2.12.25

Obras de Jerónimo Zurita y Castro


Aragón ha sido tierra de grandes figuras históricas que han marcado caminos y han sabido recopilar nuestra historia, para poderla conocer hoy mucho mucho mejor. Uno de los más importantes fue Jerónimo Zurita.

Jerónimo Zurita y Castro nacido en Zaragoza, (4 de diciembre de 1512 - Zaragoza, 3 de noviembre de 1580, bautizado en la iglesia de San Gil,) fue el primer cronista oficial del Reino de Aragón y una de las figuras más relevantes de la historiografía renacentista española. Considerado unánimemente como el "Príncipe de los cronistas oficiales de la Corona de Aragón", su riguroso método historiográfico basado en fuentes documentales primarias revolucionó la forma de escribir historia en la España del siglo XVI.

Cuando Aragón había concluido ya su personalidad como Reino junto a los territorios de Baleares, parte de Italia, algo de Asia, parte de Francia, junto a la actual Cataluña, Valencia y sus alrededores, surgió la figura de un cronista que supo dejarnos por escrito toda la historia de su tiempo.

Zurita nació en el seno de una familia acomodada y bien relacionada con la Monarquía. Su padre, Miguel de Zurita, natural de Mosqueruela (Teruel), fue médico de cámara del rey Fernando el Católico y posteriormente del emperador Carlos V. Su madre, Ana de Castro, era la segunda esposa del doctor Zurita. De este matrimonio nacieron tres hijos: Jerónimo, Andrea e Isabel.

La posición privilegiada de su padre le permitió acceder a una formación humanística excepcional. Estudió en la prestigiosa Universidad de Alcalá de Henares, donde tuvo como maestro al célebre helenista Hernán Núñez de Toledo, conocido como el Comendador Griego o el Pinciano. En Alcalá coincidió con futuros intelectuales destacados como el cardenal Mendoza, León de Castro, y Francisco y Juan de Vergara, con quienes profundizó en el conocimiento del griego y el latín.

Su dominio de lenguas fue extraordinario: además del latín y griego clásicos, aprendió francés, italiano, portugués y catalán, lo que le permitiría más tarde consultar fuentes documentales en diversos territorios de la Corona de Aragón.

Gracias a la influencia paterna, en 1530 el emperador Carlos V nombró a Zurita merino (Juez ordinario y foral) de la ciudad de Barbastro y de la villa de Almudévar, además de "Continuo" de la Casa Real y gentilhombre de su Cámara con cargo militar. Poco después fue designado Baile (Juez ordinadiro de Huesca).

En 1537 contrajo matrimonio en Valladolid con Juana García de Oliván, hija del Secretario de la Inquisición, quien ya había conseguido que Jerónimo fuera su coadjutor y sucesor. De este matrimonio nacieron cinco hijos: Miguel (1542), Juana (1543), Jerónima (1545), Isabel (1547) y Jerónimo (1547), este último su heredero principal. De los cinco hijos, solo Isabel contrajo matrimonio; los demás entraron en religión.

Ese mismo año de 1537 fue nombrado asistente-secretario de la Inquisición al servicio del cardenal Juan Tavera, que desempeñaba los cargos de miembro del Consejo de Estado, inquisidor general y arzobispo de Toledo.

Las Cortes de Aragón crearon el cargo de Cronista del Reino en 1547. Como consecuencia de esta normativa, los Diputados del Reino aragonés eligieron y nombraron a Zurita para el cargo el 31 de mayo de 1548. Fue así el primer ocupante de este oficio que perduraría hasta principios del siglo XVIII.

A partir de su nombramiento en la Inquisición, Zurita emprendió una labor sistemática de investigación documental sin precedentes. Autorizado por los Diputados de Aragón y con permiso de los soberanos, trabajó en archivos de toda la Corona: Barcelona, Sicilia, Nápoles, Roma, La Seo de Urgel, Tarragona, Valencia y Simancas. En 1549 obtuvo las órdenes reales que le franquearon el acceso a todos los archivos y librerías, tanto públicas como privadas, para realizar sus investigaciones.

La fidelidad de Zurita a la corona, especialmente al príncipe Felipe, le llevó a una estima que se tradujo en un aumento de la confianza del nuevo rey tras su ascenso al trono en 1556. En 1566, Felipe II lo nombró secretario para el Concilio de la Inquisición, así como secretario de su Consejo y Cámara, delegando en él todos los asuntos de suficiente importancia como para requerir la firma del rey.

En 1567, el monarca le ordenó dirigir el acopio de fondos para el Archivo General de Simancas, contribuyendo a la organización de este importante repositorio documental. En 1571 obtuvo una sinecura en Zaragoza como racional (supervisor de la contabilidad municipal), lo que le permitió renunciar a sus anteriores cargos el 21 de enero de ese año para dedicarse por completo a sus estudios históricos.

La obra magna de Jerónimo Zurita, en la que trabajó durante treinta años, son los Anales de la Corona de Aragón. Esta monumental crónica narra la historia de Aragón en orden cronológico desde el periodo islámico hasta el reinado de Fernando el Católico, abarcando también los territorios vinculados a la Corona: Cataluña, Valencia, Mallorca, Sicilia, Cerdeña y Nápoles.

La estructura de la obra comprende veinte libros divididos en dos partes:

Primera parte (libros I-X): publicada en 1562, cubre desde los orígenes del reino hasta el reinado de Alfonso V

Segunda parte (libros XI-XX): publicada entre 1578 y 1579, abarca hasta la muerte de Fernando el Católico en 1516

Las principales ediciones de los Anales fueron:

La edición príncipe de 1562, editada por Bernuz en Zaragoza. La edición corregida por el propio Zurita de 1585, editada por Portonariis. La edición de 1610 por Robles, que incluía la Apología de Ambrosio de Morales y un parecer de Juan Páez de Castro en defensa de la obra​. La edición de 1668-1670 por Diego Dormer

El modelo historiográfico de Zurita fue el historiador romano Tácito. Se propuso hacer un relato histórico riguroso, alejándose de leyendas, rumores y creencias populares, contemplando únicamente fuentes antiguas y documentación archivística. Como señala su biógrafo: fue la primera historia española que no empezó por Noé.

Zurita puede considerarse como el primer medievalista de Aragón y un pionero de la historiografía científica española. Su método destacó por varias innovaciones fundamentales.

Preferencia por las fuentes primarias: no se conformó con seguir las pautas de sus predecesores, que se limitaban a reescribir la historia según las crónicas precedentes, sino que indagó en los archivos y utilizó documentación original. Rechazaba o desconfiaba de los cronicones antiguos y de la bibliografía que no contuviera un planteamiento crítico, apartándose de la fabulación y del mito.

Investigación exhaustiva: visitó numerosos archivos en España, Italia y Sicilia, recogiendo documentos de su propia mano que constituyen la historia más completa de la monarquía aragonesa.

Transcripción documental: en muchas ocasiones figuran en sus Anales las transcripciones literales de los documentos que le sirvieron de fuente.

Rigor crítico: aunque su estilo resulta árido y monótono, sus juicios son íntegros y honrados, concienzudo e imparcial.

En total se cree que fueron más de 40 libros los que llegó a escribir en sus años de investigador sobre la Historia de Aragón. El conjunto de documentos que Zurita recopiló durante sus investigaciones constituye lo que se conoce como la "Alacena de Zurita". Unos elementos casi tan importantes como sus obras.

Tras su nombramiento como cronista, visitó diversos archivos y fue recogiendo todos los documentos necesarios para escribir los Anales. Una vez utilizados, muchos los entregó al Rey o a los archivos correspondientes, y otros quedaron en su poder hasta su muerte.

En 1573 entregó al Archivo de la Diputación del Reino algunos legajos, expresando su deseo de que se guardasen en un armario junto con sus manuscritos, como prueba documental de lo escrito. El 4 de junio de 1576, su hijo Jerónimo Zurita Oliván presentó a los diputados la segunda parte de los Anales junto con la documentación correspondiente.

Este fondo documental sufrió gravemente el incendio de 1809 durante los Sitios de Zaragoza, conservándose hoy solo una pequeña parte que comprende documentos reales de Pedro III, Alfonso III, Jaime II, Pedro IV, Juan I, Martín I, Alfonso IV, Fernando II y Carlos II, entre otros.

Zurita mantuvo una intensa correspondencia con los principales eruditos de su tiempo. Su amistad con Juan Páez de Castro, con quien probablemente coincidió en la Universidad de Alcalá, fue especialmente fructífera. Páez de Castro fue helenista reconocido y cronista oficial de Carlos V y Felipe II, y ambos compartieron intereses por la historia y los libros.

También mantuvo relación epistolar con Antonio Agustín, eminente jurista, y con otros humanistas como Gonzalo Pérez, secretario de Estado de Felipe II.

Los Anales no estuvieron exentos de críticas. El cosmógrafo mayor Alonso de Santa Cruz, impugnó la obra, achacándole un punto de vista demasiado favorable al Reino de Aragón y cierto desdén hacia Castilla. Sin embargo, Zurita cosechó a esos defensores o detractores acérrimos que negaban que su historia mostrara un punto de vista tendencioso. A su defensa salieron Ambrosio de Morales y Juan Páez de Castro.

Esta controversia obligó a Zurita a someter sus Anales a revisión antes de que la obra pudiera publicarse en Castilla, pero finalmente la defensa de Morales y Páez de Castro prevaleció.

En 1578 y 1579 Zurita estuvo en Zaragoza con permiso real e inquisitorial, aunque no consiguió la deseada jubilación. Durante este período pudo atender directamente sus estudios históricos y ver la publicación de la segunda parte de sus Anales (1578-1579), de los Indices rerum (1578) y de la Historia del Rey Don Hernando el Católico (1580).

El 31 de octubre de 1580 hizo testamento, y el 3 de noviembre de ese mismo año el notario Jerónimo Andrés daba cuenta de su fallecimiento. Por deseo propio, sus restos fueron sepultados en el Monasterio de Santa Engracia de Zaragoza.

Su epitafio, que se encontraba colateral al sepulcro en el monasterio, decía: "HIERONIMO ZURITAE MICHAELIS F. GABRIELIS N...". Lamentablemente, el monasterio fue arruinado durante los Sitios de Zaragoza en la Guerra de la Independencia.

Zurita desempeñó un papel clave en la construcción de la memoria del pasado aragonés. Su obra sigue siendo de obligada consulta para cualquier estudio sobre la historia medieval de Aragón y la Corona. Como señalaban los estudiosos de su época, difícilmente se encontrará, ni aun en los tiempos modernos, una obra escrita con tal rigor crítico y tales cualidades de veracidad.

Su método de trabajo, basado en la consulta directa de documentos originales y el rechazo de las fabulaciones legendarias, estableció un modelo que sería seguido por generaciones de historiadores posteriores, convirtiéndolo en una figura fundacional de la historiografía científica española.

Alrededores de Zaragoza año 1811


Esta sección de un plano de los alrededores de la ciudad de Zaragoza, se hizo en el año 1811, hecho por los franceses seguramente, o sin duda bajo mandato de los franceses en la ciudad, que acabó en el año 1813

Vemos las localidades más importantes que rodeaban a Zaragoza, las mismas que ahora, lo que nos deja la constancia de que los alrededores de Zaragoza han cambiado poco en estos dos siglos, aunque como es lógico hayan crecido en población todas estas localidades, y además de manera bastante distinta entre ellas.

La Zaragoza de los reflejos acristalados

La ciudad de Zaragoza también tiene sus propios reflejos en los cristales de las grandes fachadas, como si fuéramos una ciudad de las más grandes. 

¿Lo somos? ¿Nos lo creemos?

No es igual ser una Gran Ciudad que ser una Ciudad Grande. 

Para lo primero se necesita miras e ideas anchas y largas. Para lo segundo sólo se necesita gente y calles grises.

Para lo primero se necesita gente comprometida. Para lo segundo dirigentes locales que sean aburridos e incluso un poco insolentes.

Deberíamos creer más en Zaragoza. Sobre todo los aragoneses, pero además los que no son de Aragón, pues nuestras opciones son tremendas.

30.11.25

Hoteles aragoneses con historia


Acaba el año y el Gran Hotel de Zaragoza, por el que pasó Hemingway cuando seguía la temporada de 1959 de duelos de los cuñados Dominguín-Ordóñez, está a punto de celebrar en pie y robusto su primer centenario.

Con la excusa de asistir a una feria artesanal navideña, he vuelto a entrar a este magnífico edificio del arquitecto Antonio Rubio del año 1929 y subido a sus escaleras, demorándome en sus magníficos y proporcionados salones -especialmente el de las columnas y la araña que se descuelga de un plafón elíptico, concebido por este padre del racionalismo español-.

He pensado: en este hotel podría vivir si tuviera mucho dinero como solitario recalcitrante con visitas. Únicamente añadiría a la suite una librería. Esta sensación solamente me la causa otro hotel en Zaragoza: el Hotel Orús por su magnífica fábrica, principal exponente de la arquitectura industrial rehabilitada de la ciudad.



El hotel Mur de Jaca, ciertos hoteles de los años 70 de Panticosa, el Pedro I de Huesca, la historiada Fonda del Tozal de Teruel, el hotel San Ramón de Barbastro y algunos más me trasladan a esa misma querencia de vuelta a la edad de oro de la hostelería aragonesa, que ya no me inspiran el Balneario de Panticosa ni resto de hoteles de la alta montaña. Todos en la fiebre del spa y yo arruinándome más la espalda la escritura.



Los paradores aragoneses y estatales de la red, especialmente el castillo de Alcañiz; los magníficos alojamientos del interior de la ciudad de Albarracín, el hotel Brujas de Bécquer de Tarazona comparten con los primeros coleccionar encuentros para el acuerdo, ser sede de celebraciones de las familias de su entorno y, si sus paredes hablaran, instantes de la vida verdadera de tantos de sus usuarios. Los hoteles no son, contra todo pronóstico, entornos posturales.

Los aragoneses no tienen la opulencia o relevancia de hoteles como el Ritz madrileño o el barcelonés, no han albergado citas políticas relevantes para decantar la balanza política, cultural o empresarial ni siquiera aragonesa.

O eso pensamos por conveniencia. Que no hay aguas subterráneas. Simplemente será que por ser local a nadie ha interesado su historia.



Escrito en una ciudad ni grande ni pequeña, con tranvía pero que no consiguió acondicionar el Teatro Fleta, hace buscar a sus visitantes al final de la tienda de una franquicia el techo circular de madera de Yarza del Coliseo Equitativa, somete a la sala del Cine Elíseos a la tortura de ser una hamburguesería, no sabe qué hacer con la Escuela de Artes de la Plaza de los Sitios -y así imitar a Belgrado y no a Viena-, ignora una de las bibliotecas más bellas del mundo -la de Ramón y Cajal-, y sus regentes vuelven a afirmar que falta vivienda dejándose morir sin vida mas que ocasional y turística a todo su casco viejo.



Al menos qué dos soberbios hoteles disfrutamos por dentro y por fuera para soñar que te sirven el desayuno con la indicación en la puerta del “no molesten” y que no te vas a llevar las toallas porque eres un aragonés enamorado de sus hoteles… Esperemos que el refrigerio lo preparen con alimentos de temporada aragoneses y procesados de la tierra pese a pertenecer a cadenas estatales y, seguramente, fondos de inversión.



Escrito por un nostálgico en haber podido encontrarme a Joaquín Costa en el Hotel Lleida de Graus, a Teodoro Bardají impartiendo su magisterio en los fogones de Panticosa, a Isidoro de Antillón visitando su provincia de Teruel y alojándose en una venta del Jiloca, a Pilar Bayona -esa aragonesa tan sublime- tocando el piano de algún salón de estos hoteles.

Aragón está en permanente huida hacia adelante, demasiados ingenieros con proyectos nos visitan a costa de la ciudad central que fuimos, que tan bien refleja el espléndido cementerio de Torrero en su visita escultórica.

Hoy ciudad de servicios de un valle de espacios demasiado abundantes. Lo que no compensa que se hayan agotado las entradas de Morrissey. Que, por cierto, dónde dormirá… Para desayunar lo que ahora llaman “producto”, le recomiendo dos horas en autovía y así se levantará en el óvalo de Teruel…

30.11 Luis Iribarren

26.11.25

Ebro 07: Aquende o Allende, Miranda y su puente


A la ciudad puerta de industria de Euskadi, al centro burgalés ilustrado por santificado en ubicación en la vía Madrid-París, recomiendo llegar por la carretera que baja por su margen izquierda y deja Frías a la derecha.

Serpentea lenta entre bellos meandros con sotos de ribera, discurre y da acceso a la disimulada central nuclear de Garoña con su torre cuadrada de refrigeración y permite parar en las orillas del pantano de Oyón

El río remansado en el embalse recuerda al Danubio antes de Budapest, lo que de por sí justifica recorrer la vía. Como es interesante la visita al próximo valle de Añana y sus salinas en repisa, un tesoro europeo del Valle del Ebro de la sal, que incluye las minas de Remolinos en Zaragoza y las oscenses de Naval y Peralta de la Sal. Ecosistemas que son escuelas para el estudio de la vegetación halófila. 

 

Los lugares próximos a trifinios nunca decepcionan, siempre son particulares. Con  mayor razón en el caso de esta esquina, pues cerca de Miranda convergen las mugas o fronteras de Castilla, Euskadi y la Rioja. Así, la ciudad se halla próxima a la continental y fría Álava como a la milagrosa tierra de meandros de Haro, abarrotada de viñedos frescos de tempranillo que son regados por los restos de las borrascas cantábricas.

En quince kilómetros al norte o al sur se hallan presentes microclimas mediterráneos y húmedos de costa, sinónimo de riqueza.

 

Al factor posicional de Miranda, el paísajístico y el de gozar de tierras diversas, ha de añadirse el factor logístico. La ciudad burgalesa del norte ha sido histórica parada de postas en la ruta Madrid-Francia en el punto en que la misma cruza el Ebro, tratándose de una ubicación clave en la ruta de la salida de la lana de la Mesta a Inglaterra y Amberes, subastada en Burgos. 

Su exportación, como bien describió el maestro Miguel Delibes en la magnífica novela “El hereje” que tan bien dibuja el paisaje burgalés de montaña –pues el maestro veraneaba en Sedano- se efectuaba por dos rutas principales: la primera con destino final en el puerto de Laredo que ya hemos atendido y se dirigía al norte por las villas de las Merindades burgalesas o una segunda que se moría en los diques de carga de Bermeo-Bilbao-Castro Urdiales por Miranda y Orduña o Vitoria y Durango, respectivamente. La Y vasca no es una novedad de la ingeniería de los ferrocarriles de alta velocidad y siempre se ha dibujado desde Miranda.

 

Por todo ello nos topamos una ciudad industrial en un medio muy rural, como en el caso de Aguilar de Campoo. La misma gozó de notable desarrollo como punto y cruce de caminos, importancia que con posterioridad le arrebataría Zaragoza. En ambas se establecieron importantes industrias a la vera del ferrocarril principal para la exportación española o por ser el centro equidistante de la conexión entre Cantábrico y Mediterráneo.

Capital de la industria no agroalimentaria de su provincia, asentada en el valle del Duero donde Aranda, el espléndido emplazamiento de Miranda fue aprovechado desde el Imperio Romano como base, heredando la colonia el de un castro celta anterior. Se aseguraba con su potenciación el control de la cuenca del valle del Zadorra y las llanadas cerealistas de calidad del altiplano alavés.

La curiosa población puente es asimismo peculiar desde un punto de vista urbanístico. Dado que se ha extendido a partir de dos barrios correspondientes a las poblaciones, que no arrabales, de las riberas norte y sur del río vertebrados a partir de la vía romana, como si de una Buda-Pest del Ebro se tratara. Caso único en todo el valle que la diferencia de Logroño, Tudela, Zaragoza o Tortosa, cuyos núcleos históricos se desarrollaron en una única margen principal, normalmente la derecha.

 

La Miranda de Aquende ocupa un promontorio con castillo en la citada margen derecha del Ebro, pero la vía que supera el puente al que se llega desde Madrid por la calle o camino Real se dirige hacia Vitoria por la Real de Allende, barrio modernista en la margen izquierda del río y hoy verdadero centro comercial, que debería ser Álava pero pertenece a Burgos en escasos kilómetros cuadrados. 

El histórico puente medieval de la ciudad, hundido por fuerte riada, fue erigido de nueva fábrica neoclásica por uno de los arquitectos de Carlos III, el ilustre proyectista público don Juan de Villanueva (el autor del proyecto del Palacio y hoy Museo del Prado), y devino en importante peón, por mera servidumbre de paso, de la toma de Madrid por fuerzas napoleónicas y de su expulsión por las de Wellington en los días previos para el crucial desenlace de la Guerra de la Independencia, que fue la Batalla de Vitoria. 

El monumento de conexión mirandés ha de convenirse que tuvo una intensa infancia como también una apasionada juventud, en su condición de testigo de movimientos de tropas fundamentales para los desenlaces de las guerras carlistas que asolaron el norte español en el siglo XIX.

 

El ferrocarril, el río y abundancia de agua y el próximo dinamismo industrial vasco, hacen de Miranda -quizá junto con Ponferrada en el Bierzo leonés- la más peculiar de las localidades industriales castellanas al albergar empresas del sector energético, del metal e incluso ubicadas por saturación de Vitoria-Gasteiz como auxiliares de industrias aeronáuticas.

Como en el caso de la capital aragonesa, su origen industrial fue azucarero tras la pérdida de España de la isla de Cuba y como sede de industria papelera, con plantas de celulosa debidas al río y abundancia de agua. Ello siempre se traduce en numerosas pequeñas y medianas industrias químicas en derredor de las principales.

 

Además de su puente de piedra monumental, en ausencia de catedral y obispado, debe destacarse entre su patrimonio el Ayuntamiento asimismo proyectado por el citado arquitecto Ventura Rodríguez que pensó el puente, genio autor en este mismo valle de la capilla del Pilar y cuyo estilo lo podríamos describir como herreriano neoclásico por su severidad. Cercano al mismo, se puede disfrutar de un apreciable conjunto de palacios de piedra renacentistas.

Especialmente buena y peculiar es la arquitectura común de que disfruta, las casas con galerías de madera que recuerdan a Castro Urdiales y Reinosa y parada con detenimiento merece en su plaza principal de Aquende, el edificio perfectamente restaurado que alberga el Teatro Apolo de 1921 en estilo neorrenacentista propio de las mansiones de Hollywood y perfectamente rehabilitado y la iglesia-fortaleza de Santa María. 

 

Cruzando el río destaca por su cercanía al mismo la iglesia del Espíritu Santo, antes de San Nicolás, con un historiado ábside de cinco paños con ventanas de estilo románico en transición al gótico y capiteles labrados de hojas de acanto. Destacaríamos uno asombroso que muestra un castillito. 

Los arcos de la portada que en el Camino de Santiago serían de ajedrezado jaqués, al ser posterior este monumento presentan cenefas vegetales, brocados y nudos.

 

Además de su célebre y aguerrido equipo de fútbol matagigantes, que usa el Athletic Club para probar cantera y futuros entrenadores con excelente resultado, la tradición industrial y ferroviaria de Miranda la representa como nadie la muy interesante vida de la inicialmente costurera y después modista: Flora Villarreal.

Artista de indumentaria que descolló entre el olimpo de la moda clásica española de la Belle Époque, Segunda República, autarquía y desarrollo de la moda para masas en los años 50 formando parte del grupo artístico conformado por Balenciaga, Pertegaz y Rabanne, alias Francisco Rabaneda. Todos ellos del valle del Ebro o lugares cercanos como en el caso del turolense y del donostiarra, con atelier franquiciado en Pamplona.

26.11 Luis Iribarren

25.11.25

Uzbekistán Aragón 3. Los símbolos de la fuerza divina de ciertos clanes en la Arquitectura


Así que sería maravilloso que te quedaras, y hagas que el viento sople con fuerza en este mundo (Khosiyat Rustamova)


Concuerdo, especialmente en el caso de Samarcanda y Tashkent, con lo afirmado por afamados viajeros españoles y hasta el motero de La 2 que las han surcado: las repúblicas turcas de la antigua Unión Soviética albergan un urbanismo y restauraciones muy Romanov y Stalin, demasiado rusas e imperiales.

Su modelo y el de todas las ciudades intermedias CCCP: la eclosión como capital de la nada de San Petersburgo, las iglesias de madera ortodoxas ricamente talladas en el Lago Ladoga o el kremlin de Kazán, la capital musulmana de kanato en el Volga, aprovechar un terremoto para legar un metro brutalista alucinante en agradecimiento de toda la madre Rusia a una ciudad de su periferia.

La verdadera frontera natural entre la cultura europea y la turca, búlgara o húngara de las estepas es el río colector Volga, no los Urales. La aristocracia de los Esterhazy, de origen nómada, llevaba a sus invitados a ver sus caballos pastando en la llanura de Panonia mientras sus siervos se hacinaban en los cortijos. Todo al más puro estilo huno.

Todo clan o grey que tiene un origen puede aburguesarse en sus tierras de destino pero conserva sus tótems y conexiones ancestrales, los coloca y engalana en palacios y parlamentos como el de Budapest.



Los símbolos en nuestros lares también fueron restaurados. Toledo, Segovia o el Madrid de los Austrias en un estilo de pizarra con adobe y espadas, de águila imperial. Los Amigos del Serrablo o las diputaciones rehicieron claustros y torres románicas. La Aljafería presenta un estado demasiado inmejorable de revista con los informes pertinentes de patrimonio favorables. Todas las restauraciones no se acometen con elementos de tanta calidad como la piedra dorada de Villanueva en Salamanca. Sin embargo cualquier pieza destacable patrimonial lo es porque contiene un elemento o varios artísticos perdurables, icónicos.

En Aragón entiendo que tales lo son los crismones románicos a partir de la Catedral de Jaca en el Altoaragón –círculos tallados en las portadas que representan a Cristo pues resaltan la letra inicial y final de su nombre en griego, dejando espacio para su sujeción mediante abrazo de ángeles o leones-; la ventana mozárabe de triple arco de San Juan de Busa, utilizada en varias torres de las iglesias del Serrablo; las torres góticas octogonales de las iglesias oscenses y del levante turolense; los castillos de piedra caliza y rodena medievales, entre los mejores de Europa; los arcos polilobulados de la Aljafería y los cimborrios de las iglesias gótico mudéjares.

Si nos dirigimos al sur de Aragón, encontraremos como elementos señeros los artesonados de Daroca, Calatayud y Teruel de su mudéjar, el magnífico claustro de este estilo de la colegiata de la segunda ciudad y la catedral turolense, y la cerámica vidriada y rejas de acceso a palacios y edificios religiosos que hemos comparado con la de los monumentos iraníes y uzbekos.

La emblemática torre del Salvador de Teruel, levantada como casi puerta de acceso a la ciudad sobre un arco gótico apuntado, reúne en mi opinión el más sublime logro artístico mudéjar aragonés. Convirtiendo un minarete de altiplano de reconquista en una alhaja refinada que brilla por estar rellenadas sus series de ladrillos en sus vacíos por azulejos.

En ella se halla presente, no es el único caso en Aragón, la técnica de la sebka o red en varias tramas de los paños de la torre. De modo menos arabizante y extensa que la extensión de sebka de la Giralda sevillana, en la torre del Salvador los artesanos ceramistas turolenses de origen musulmán realzaron los agujeros de ladrillo plano en forma de rombo de la red con las estrellas símbolo de la ciudad, círculos más grandes o pequeños, columnetas de cerámica y dameros romboidales. Compuestos por piezas resultantes de la amalgama de pequeñas teselas o piezas de cerámica blanca y verde.



Los elementos originales de la arquitectura uzbeka son asimismo sorprendentes, nunca arrogantes sino emparentados con el uso de edificios.

La ciudad de Jivá, capital cultural y matemática del centro de la Ruta de la Seda, presenta sin embargo una arquitectura de madrasas algo inferior al resto de ciudades uzbekas pero un bosque de pilares tallados en su mezquita Juma, alguno de los cuales se remontan al siglo XI. Se trata de un edificio que traslada en mucha mayor medida que la Mezquita de Córdoba al impacto que tuvo que suponer para los caravaneros llegar tras un inhóspito desierto a una ciudad oasis, con sombra, cultura, agua y verduras frescas.

La mezquita no tiene cúpulas o entradas de las tan monumentales elevadas uzbekas, gloria de su arquitectura, pero que sí conduce con su frescor y porque no apabulla a comprender el descanso para el comerciante y peregrino que tuvo que suponer entrar en un espacio de columnas labradas de olmo del desierto, donadas por los propios mercaderes de la Ruta de la Seda hasta un número que rebasa en doscientos los árboles allí bendecidos. Traje un bastón en que los artesanos locales reproduce los motivos vegetales cincelados en las mismas, que comúnmente tienen una femenina forma de pera labrada cerca de la base, se estrechan en un bello y femenino tobillo y se completan con un pie rebozado en pelo de camello que servía como práctico insecticida y ahuyentador de piojos.



Incluso si lees antes de ir sobre arte de la Ruta de la Seda, nada puede prepararte para entrar en un palacio-salón al aire libre, sustentado su escenario por altísimas columnas de árboles de una pieza de los oasis envejecidos como el mejor arte wabi-sabi japonés, con la paredes separadas por placas de cerámica de mayólica azul y con un artesonado que contiene los colores especiales del zoroastrismo persa y su culto al sol: rojos y naranjas, tan presentes en los diseños de las sedas uzbekas. Semejante sensación únicamente es comparable a dejar pasar el tiempo en los Reales Alcázares sevillanos y el Patio de los Naranjos de la Aljafería zaragozana.

El palacio Tash se organiza en torno a un patio que permite la instalación permanente, así se presenta hoy, de una yurta para visitantes. Dado que especialmente en verano por tratarse la clase dirigente o sha de la ciudad de aristocracia turca convertida al Islam, a los visitantes ilustres les gustaba recordar sus orígenes durmiendo al raso.

Como curiosidad y parentesco, los italianos denominaron como mallorquina (maiolica) la técnica de vidriar con estaño y pintar con óxido metálico placas de barro cocido para su uso en cerámica decorativa para un uso gastronómico o la decoración de exteriores. Se trató de producir un trampantojo que recordara a la porcelana china, exportada por la Ruta de la Seda, que resultaba exclusiva y demasiado cara como para instalarla en edificios grandes. Eso si no se rompía bordeando los camellos el desierto de Gobi y pasando en verano con contrastes climáticos brutales los pasos del Tian Shan al valle de Fergana.



De la ciudad de Bujara, debo compartir algunas mociones que como aragonés me cautivaron, madrasas y mezquitas de juguete aparte. Más que glosar monumentos que todos debéis visitar una vez en la vida, me quedo con que disfrutéis del conjunto de acequias y albercas, más de doscientas, que refrescaban la ciudad de sus cuarenta grados veraniegos.

El conjunto impresionante de lugares de estudio o madrasas que engalanan la ciudad, su judería con sinagoga todavía activa que nos evoca la condición de Bujara e Isfahán de primeros asentamientos de comunidades judías en la diáspora –a los que sucedería siglos después Toledo y Zaragoza en Sefarad- no hubiera sido posible sin su condición de centro de regadío y mercado de frutas y verduras.

Saliendo de la ciudad a sus barrios y pueblecitos de extrarradio, Bujará recuerda enormemente a Zaragoza con su colección de escuelas coránicas de sus arrabales–para nosotros cartujas- y sus mausoleos sobrios pero conceptuales de ladrillos resaltados, enmarcados en parques soviéticos que remedan huertas regados por canales.

Particularmente hermoso por su ubicación y simbología me pareció el de Samani, emir del siglo IX, construido en el siglo X. Cajita que marca una profunda evolución e innovación en el arte de la Ruta de la Seda hacia el uso de un pequeño templo de fuego cuadrado persa que también recuerda al cuadrado de la piedra santa de la Meca, a una función propia de la primera religiosidad islámica. Sincretismo del muy bueno en un espacio de regadío –el paraíso persa- con significación religiosa y de culto, el mausoleo de un líder suní contiene adornos de ladrillo en forma de círculo, columnas macizas y galerías de ventanas por cada lado que trasladan tanto al primer arte persa como a los patios del renacimiento aragonés y a la Casa de la Estanca de Borja, escueta pero preciosa vivienda del guardián de los riegos de la acequia del Sorbán.



Nuestro paseo termina en las madrasas de la plaza Registan de Samarcanda, excesivamente rehabilitadas al gusto occidental. Azul cielo de los altiplanos del Altai es el color de la mayoría de los ladrillos vidriados y placas de mayólica, de sus pieles de azulejo. Qué emocionante fue ver el proceso de colocación sobre lechada de yeso de una nueva, esa simple confirmación de que la artesanía uzbeka, ya nos gustaría a los demás, pervive.

La plaza fue el centro cultural y económico de la dinastía de Tamerlán y de toda la Ruta de la Seda. Por el contrario , sus madrasas no tienen hoy uso educativo y científico –el de Samarcanda como meca de la astrología-. Tampoco los tres extraordinarios bloques que conforman la plaza y compiten con el firmamento en belleza estuvieron en su día separados por semejante aberración de explanada pilarista (no me gusta la plaza del Pilar, sí la de la Seo), sino por un zoco.

Qué distinta es hoy en su teatral aspecto de escenario perfecto Bolshoi de lo que indica el origen de su nombre: lugar de arena en persa, explanada plana generada en la confluencia de varios barrancos apta para instalar un zoco y sus servicios religiosos adyacentes. El Arenal de Bilbao, la plaza Lanuza del Mercado Central de Zaragoza, la ubicación de la Lonja de Valencia obedecen a semejantes patrones: lugares llanos de aluvión, no inundables ni que hundan los cimientos, representativos antes de monumentalizarlos.



Así, las postales históricas de la ciudad anteriores al imperio ruso reflejan la vida vivida en el espacio, próxima a las turbulencias de la de la plaza central de Marrakesh. Estuvo precariamente iluminada para salvar las almas de sus usuarios pero todo cambió cuando le metieron más focos que a un campo de fútbol para dar servicio a los desfiles soviéticos y después uzbekos, que hoy conmemoran la grandeza de su cultura turca y del legado del caudillo militar Tamerlán y su romántico descendiente Ulug Beg.

A pesar de eso, las madrasas presentan alucinantes series cerámicas esquemáticas, alminares embellecidos por caligrafías en cerámica negra festoneada de blancos purísimos, interiores con dos pisos de alojamientos para profesores y estudiantes con patios centrales frescos y una mezquita soberbia para orar.

La principal diferencia con los modos decorativos en yeso de la Aljafería zaragozana, de Granada o la mezquita cordobesa, se disfruta si miramos hacia arriba. En la mezquita Shir Dor, encontramos dos leones de pishtak rematando su pórtico elevado principal de cerámica amarilla, resaltando el azul dominante. Un guiño de la dinastía que encargó la construcción a su pasado nómada turco, previo a su conversión al Islam, y contrario a la representación de figuras humanas y animales que proscribe.

La menor en tamaño y, en mi opinión, más utilitaria y distinguida madrasa Nadir Divanbeg de Bujara alberga la más especial cerámica que vi en todo el viaje en que dos faisanes hechos de teselas verdes adoran a un sol central.

Porque así hablaba Zaratustra, con versos libres o torcidos como son hasta los renglones de Allah.

25.11 Luis Iribarren

20.11.25

Santo Voto y Félix, zaragozanos en San Juan de la Peña


En Aragón hemos tenido grandes personajes, a veces con suficientes datos históricos para poder hablar de ellos, y otras veces con datos con los que a veces dudar pues no siempre hay constancia total de lo relatado. Este podría ser el caso de los santos aragoneses San Voto y San Félix.

La historia de los santos Voto y Félix es una leyenda fundacional íntimamente ligada al origen del Monasterio de San Juan de la Peña. Aunque la tradición los identifica como nobles mozárabes de la ciudad de Zaragoza, su relato se desarrolla en los Pirineos aragoneses durante el siglo VIII.​ Familia que había decidido pagar por seguir viviendo en la Zaragoza musulmana sin renunciar a su religión cristiana.

La historia comienza cuando Voto, un noble de Zaragoza aficionado a la caza, perseguía un ciervo por las inmediaciones del monte Pano, cerca de Jaca. En su persecución, el ciervo se despeñó por un precipicio, y el caballo de Voto, arrastrado por la inercia, se precipitó también al vacío. En ese instante, Voto se encomendó a San Juan Bautista y, milagrosamente, el caballo se detuvo suavemente en el fondo del barranco, frenando y salvando la vida del jinete.

Al recuperarse del susto, Voto descubrió la entrada a una cueva que tras un gran boquete en la montaña estaba dedicada a un santo y en su interior, encontró una pequeña ermita dedicada a San Juan Bautista y el cuerpo de un ermitaño llamado Juan de Atarés, que había vivido allí en soledad.

Junto al cuerpo, una inscripción relataba su historia y su devoción.​ "Yo Juan, eremita en este sitio, habiendo despreciado el mundo, fundé como pude esta ermita en honor de San Juan Bautista, y aquí descansó en paz. Amén". Voto dio sepultura al cuerpo allí encontrado, un tal Juan del pueblo de Atarés, y se volvió a Zaragoza.

Impresionado por el milagro de haber salvado su vida y por el hallazgo, Voto regresó a Zaragoza y le contó lo sucedido a su hermano Félix. Ambos decidieron renunciar a su vida de nobles, vender y repartir sus riquezas entre los pobres y retirarse a la cueva para vivir como ermitaños.​ Al llegar a dicha ermita edificaron dos celdas continuas a donde había vivido Juan de Atarés, y se dedicaron a oran a todas las horas del día.

En las zona aledañas enseguida se supo de su existencia y acudieron allí los primeros aragoneses para hablar con ellos, y los dos hermanos les exhortaron a defender el cristianismo desde aquellas montañas, luchando contra los musulmanes

La devoción de los dos hermanos por su nueva vida de ermitaños atrajo a otros cristianos y, con el tiempo, su pequeño refugio se convirtió en el germen de uno de los centros espirituales y políticos más importantes del Reino de Aragón: el Real Monasterio de San Juan de la Peña. Se convirtieron en líderes espirituales de las luchas contra los musulmanes desde el norte de un incipiente Aragón, exhortando a la lucha con los que consideraban invasores, reconquistando territorios y haciendo crecer al Aragón a través del liderazgo de Garci Ximénez que formó parte de los llamados siete reyes legendarios del Sobrarbe, siendo el primero de ellos.

Los cuerpos de ambos santos, San Voto y San Félix fueron enterrados allí en San Juan de la Peña, y su historia quedó unida para siempre a la fundación del 
famoso monasterio y de Aragón.

La principal fuente escrita que narra la leyenda de San Voto y San Félix es la Crónica de San Juan de la Peña. Este texto, redactado en su versión definitiva en el siglo XIV por orden del rey Pedro IV de Aragón, tenía como objetivo crear una historia oficial del reino de Aragón, estableciendo sus orígenes y legitimando a su monarquía. 

La crónica recoge la leyenda de los dos hermanos como el mito fundacional del monasterio, que a su vez es la cuna del Reino de Aragón.​ Puede ser un mito, una crónica inventada o un hecho basado en datos reales, no lo sabemos.

Desde el punto de vista de la documentación histórica, no existen fuentes del siglo VIII, IX o X que mencionen a Voto y a Félix. Los archivos del propio monasterio, cuya mayor parte se conserva en el Archivo Histórico Nacional, contienen documentos que datan, en su mayoría, de a partir del siglo XI en adelante. 

Estos documentos tratan sobre donaciones, propiedades y la vida del monasterio, pero no ofrecen pruebas sobre la existencia de los dos fundadores legendarios.

Transformación Urbana del Valle del Ebro, bajo dominio Musulmán


La ocupación islámica de la Marca Superior de Hispania produjo una transformación urbana radical. Mientras algunas ciudades herederas del periodo romano-visigodo experimentaron un extraordinario florecimiento, otras quedaron prácticamente abandonadas. Esta reconfiguración del territorio duró cuatrocientos años e hizo del valle del Ebro una de las regiones más urbanizadas de toda Europa medieval.

La ciudad de Saraqusta tuvo una transformación espectacular y pasó de ser casi una ruina a una metrópolis muy imortante en su época. En su época visigoda final había decaído significativamente desde su gloria romana y en los periodos emiral y califal (siglos VIII al X) se convirtió en una gran ciudad, para alcanzar en el siglo XI (Taifa) su máximo esplendor con aproximadamente más de 20.000 a 50.000 habitantes a mediados del siglo XI, el doble o triple de lo que se creía que tenía anteriormente. El número de vecinos está en constante estudio por los últimos descubrimientos.

La construcción de la Zuda (alcázar) o la ampliación de la Mezquita Aljama en el sitio de la actual Catedral o Seo, supuso la constatación más clara de que aquella ciudad era un espacio urbano en crecimiento tanto en tamaño como en respeto y poder. La construcción de nuevas murallas, la creación de los sistemas de acequias por todos sus alrededores y la construcción del Palacio de la Aljafería bajo al-Muqtádir que representaba un pequeño "oasis de verdor” nos indican el concepto de la nueva ciudad. Los poetas andalusíes la describían como un "oasis de verdor a orillas del Ebro", transformada completamente por los sistemas de riego musulmanes.

Huesca era el Segundo Polo Urbano de toda esta Marca superior. Creció durante la dominación musulmana y en el siglo X se convirtió en una ciudad importante de la Marca Superior. Su tamaño en el siglo XI se movería entre 6.000 y 7.000 habitantes. Su importancia estratégica como capital militar de la frontera norte contra los cristianos fue muy importante. El impacto de la conquista aragonesa liderada por Sancho Ramírez de Aragón en 1096 (22 años antes que Zaragoza) aupó a Huesca como ciudad muy estratégica tras caer del poder musulmán, y su crecimiento urbano prosiguió bajo dominio cristiano.

Calatayud pasó de ser una Aldea a una Ciudad Importante. Su fundación en el siglo IX nos demuestra que antes del islam era prácticamente inexistente, aunque hubiera tenido un gran pasado romano con su cercana Bilbilis. Fue una fundación completamente nueva del período musulmán y se convirtió en una ciudad importante de segundo nivel.

La ciudad de Tudela estaba considerada la Puerta a Occidente y fue fundada en el siglo VIII (antes de Calatayud), siendo la base de operaciones de la familia Banu Qasi. Se convirtió en una ciudad importante por derecho propio con jurisdicción en la Taifa y capital de su propia comarca que incluía Tarazona y Borja extendiéndose hasta la región occidental de la taifa. Su mportancia comercial siempre ha sido clara y era considerada la puerta occidental del reino y el centro de intercambio entre el valle del Ebro y Castilla

La ciudad de Barbastro era la Fortaleza del Este desde su fundación en el siglo X. Surgió como una fortaleza fronteriza dada su ubicación estratégica, y como frontera oriental de la Taifa, en el río Cinca y un punto de encuentro y conflicto con el Condado de Barcelona por lo que se convirtió en ciudad defensiva importante y en centro de operaciones militares contra catalanes.

La ciudad de Fraga era la Guarnición Fronteriza tras su fundación en el siglo X, también una ciudad creada por los musulmanes como plaza fuerte defensiva y fortaleza estratégica fronteriza situada en la ribera del Cinca.

Daroca era el Oasis Interior tras su fundación en el siglo IX, de donde surgió de la nada como nueva ciudad ubicada en una zona interior estratégica. Capital de su propia comarca bajo control de Calatayud fue un centro importante de comercio interior

La ciudad de Tarazona era considerada la Ciudad del Valle con bastante importancia bajo la Taifa, y capital administrativa de una comarca interior incluida en la jurisdicción de Tudela, siendo un centro religioso y comercial

La localidad de Albarracín era la rival Independiente, un caso especial tras la creación de la Taifa de Albarracín tras su fundación en el siglo XI. No formaba parte de la Taifa de Zaragoza, sino que era una taifa independiente gobernada por los Banu Razin. Ocupaba una zona de la actual provincia de Teruel, incluyendo Teruel, Montalbán y la propia Albarracín y limitaba al sur con la Taifa de Zaragoza.

La ciudad de Lérida estaba considerada como la Ciudad Rebelde pues tenía un cierto grado de autonomía dentro de la Taifa, aunque inicialmente dependiera de la Taifa de Zaragoza. Sin embargo, sus gobernadores (especialmente al-Mundir, hermano rebelde de al-Mutamán) a menudo no acataban plenamente la autoridad zaragozana. Lérida era la más importante de todas después de Zaragoza

Medinaceli era la Ciudad Occidental y estaba incluida en la jurisdicción occidental de la Taifa de Saraqusta por ser un importante punto fronterizo con Castilla.

Otras ciudades importantes de este periodos histórico fueron Calanda, Cutanda, Ejea, Monzón, Mequinenza, Ricla y Rueda de Jalón, que también recibieron estatus de ciudad durante la dominación musulmana.

Por otra parte hubo ciudades que decayeron en importancia durante ese periodo tras la presencia goda. Muchas ciudades romanas y visigodas ubicadas en zonas montañosas o altas fueron prácticamente abandonadas porque hubo un cambio de la economía rural. La musulmana se basaba en regadíos de valle, no en zonas de aprovechamiento de montaña. Las montañas eran inseguras constantemente y se realizó un enfoque más basado en el comercio fluvial. El río Ebro se convirtió en eje principal de transporte, y no las rutas de montaña

Ejemplos de ciudades en descenso aunque sin desaparecer completamente fueron Jaca que quedó relegada bajo los emires (aunque resurgiría como capital del reino cristiano de Aragón). También Barbastro que aunque creció como fortaleza musulmana, su importancia era principalmente militar. Muchos de los castillos y fortalezas dispersas que había en el periodo anterior, quedaron deshabitados o solo con guarniciones militares.

Hubo pequeñas localidades que desaparecieron o se vieron reducidas a pequeños núcleos urbanos sobre todo por la falta de agua suficiente pues estaban sin sistemas de riego islámicos y una ubicación alejada de rutas comerciales musulmanas

Las condiciones de frontera inseguras también influyeron, lograron emigraciones sobe todo hacia el Valle del Ebro que vio llegar una transformación Radical. El documento histórico sobre la Marca Superior explica claramente: "La presencia musulmana en el valle del Ebro produjo un constante progreso en la organización de la Marca Superior, centrando ese progreso en la potenciación del sistema urbano como eje de todo el desarrollo."

Zaragoza como Nivel primero con al menos 20.000 habitantes en siglo XI.

Huesca como la Ciudad Mayor y con 6.000 a 7.000 habitantes y Lérida como ciudad grande, pero rebelde)

Luego en un nivel inferior se encontraban las ciudades de: Calatayud, Tudela, Barbastro, Tarazona, Daroca y Albarracín (como capital de su taifa). Y en un nivel menor las localidades de Fraga, Monzón, Mequinenza, Ricla, Rueda de Jalón, Ejea, Calanda, Cutanda, etc. El valle del Ebro se convirtió en una de las áreas más urbanizadas de Al-Ándalus

Población multiplicada en estos periodos de muchas localidades menores, y según algunos estudios se pasó de quizá 500.000 habitantes en toda la región a principios del VIII, a probablemente cerca de más de un millón de habitantes al final del XI. La economía pasó de ser agraria de secano a agraria de regadío intensivo y con mucha capacidad comercial urbana

La ocupación musulmana no simplemente "gobernó" el territorio; lo transformó completamente. Creó como nuevas ciudades de la nada: Calatayud, Tudela, Barbastro, Fraga, Daroca, Albarracín Revitalizó ciudades muertas, muy especialmente Zaragoza. Reorganizó el comercio alrededor del eje del valle del Ebro. Integró economía productivas mediante sistemas de riego y rutas comerciales y amplió sus referencias culturales de aquella Hispania.

Al conquistar los cristianos en 1118, no destruyeron esta red urbana, sino que la heredaron intacta, lo que explica por qué, tras la Reconquista, estas ciudades continuaron siendo importantes pues ya estaban profundamente arraigadas en la organización territorial. Es una de las ironías de la Historia. La estructura urbana del Aragón moderno es fundamentalmente una creación musulmana del siglo VIII al al XI.

18.11.25

Urbanismo de Saraqusta con los musulmanes


La llegada de los musulmanes a la actual Zaragoza en el siglo VIII produjo una revolución silenciosa pero profundísima en la arquitectura doméstica de Saraqusta. La vivienda familiar cambió de manera tan radical que refleja el cambio de civilización: pasó de ser una estructura abierta al mundo exterior para ser un universo introvertido protegido por muros ciegos. Este cambio no fue solo estético, sino que reveló transformaciones fundamentales en la familia, la privacidad, el rol de la mujer y el concepto mismo de lo "público" y lo “privado". Aquella ciudad abierta a la calle se convirtió en una ciudad llena de recintos cerrados como todavía sucede en el mundo árabe.

La domus romana (casa urbana típica) en Caesaraugusta, seguía un modelo que dominó el mundo mediterráneo durante siglos. Una fachada abierta con múltiples ventanas y puertas visibles desde la calle, que mostraban la riqueza y estatus del propietario, con un atrio central que era el verdadero corazón de la casa, con una abertura (compluvium) en el techo por donde entraba luz y lluvia para formar el patio que era una apertura hacia el mundo. La casa era una "célula de sociabilidad" donde se recibía a visitantes, amigos, familiares y vecinos. Las calles de aquella Caesaraugusta eran espacios de exposición donde el ciudadano romano mostraba su status.

Había en las casas un cuarto del agua dentro del patio o atrio, destinado a recoger aguas de lluvia. La casa romana era fundamentalmente un lugar de representación del poder, con ese atrio que representaba el lugar era donde se recibían clientes y se realizaban negocios o se hablaban todo tipo de temas alrededor de una pequeña mesa con viandas. Las habitaciones más ricas de la casa daban al atrio y as más modestas quedaban apartadas de ese patio. DEsde la calle se podían ver columnas y detalles del estatus de los dueños.

A partir de la llegada de los musulmanes esa Casa Islámica cambió hacia una introversión y privacidad radical. El patio central era ya cerrado e interior (wast al-dar, aunque seguía siendo el centro de la casa. La fachada de la vivienda era ciega, prácticamente sin aberturas hacia el exterior, con solo una puerta como todavía se pueden ver en infinidad de localidades del Norte de África. La casa se vuelca completamente hacia adentro olvidándose de la calle, y se crean espacios separados para hombres y mujeres.

Se busca la privacidad (Hurma) y se amplía el concepto islámico de "lo sagrado, lo inviolable", aplicado especialmente a la familia y la mujer, con una reclusión doméstica como ideal cultural. Pero exteriormente las casas debían parecer iguales desde fuera para mantener la igualdad de la umma (comunidad). El estatus social se expresaba en el patio interior, no en la fachada y ese patio interior funcionaba como regulador natural de temperatura. La fachada completamente ciega o con mínimas aberturas era muy simple, sin que en ningún momento se delatara quien vivía dentro y qué nivel de riqueza tenía.

En esa vivienda todo, cocina, dormitorios, letrinas, comunicaba con el patio que tenía una fuente y alberca como elemento decorativo que proporcionaba frescura. Se rellenaba el espacio con vegetación, macetas, árboles frutales (palmeras, naranjos, limoneros) y representaba una única fuente de iluminación natural para muchas habitaciones y era la zona en donde toda la familia se reunía (especialmente las mujeres) y donde se realizaban las abluciones rituales islámicas

Curiosamente la entrada la vivienda era a través de un zaguán acodado y no recto pues eso evitaba que los visitantes vieran el interior de la casa mientras entraban y protegía la vista de la hurma de las (mujeres de la casa y servía también para facilitaba la circulación de aire fresco desde la calle. Este elemento de la entrada no directa, es tan característico, que su presencia/ausencia permite diferenciar una casa cristiana de una islámica en excavaciones arqueológicas.

La casa Islámica tiende a disponer de letrina privada (bayt al-mā', lo "cuarto del agua”) en un ángulo del patio que en las casas de mayor poder eran distintas para hombres y mujeres; y un pequeño espacio específicamente diseñado para las abluciones rituales obligatorias del islam. Estos espacios eran de tamaño muy reducido, a veces con pavimentos de ladrillo para hacerlos resistentes a la humedad y siempre abiertos al patio para facilitación la limpieza con agua a chorro.

Saraqusta empezó a utilizar en grandes cantidades el ladrillo y yeso frente a la sillería romana. El uso del blanco yeso nos refleja la necesidad de poderse defender del fuerte calor solar (Saraqusta era conocida como "Medina Albaida", la ciudad blanca). En la decoración pasamos de la Escultura Figurada a la Geometría Abstracta ante la prohibición islámica de figuras humanas o animales, con patrones geométricos complejos y una ornamentación basada en caligrafía y motivos vegetales estilizados. Los últimos restos encontrados en Zaragoza cerca de la plaza de José María Forqué nos hablan de una Saraqusta seguía los modelos islámicos estándar con adaptaciones locales.

Si asumimos que la arquitectura es como un espejo de cada civilización, tenemos que asumir que la transformación de la vivienda en Saraqusta entre el siglo VIII y el XI no fue simplemente un cambio de estilos arquitectónicos. Fue la materialización física de un cambio de civilización casi radical.

La casa romana extrovertida reflejaba una sociedad donde el individuo se realizaba en la esfera pública. La casa islámica introvertida reflejaba una sociedad donde la identidad se construía en torno a la familia, el clan y la comunidad religiosa.

El patio islámico, rodeado de muros ciegos, con su fuente central y su vegetación, representa algo más que climatización: representa la creación de un universo privado donde la familia islámica podía vivir según sus valores, y sin interferencia del mundo exterior.

Paradójicamente, esta reclusión doméstica fue también una liberación creativa. Mientras que fuera de casa, en la ciudad, todas las casas eran casi iguales (igualdad de la umma), en el patio cada familia podía crear su propio paraíso particular, expresando su estatus, riqueza y buen gusto, lejos de las miradas públicas. Era democracia en la fachada, y aristocracia personal en el patio.

17.11.25

Ebro 06: Norte de Burgos, origen de Castilla


La boca de la presa del embalse del Ebro libera caudal para que el río rompa hacia el este, se oriente hacia el bochorno salino de su delta en un decurso lento, por meandros y desniveles poco pronunciados.

Los primeros los encontraremos en el norte de la provincia de Burgos en un marco estrecho y rapaz, entre sierras de karst. El Ebro discurre encañonado hasta dejar las tierras castellanas en Miranda e incluso sigue así al entrar en el término municipal de Haro, refrescadas las mejores viñas de Rioja entre recodos y revueltas que alargan la longitud del río hasta sus casi mil kilómetros.

En las sierras del norte de Burgos, do manan y brincan los primeros afluentes del Ebro, nació el Condado de Castilla. Su territorio matriz abarcaba la altiplanicie de la vertiente sur de los montes cántabros orientales y vascos más occidentales.

Castilla, más adelante reino poderoso y cuna del segundo idioma occidental más hablado, pudiera incluso compartir etimología con Cataluña. Ambas significarían tierras de castillos por su “a” plural de cierre”. En otra versión menos extendida, Cataluña se diferenciaría de Castilla por su condición de marca carolingia y asentamiento de aristócratas godos administradores (godos.cat).

Al norte del Ebro y regadas por sus primeros afluentes de la margen izquierda, las villas de las Merindades burgalesas y sus territorios ocupan una superficie semejante a la de toda Álava y superior a las otras dos provincias vascas para un total de población de unas 20.000 personas. Siendo el principal curso de agua tributaria al Ebro el río Nela y los valles más característicos de la comarca, los de Mena y Losa que abren una vía sin apenas puertos que concluye por el valle de Cadagua y las Encartaciones en la ría del Nervión. Paso expedito de riquezas generadas por el transporte de metales y lana desde el asentamiento celta en la región.

Los ríos que desembocan cerca de Oña alimentan a nuestro río padre que avanzará ya caudaloso cuando reciba al alavés Zadorra y los ríos riojanos de su margen derecha, antes de que el Ega en San Adrián y el Aragón en Milagro -por recoger al Irati y Arga- desagüen todas las lluvias de las selvas de Navarra y hagan al Ebro varón, como citaban tantas jotas. Así, su anchura en Tudela es semejante a la que conservará en Tortosa.

Ciudades históricas del norte burgalés o Comarca de las Merindades son Medina de Pomar, Villarcayo y Espinosa de los Monteros, riberanas de los afluentes referidos; como también lo son Oña y Frías, erigidas en su margen derecha. La última merecerá capítulo especial pero todas ellas se mencionan como solares de estirpes de familias descollantes después establecidas en Burgos, primera capital castellana.

Los Velasco, Espinosa, Salinas, Legarda, representan a la nobleza hereditaria de la visigoda, señores del ganado y propietarios de la lana de los valles altos, jefes de clan. Fueron los primeros que utilizaron en su documentación familiar la denominación “Castilla” para describir su tierra somontana, fría y seca. Su llanada con torres y castillos sita al norte del río que nos lleva. Señores que lo eran también del histórico y fundamental valle alavés de la Cuadrilla de Ayala.

El clan fundamental, el primer apellido Velasco de la serie que también presenta la forma de Vélez (de Guevara o Gomera), es indicativo de que se trata de sucesores de la nobleza visigoda a la que pertenecía Rodrigo y sobre la que se conformó, junto con los godos introducidos por Carlomagno en las marcas, una primera organización condal. El apellido que nos ocupa lo detentaban los hijos de Vigila o Vela con la terminación ko patronímica. Uno de los principales actores secundarios de todos los tiempos fue el inigualable Bela Lugosi, aquel dacio tan alto.

La institución de Condestable de Castilla fue un cargo hecho a la medida del clan al mezclarse con sangre real, la de los Fernández de Velasco-Manrique de Lara (el de las coplas a la muerte de su padre), tras paso de algún noble Borja-Gandía aragonés o los Trastámara gallegos por ella y como manifestación de las alianzas políticas matrimoniales de la aristocracia del Ebro burgalés.

A la vez, y en términos actuales de comparación, los condestables eran tenientes generales del CESID y vice Jefes de Estado del reino con poder judicial. Administraron desde la sede en la célebre Casa del Cordón de Burgos, tras bajar de su montaña. Proceso semejante al de la participación de la nobleza pirenaica en la administración de los Aragón por los clanes de los Gil de Jasa, Urriés o Bardají.

Los shogunes japoneses provenientes de castas de samuráis siguieron el mismo proceso de escriturarse tierras antes llamadas “incultas”, emparentar con la Casa Real del crisantemo renovando su sangre para evitar la hemofilia y detentar el poder religioso, dirigiendo sus segundones como abades los monasterios budistas.

Así se advierte que en Castilla, como sucedió en los pequeños reinos de Navarra y Aragón, se fraguó una nobleza terrateniente y reconquistadora, especialmente en el primer reino unido al de León, que vigilaba de cerca a los reyes de la casa Ordóñez-Ramírez asturianos.

Como ellos, los reyes leoneses fueron descendientes de la alta alcurnia visigoda: los Alfonso famosos, cuya raíz es Ataúlfo (que significa noble dispuesto). Nombre prototipo de rey castellano, leonés pero también aragonés, nuestro actual Felipe es vino de Borgoña y no de Ribera del Duero, cuando no de Macedonia y el nombre se lo debió poner su madre.

Es curioso que los reyes de Francia y Navarra, sin embargo, portaran nombres francos o sajones, tales como Luis (de Ludovico, distinguido o noble en el combate) o Carlos, nombre tampoco romano, que deriva de hombre o marido de la casa por su finalización que suena a hus en lenguas norte europeas y vikingas (el hombre grande, de casa y de confianza: Carlomagno).

Las Merindades burgalesas, primera posesión de las sagas de Castilla, ocupan una planicie de valles fríos y altos apta para alimentar buenos rebaños ovinos, producir excelente trigo y manzanas, como refleja el apellido de Medina que es “de Pomar” o manzano. En su día poblada y rica en recursos, fue comarca de paso y cabeza de trashumancia.

Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón

El Ebro y los ríos que en él desembocan atraviesan sistemas calizos mediante hoces o congostos.

Valles glaciares esculpieron con sus hielos las foces que horadan la montaña pirenaica: la navarra oriental de Arbayun-Lumbier; las numerosas en Aragón como las de Salvatierra de Esca, Fago, Biniés, el cañón de Añisclo, el congosto de Olvena o Montrebei (hoy muy visitada su vía ferrata). Asimismo abunadan congostos en el Prepirineo catalán que surcan los ríos con nombre de Noguera o los del curso del padre Segre, el que dio paso natural a los elefantes de Aníbal a las Galias por Ceretania.

Del mismo modo pero de menor longitud y altura, en el Sistema Ibérico pueden hallarse estrechamientos poderosos en sus cursos fluviales. Las paredes de roca, a diferencia de las del Pirineo, presentan tonalidades gris marengo con brillo rutilante y ajeno al de la caliza y hasta tonos de óxido, pues se componen de rocas minerales de origen magmático o de conglomerados de desembocadura de ríos tropicales. Conformados los estrechos por la acción de disolución de arcillas de los ríos Jalón, sus afluentes como el Piedra –el más reconocido de la cuenca- y el Mesa-; los excavados por los altos valles de los ríos Martín y Guadalope o los existentes en los puertos de Beceite, con el célebre entorno del Parrisal como paisaje destacado del valle del Matarraña.

En el caso riojano, el cañón conformado por el río Cidacos desde la soriana villa de Yanguas hasta la pujante capital del calzado riojana, Arnedo, y el sobresaliente y extenso del salvaje valle del río Alhama al sur de la localidad de Cervera.

Cercano a su nacimiento, el estrechamiento denominado “Hoces del Alto Ebro” lo excava directamente el Ebro y uno de sus primeros afluentes llamado Rudrón. Tapizados los acantilados de las hoces según su exposición umbría o solana con bosques mixtos en parte atlánticos y mediterráneos. En pocos montes de la cuenca conviven hayas y encinas en unidad de ecosistema.

Las sierras calizas de paredes verticales, en todas las hoces expuestas, generan en sus fondos atravesados por ríos microclimas más húmedos, y han impedido por su rusticidad y lejanía las actividades extractivas. Por ello se han convertido en santuarios de preservación de bosques originarios abundantes en robles, encinas y arces, con alguna mancha de hayas en sus vertientes norte y bellos bosques de ribera de chopos y alisos.

Las paredes de doscientos metros o incluso de mayor altura son refugio y hogar de todas las aves rupícolas peninsulares, de la fauna mamífera de más alta calidad.

Las filtraciones kársticas en los suelos calizos originan cursos fluviales con ojos, con tramos subterráneos; surgen en forma de manantiales caudalosos como en la fuente de Orbaneja; dan lugar a la presencia abundantes cuevas, que fueron comprobados albergues de trashumantes y cazadores anteriores al Neolítico.

Una de las particularidades más destacables de este alto tramo es que en el mismo existen poblaciones que nadie pensaría regadas por el Ebro, repletas de arquitectura de montaña que asociamos a las cabeceras de sus afluentes.

Especial es la importancia paisajística del Hayedo de Carrales y la arquitectura en piedra de Orbaneja o Pesquera del Ebro, desde cuyo puente se percibe la fuerza del río padre en estado de levantisco adolescente.

17.11 Luis Iribarren