptó para la fundación de la Colonia César Augusta a accidente alguno, como luego hicieron civilizaciones posteriores como la musulmana. La romanización se imponía a un territorio, daba lugar a la generación de ciudades planas y hoy aptas para recorrerlas en bici.
Tolosa, Burdeos y Mérida son las principales parientes de la capital de Aragón: con puerto fluvial exportador, foro importante y equipamientos públicos como teatros o termas más que relevantes. Lo de los tres ríos y tres huertas zaragozanos es una circunstancia crucial y única en el mundo.
Así, la línea del tranvía tiene tres paradas en la ciudad romana de Cesar Augusto en su limes o límite de muralla este, las que dan servicio al mercado tradicional de la ciudad, y la de Plaza España, un poco más allá del límite sur de la ciudad romana: la Puerta Cinegia.
A la izquierda del trazado en la dirección citada sur se vislumbra la torre que queda del palacio de administración del alcázar de la taifa de Saraqusta, que aprovechaba el vano de muralla que todavía queda mejor conservado.
La primera parada da servicio y ha hecho peatonales dos frentes del bello Mercado Central del arquitecto turiasonense Félix Navarro objeto de una poco ambiciosa rehabilitación. Espacio clave de la ciudad erigido sobre una plaza o cuadrángulo, la dedicada al último justicia Lanuza, que ha tenido históricamente uso de zoco, de venta de ropajes y mercaderías al servicio de la huerta zaragozana y de todo el Valle del Ebro. En parte estas actividades siguen vivas y con su punto de picante debido a los nuevos negocios africanos, turcos u orientales que las matizan.
Réquiem por la tienda de semillas Gavín.
La parada también es la puerta de acceso a la plaza del Pilar, centro religioso y antes civil de la ciudad. Más que plaza hablamos de una explanada para usos populares y cívicos de entre las de más extensión de Europa, a la que dan frontera dos catedrales (otro fenómeno peculiar de Zaragoza por razones históricas), el palacio renacentista de ladrillo más bello de la arquitectura mundial (la Lonja de Mercaderes) y la Casa Consistorial, Delegación de Gobierno y juzgados y otros edificios racionalistas de Borobio y compañía. Hermosamente engalanados con esculturas de Pablo Serrano.
Recuerdo las objeciones a la peatonalización de la plaza, proyecto del Ayuntamiento de Triviño-García Nieto de Ricardo Usón para modernizar esa plaza-avenida a lo Mussolini de Borobio tan desagradable. Se cargaron los preciosos plátanos y la fuente de la plaza de la Seo pero la modernización tan criticada acometida ha resultado ser imperecedera en modernidad y más funcional de lo que se suponía, realzando museos y monumentos en diferentes espacios que funcionan en el conjunto con personalidad propia.
Montamos en el tranvía vía derecha y dejamos en su siguiente parada a la derecha a la histórica población o repoblación de San Pablo o el Gancho, efectuada nada menos que por Alfonso I de Aragón) y la calle racionalista hoy llamada del Conde de Aranda, abierta para comunicar el Coso con la Aljafería y salidas de Madrid y Logroño. También llamada Avenida de Marrakesh por su acertada reurbanización por relación con sus nuevos pobladores con adición de un palmeral y abundantes moreras de sombra.
Las poblaciones de San Pablo y San Blas desde su consolidación tras la conquista de la ciudad de Alfonso I tuvieron eminente tradición comercial, de albergue y servicios. Por consiguiente y como complemento, de restauración como en la Posada de las Almas o diversos restaurantes históricos de Conde de Aranda. Además, en estas calles vivieron las familias de los especialistas en festejos taurinos que en toda ciudad debía haber, puesto que la cuadrilla en desplazamiento es relativamente reciente.
Pero la línea gira hacia el Este en el Coso Alto hacia plaza de España.
Llegado el tranvía al Coso Alto, en el elegante tramo del Coso que se disfruta a velocidad disminuida, se abren a su paso magníficos edificios erigidos para usos palaciegos o de alta hotelería.
Así, la línea del tranvía tiene tres paradas en la ciudad romana de Cesar Augusto en su limes o límite de muralla este, las que dan servicio al mercado tradicional de la ciudad, y la de Plaza España, un poco más allá del límite sur de la ciudad romana: la Puerta Cinegia.
A la izquierda del trazado en la dirección citada sur se vislumbra la torre que queda del palacio de administración del alcázar de la taifa de Saraqusta, que aprovechaba el vano de muralla que todavía queda mejor conservado.
La primera parada da servicio y ha hecho peatonales dos frentes del bello Mercado Central del arquitecto turiasonense Félix Navarro objeto de una poco ambiciosa rehabilitación. Espacio clave de la ciudad erigido sobre una plaza o cuadrángulo, la dedicada al último justicia Lanuza, que ha tenido históricamente uso de zoco, de venta de ropajes y mercaderías al servicio de la huerta zaragozana y de todo el Valle del Ebro. En parte estas actividades siguen vivas y con su punto de picante debido a los nuevos negocios africanos, turcos u orientales que las matizan.
Réquiem por la tienda de semillas Gavín.
La parada también es la puerta de acceso a la plaza del Pilar, centro religioso y antes civil de la ciudad. Más que plaza hablamos de una explanada para usos populares y cívicos de entre las de más extensión de Europa, a la que dan frontera dos catedrales (otro fenómeno peculiar de Zaragoza por razones históricas), el palacio renacentista de ladrillo más bello de la arquitectura mundial (la Lonja de Mercaderes) y la Casa Consistorial, Delegación de Gobierno y juzgados y otros edificios racionalistas de Borobio y compañía. Hermosamente engalanados con esculturas de Pablo Serrano.
Recuerdo las objeciones a la peatonalización de la plaza, proyecto del Ayuntamiento de Triviño-García Nieto de Ricardo Usón para modernizar esa plaza-avenida a lo Mussolini de Borobio tan desagradable. Se cargaron los preciosos plátanos y la fuente de la plaza de la Seo pero la modernización tan criticada acometida ha resultado ser imperecedera en modernidad y más funcional de lo que se suponía, realzando museos y monumentos en diferentes espacios que funcionan en el conjunto con personalidad propia.
Montamos en el tranvía vía derecha y dejamos en su siguiente parada a la derecha a la histórica población o repoblación de San Pablo o el Gancho, efectuada nada menos que por Alfonso I de Aragón) y la calle racionalista hoy llamada del Conde de Aranda, abierta para comunicar el Coso con la Aljafería y salidas de Madrid y Logroño. También llamada Avenida de Marrakesh por su acertada reurbanización por relación con sus nuevos pobladores con adición de un palmeral y abundantes moreras de sombra.
Las poblaciones de San Pablo y San Blas desde su consolidación tras la conquista de la ciudad de Alfonso I tuvieron eminente tradición comercial, de albergue y servicios. Por consiguiente y como complemento, de restauración como en la Posada de las Almas o diversos restaurantes históricos de Conde de Aranda. Además, en estas calles vivieron las familias de los especialistas en festejos taurinos que en toda ciudad debía haber, puesto que la cuadrilla en desplazamiento es relativamente reciente.
Pero la línea gira hacia el Este en el Coso Alto hacia plaza de España.
Llegado el tranvía al Coso Alto, en el elegante tramo del Coso que se disfruta a velocidad disminuida, se abren a su paso magníficos edificios erigidos para usos palaciegos o de alta hotelería.
Hoy, albergan servicios administrativos, bancarios y sedes de compañías de seguros. Deben destacarse los palacios renacentistas de los Morata con su puerta solo comparable a las de Salamanca o Valladolid de la época, el Palacio de Sástago objeto de una rehabilitación ejemplar (a la altura del museo Pablo Gargallo) y de que tanto gozan todos los aragoneses y un refinado casino modernista. Tan bello como el oscense, pero sin la magnificencia de ocupar la vía pública más que una de sus fachadas.
Las confiterías y negocios del Coso y de la calle Alfonso, proyecto hausmaniano de 1865 para sanear y dar perspectiva a la cúpula del Pilar, amenizan la vista.
Llegamos a la parada de plaza España, principal intercambiador popular de la línea con las de autobuses que circulan en sentido este-oeste y conducen hasta los barrios que albergaron a la primera generación de inmigración interna campo ciudad de los años 50 y 60, la que especialmente la provincia de Zaragoza y Soria a la ciudad.
El tranvía deja a la izquierda en breve subida la fuente de los Mártires, de Ricardo Magdalena y el escultor Querol de 1904 que sustituyó a la bellísima Fuente de la Princesa, de la que se recogía agua potable y hoy está en la entrada del Parque Grande o Labordeta. Esa de Neptuno con muchos caños.
La derecha de la plaza, lado oeste, la ocupa sobre el solar del antiguo convento de San Francisco el edificio historicista de la Diputación Provincial de Zaragoza.
Glamour que excede al de provincias, nuestra ruta está repleta de edificios sobresalientes que nos hablan de una ciudad metrópoli, cabeza de valle de feraces huertas y capital histórica que relevó a Tarragona una vez que fue sede arzobispal para la coronación en la Seo de San Salvador de los reyes de Aragón, yendo tras la pérdida de los Fueros los Borbones solamente a su catedral pilarista, erigida por su mecenazgo y para evitar la con-catedral ligada a un Aragón confederado.
23.06 Luis Iribarren
Las confiterías y negocios del Coso y de la calle Alfonso, proyecto hausmaniano de 1865 para sanear y dar perspectiva a la cúpula del Pilar, amenizan la vista.
Llegamos a la parada de plaza España, principal intercambiador popular de la línea con las de autobuses que circulan en sentido este-oeste y conducen hasta los barrios que albergaron a la primera generación de inmigración interna campo ciudad de los años 50 y 60, la que especialmente la provincia de Zaragoza y Soria a la ciudad.
El tranvía deja a la izquierda en breve subida la fuente de los Mártires, de Ricardo Magdalena y el escultor Querol de 1904 que sustituyó a la bellísima Fuente de la Princesa, de la que se recogía agua potable y hoy está en la entrada del Parque Grande o Labordeta. Esa de Neptuno con muchos caños.
La derecha de la plaza, lado oeste, la ocupa sobre el solar del antiguo convento de San Francisco el edificio historicista de la Diputación Provincial de Zaragoza.
Glamour que excede al de provincias, nuestra ruta está repleta de edificios sobresalientes que nos hablan de una ciudad metrópoli, cabeza de valle de feraces huertas y capital histórica que relevó a Tarragona una vez que fue sede arzobispal para la coronación en la Seo de San Salvador de los reyes de Aragón, yendo tras la pérdida de los Fueros los Borbones solamente a su catedral pilarista, erigida por su mecenazgo y para evitar la con-catedral ligada a un Aragón confederado.
23.06 Luis Iribarren
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