Las guerras traen hambre y ella misma trae la caridad de los que no la pasan como forma de expiar sus pecados sociales, mezclado todo con la religión y los miedos por el infierno. Esta curiosa medalla se la daban al colaborador de lo que se llamaba “Plato Único” que era una forma de dar de comer caliente a los que no tenían trabajo, ni ahorros, ni posibilidades de encontrarlo en una España hundida en los años posteriores a la guerra llamada civil.
Era una medalla que se daba en Zaragoza y en otras muchas ciudades, para que se la pudieran poner en las solapas, efectivamente, solo los hombres, como una medalla más. Leales colaboradores para que no se murieran de hambre los españoles vencidos.
La frase final es sintomática de aquellos tiempos. Nada de justicia, de libertad, de trabajo ni vivienda.
“Ni un hogar sin lumbre, ni un español sin pan”. Con eso ya estaba cubierto todo el trabajo social. Pan y lumbre. Si Cristo levantara la cabeza, el que emplean con su cruz como símbolo, los encorrería a patatas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario