Aragón goza, pues se beneficia, de la pujanza o singularidad de ciertas localidades de frontera que históricamente han sido mercado, escuela y devocionario de sus comarcas periféricas.
Así para mí es imposible no comprender el arte y monumentalidad de Tarazona sino en relación con toda la del valle del Queiles y la importancia patrimonial del barroco de Cascante o el románico de transición al gótico de la catedral tudelana. Ni su cardo rojo como esqueje del mejor cultivo del Somontano soriano moncaíno de Ágreda.
En el caso de las muy altas Cinco Villas, incluyendo a Sos y municipios de la Canal de Berdún jacetanos, su prefijo es el 948, y se curan y educan en mi segundo pueblo: Sangüesa. En la falda de Leire, su calle principal de su población medieval se halla dedicada a Alfonso I el Batallador –creador y planificador de su burgo nuevo, la ciudad puente de la que disfrutamos que fue frontera de Aragón-.
Así la ciudad religiosa de los Santos Huesos –eso significa-, la mercantil capital de Roncal y Salazar, se convirtió desde mediados del siglo XX, como sucedió con su repoblación con población judía aragonesa medieval, en refugio para la no emigración de la Alta Zaragoza por sus puestos de trabajo industriales y de hostelería.
Qué decir de lo que el Bajo Cinca y la Huesca oriental deben a Lérida, cuyo obispado engalanó Fonz como hemos citado de un conjunto notabilísimo de palacios; de la singular relación serrana de Albarracín con Molina de Aragón o la propia Cuenca; cómo cuando superamos Alcañiz hacia el Delta del Ebro, el Matarraña forma parte con la Terra Alta tarraconense y una parte de Castellón de lo que en Cataluña denominan “La Quinta Provincia”, enmarcada por todos los somontanos de la rosa dels vents dels Ports de Beseit.
Qué decir de lo que el Bajo Cinca y la Huesca oriental deben a Lérida, cuyo obispado engalanó Fonz como hemos citado de un conjunto notabilísimo de palacios; de la singular relación serrana de Albarracín con Molina de Aragón o la propia Cuenca; cómo cuando superamos Alcañiz hacia el Delta del Ebro, el Matarraña forma parte con la Terra Alta tarraconense y una parte de Castellón de lo que en Cataluña denominan “La Quinta Provincia”, enmarcada por todos los somontanos de la rosa dels vents dels Ports de Beseit.
Esos que comparten hasta Ulldecona, y no es moco de pavo, la tradición familiar de proteger sus oliveras milenarias plantadas por Roma.
Valencia incluso en el dolor nos salva la actividad económica de Gúdar y Javalambre, yendo a esquiar y cotizando el mantenimiento de las urbanizaciones de Alcalá, como suerte tienen Bonansa y Montanuy de la ubicación al otro lado del Ribagorzana de Pont de Suert, y la misma Jaca de su querida relación con Olorón y Pau.
Por eso, y porque la capital histórica, política y económica de todo el Maestrazgo es Morella, porque las diputaciones de Teruel y Castellón siempre compartieron patronato para su desarrollo turístico conjunto y, sobre todo, porque la magnífica relación existe cuando se renueva y nos permite una tarde de miércoles en Zaragoza degustar trufa natural de Ares y cecina de toro de la carnicería de Morella, a una de sus iniciativas le dedicamos como familia y aragonesa la presente entrada.
Así y por la presente se os invita a asistir en esta ciudad, la tercera en importancia en el medievo del Regne de Valencia por encima de Villarreal o Castellón, tan relacionada afectivamente con Aragón pues todos los romeros vamos a la Balma, a sus felices jornadas sobre trufa.
Denominadas “Morella Negra, Com la Trufa”, se desarrollarán en la ciudad nido de Cabrera entre el 21 y 23 de febrero, siguiente fin de semana, maridando más que felizmente la tuber melanosporum, que es marrón oscura, con la literatura de género negro como contrapunto de un festival que es gastro literario, pariente de las jornadas aragonesas con festival de tapas “Aragón Negro”.
Cuando estéis, degustación de exquisiteces de cocina de montaña del Maestrazgo trufada aparte, no os perdáis de ninguna de las maneras probar esa variante de las tortas de alma bajo aragonesas que me parecen el mejor bocado aragonés, rellenas de cabello de ángel, que son las empanadillas dulces llamadas flaons, esta vez rellenas del requesón de segunda ricota del queso tronchón y almendras de altura del país.
Os aseguro un viaje gustativo equivalente a meterse en una nau en la playa de En Jaume lo primé de Salou, en cabotaje y comercio hacia Alguero de Cerdeña y liderados por sir Roger de Lauria, para proteger la línea Aragón al norte del segmento Peñíscola-Mahón-Cerdeña de la no rapiña bereber. Línea de paz, de comprobados efectos superiores a la Maginot o la del Frente de Alcubierre, porque garantizó la paz, el intercambio con los países del Corán y prosperidad de la Corona y Génova, que ya se encargarían de joder más tarde fanáticos religiosos, esta vez cretinos cristianos, que obligó el retranqueo de todos los pueblos de la costa antes aragonesa.
Esa paz con intercambio de los Aragón y sus ministros Moncada, que agradecieron los peces del Mediterráneo noroccidental colorando sus escamas con las cuatro barras de Pedro II de Muret y otros dirán que de tiempos de Guifré lo Pilós.
O haceros una ruta Luna-Illueca-Zaragoza-Caspe-Morella-Peñíscola del Papa Luna, recordando que Javier de Burgos le negó a Aragón una salida por el mar de Tortosa y Vinaroz a Aragón, pero que los de la quinta provincia y hasta María del Mar Bonet nos llevan dentro con sus alcachofas, empanadicos, jotas y amor.
Ese que demostraron presentado su festival y una edición de autor en la Biblioteca Pública María Moliner del Casco Viejo, junto al Centro de Historias, en un acto que trascendió las fronteras y en que pudimos merendar nada menos que costrones de pan con aceite de empeltre milenario, simple trufa rallada, un poco de sal maldon, cecina magnífica y un punto dulce como la de mi infancia oscense, vino flojo pero fragante de la falda este del Maestrazgo, felicidad y compañía.
Ánimo y suerte a la organización, felicidades por vuestra genial idea de venir a Zaragoza y muchas gracias por ese viaje a una Morella onírica pero real que nos regalasteis. Porque Morella, como Sangüesa, Tudela o Tarbes, sois las personas y vuestras iniciativas.
Qué menos que recordaros como parte de nosotros y ejemplo demostración para las ferias aragonesas que no comprenden que el producto tiene que ser superado por estimular el recuerdo que hace volver a lo nunca sabido ni terminado.
14.02 Luis Iribarren, de Berdún, una de las mejores trufas del mundo por el sabor de nuestra tierra caliza (lo sabíamos por la calidad de nuestros espárragos pero… de fuera vendrán que… de tu casa te informarán…)
Valencia incluso en el dolor nos salva la actividad económica de Gúdar y Javalambre, yendo a esquiar y cotizando el mantenimiento de las urbanizaciones de Alcalá, como suerte tienen Bonansa y Montanuy de la ubicación al otro lado del Ribagorzana de Pont de Suert, y la misma Jaca de su querida relación con Olorón y Pau.
Por eso, y porque la capital histórica, política y económica de todo el Maestrazgo es Morella, porque las diputaciones de Teruel y Castellón siempre compartieron patronato para su desarrollo turístico conjunto y, sobre todo, porque la magnífica relación existe cuando se renueva y nos permite una tarde de miércoles en Zaragoza degustar trufa natural de Ares y cecina de toro de la carnicería de Morella, a una de sus iniciativas le dedicamos como familia y aragonesa la presente entrada.
Así y por la presente se os invita a asistir en esta ciudad, la tercera en importancia en el medievo del Regne de Valencia por encima de Villarreal o Castellón, tan relacionada afectivamente con Aragón pues todos los romeros vamos a la Balma, a sus felices jornadas sobre trufa.
Denominadas “Morella Negra, Com la Trufa”, se desarrollarán en la ciudad nido de Cabrera entre el 21 y 23 de febrero, siguiente fin de semana, maridando más que felizmente la tuber melanosporum, que es marrón oscura, con la literatura de género negro como contrapunto de un festival que es gastro literario, pariente de las jornadas aragonesas con festival de tapas “Aragón Negro”.
Cuando estéis, degustación de exquisiteces de cocina de montaña del Maestrazgo trufada aparte, no os perdáis de ninguna de las maneras probar esa variante de las tortas de alma bajo aragonesas que me parecen el mejor bocado aragonés, rellenas de cabello de ángel, que son las empanadillas dulces llamadas flaons, esta vez rellenas del requesón de segunda ricota del queso tronchón y almendras de altura del país.
Os aseguro un viaje gustativo equivalente a meterse en una nau en la playa de En Jaume lo primé de Salou, en cabotaje y comercio hacia Alguero de Cerdeña y liderados por sir Roger de Lauria, para proteger la línea Aragón al norte del segmento Peñíscola-Mahón-Cerdeña de la no rapiña bereber. Línea de paz, de comprobados efectos superiores a la Maginot o la del Frente de Alcubierre, porque garantizó la paz, el intercambio con los países del Corán y prosperidad de la Corona y Génova, que ya se encargarían de joder más tarde fanáticos religiosos, esta vez cretinos cristianos, que obligó el retranqueo de todos los pueblos de la costa antes aragonesa.
Esa paz con intercambio de los Aragón y sus ministros Moncada, que agradecieron los peces del Mediterráneo noroccidental colorando sus escamas con las cuatro barras de Pedro II de Muret y otros dirán que de tiempos de Guifré lo Pilós.
O haceros una ruta Luna-Illueca-Zaragoza-Caspe-Morella-Peñíscola del Papa Luna, recordando que Javier de Burgos le negó a Aragón una salida por el mar de Tortosa y Vinaroz a Aragón, pero que los de la quinta provincia y hasta María del Mar Bonet nos llevan dentro con sus alcachofas, empanadicos, jotas y amor.
Ese que demostraron presentado su festival y una edición de autor en la Biblioteca Pública María Moliner del Casco Viejo, junto al Centro de Historias, en un acto que trascendió las fronteras y en que pudimos merendar nada menos que costrones de pan con aceite de empeltre milenario, simple trufa rallada, un poco de sal maldon, cecina magnífica y un punto dulce como la de mi infancia oscense, vino flojo pero fragante de la falda este del Maestrazgo, felicidad y compañía.
Ánimo y suerte a la organización, felicidades por vuestra genial idea de venir a Zaragoza y muchas gracias por ese viaje a una Morella onírica pero real que nos regalasteis. Porque Morella, como Sangüesa, Tudela o Tarbes, sois las personas y vuestras iniciativas.
Qué menos que recordaros como parte de nosotros y ejemplo demostración para las ferias aragonesas que no comprenden que el producto tiene que ser superado por estimular el recuerdo que hace volver a lo nunca sabido ni terminado.
14.02 Luis Iribarren, de Berdún, una de las mejores trufas del mundo por el sabor de nuestra tierra caliza (lo sabíamos por la calidad de nuestros espárragos pero… de fuera vendrán que… de tu casa te informarán…)