Por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria (Antonio Machado)
En otras ocasiones nos hemos referido a la desconexión entre Aragón y Soria, sanitaria y educativa. Esa que han supuesto los cincuenta últimos años que se celebran de Estado de las Autonomías.
Yo he vivido una provincia de Huesca y este de la de Teruel volcadas sus gentes a la emigración a Barcelona y, sin embargo, una provincia y ciudad de Zaragoza receptora de unos 40.000 sorianos de origen que con sus descendientes con la cuarta parte de población, sumadas sus parejas y nietos. Buenos conocedores de Soria en todo caso.
Los sorianos eligieron antes, para ser de donde se pace, una ciudad de pastores que otra cuya cabañera pasa por la Puerta de Alcalá y su calle de ocho carriles. Una urbe, ni pequeña ni grande, cómoda y próxima a sus pueblos de origen, especialmente en las comarcas de Ágreda, Arcos de Jalón y Almazán, que concentrarse en Madrid. Siendo el valle del Duero y Valladolid ciertas tierras incógnitas, prefirieron inicialmente integrarse en el tejido industrial y, tras prosperar, desarrollar su alma mercantil de trueque, pastoril inversora, en Zaragoza. No tanto en el resto de Aragón (porque son así de listos y resilientes y no veían el mercado que ellos mismos abandonaron reproducido).
Así y tras la Constitución con su Estado de las Autonomías que reivindicó Aragón y afectó como daño colateral al centralismo castellano, hemos sentido y vivido el borrado y traslado del legado universitario castellano en Zaragoza (el leonés Badiola, el humanista e historiador soriano Carmelo Romero, el magnífico novelista y veterinario de Chércoles: Juan José Ramos Antón) que hoy son excepciones en la setentena. Todo ello en el mismo idioma, qué no habrá pasado por otras culturas de la plurinación.
A estos selectos y al resto de castellanos residentes ni siquiera ha de reconocérseles la condición de aragoneses afectiva, como tampoco a Julio Puente –mi querido amigo y compañero de blog-, sino de aragoneses con mayúsculas.
Pues afirmo que hoy todos ellos hoy vivirían en Valladolid, con su vino mejor del mundo y su fantástica escuela de periodistas “El Norte de Castilla”. O directamente en Madrid, divorciados del Ebro y pasando cada viernes por Medinaceli, cuando forman parte del mismo pueblo culto y educado, rubio y delicado celtibérico, de los bilbilitanos y turolenses.
En mis tiempos de ir a fiestas de San Juan de “Camino Soria” de Gabinete Caligari, no era sino a partir de Berlanga donde el Duero se hacía plenamente castellano. Ello porque bajaba de Urbión mirando al Moncayo por unos montes de pinos escultóricos y retorcidos que recuerdan que no solo la montaña soriana sino también Rioja fueron Castilla, las parteras de su idioma. Perdida Rioja para la causa castellana, Soria quedó como una extraña envolvente, un apéndice que apagó la política de Tarazona y el Moncayo norte –y tanto, añado, están sintiendo en términos de pérdida de actividad-.
Vaya para mis aragoneses sorianos queridos y mis amigos de infancia y juventud, Marimar Martín y Agustín Fuentemilla, como para tantas madres y padres de zaragozanos sorianos que he conocido, el presente recordatorio. Grandes guisanderos de cangrejos de río residentes en la metrópolis del Ebro en la que como mejor se puede comer es a la soriana: con raciones de chorizo dulce, torreznos y picadillo, aunque no de mantequilla salada que es la mejor del mundo.
A finales del siglo pasado, ibas a dar una vuelta a la ciudad de Soria, a empaparte de Machado y románico y tomar unos cortos en el “Collao” o dar un paseo botánico por la Dehesa, y veías la sede de “Heraldo de Soria” como que su plaza-corazón se hallaba ocupada por un mamotreto de Ibercaja. Ello te hacía querer estar por sentirte en casa, profundizar y disfrutar de la ciudad patrimonial de Burgo de Osma, el cañón del Río Lobos, el castillo de Gormaz y el sabinar donde Calatañazor. Muchos trabajadores de lo local queríamos ser secretarios en Soria.
Luego nos mandaron un apagón, aunque yo recuperé el fusible esta primavera visitando la comarca pinariega desde Rioja y Neila.
Por ello, quiero destacar, como casi cada año, algunas noticias de la actualidad soriana de 2025 que me parecen relevantes, de las que tomar nota y considerar desde mi provincia oscense:
Desde el Proyecto ochentero “Soria Natural”, tan en el espíritu de las iniciativas de la “Fundación Térvalis” turolense, la cuarta provincia ha sido un territorio pionero en introducir productos herbales de altísima calidad en el mercado de Madrid y la venta electrónica. Ese tirón está siendo aprovechado por otros especialistas en agroalimentación a partir de los productos del cerdo, reposterías de las Clarisas y las afamadísimas setas y chuletas pinariegas de Vinuesa. Destino de montaña muy conocido por los zaragozanos a la misma distancia temporal que el Pirineo oscense.
La fundamental asociación en el pulso y nervio sorianos, “Soria Ya”, pasa su rubicón electoral en las elecciones venideras castellanas y municipales entre críticas a su apoltronamiento derivado de su política de pactos y que sus tres cabezas descollantes se presenten nuevamente como candidatos a las primarias. Ay del asociacionismo y su profesionalización, que recordarían en Teruel.
Voces escasas claman, como en Aragón, y recuerdan el sacrificio de las abundantes y despobladas tierras castellanas como soportes de macro proyectos tales como la súper granja porcina o la mina de Borobia en el Moncayo Sur, el faraónico aunque muy bonito Parque Empresarial del Medio Ambiente de Garray –que tiene como uno de sus ejes la actuación “Maderaula” para el aprovechamiento y puesta en valor de la madera del monte soriano- o las iniciativas fotovoltaicas que pretenden desarrollarse en centenares del hectáreas en el sur seco, colindante con Aragón y Guadalajara.
Ha sido por último, en el ámbito de la cultura al que siempre dedicaré una mirada, el año de la conmemoración del 150º aniversario natalicio de Antonio Machado, y se le han dedicado actos, la impulsión de unas rutas entorno al intelectual aunque ligero de equipaje físico y hasta un Congreso Internacional. La actuación más popular y emotiva entiendo que ha consistido en la colocación de un banco-libro en la plaza soriana del Vergel. Voces críticas apuntan a cómo en esta pretendida como iniciativa “Ciudad de los Poetas” se quiera afear las vistas de la ballesta del río padre castellano a su hundido paso por la localidad y San Saturio –generando el bosque de ribera más bello de Europa en otoño- con una promoción de miles de viviendas.
Cuestión bien poco poética, sí, y añado que de pésima prosa en cuanto a la justificación de qué interés general se haya puesto en juego como excusa.
Se necesita demasiada resistencia numantina para poderlo pasar garganta abajo. De las contradicciones por nuestro bien que detestó, aunque no por eso combatió con saña, el maestro sevillano con ojos de olmo sin grafiti y páramo. Este maestro, junto con otros de su generación, que nos ayudó a comprender y santificar nuestro recio y duro paisaje sin tener que leer a los poetas japoneses del zen, que él tanto conoció y usó para emocionarnos.
Como en el siguiente poema de sus “Canciones de Tierras Altas” (título que no he llevado a enmarcar, sino que llevo tatuado):
Yo he vivido una provincia de Huesca y este de la de Teruel volcadas sus gentes a la emigración a Barcelona y, sin embargo, una provincia y ciudad de Zaragoza receptora de unos 40.000 sorianos de origen que con sus descendientes con la cuarta parte de población, sumadas sus parejas y nietos. Buenos conocedores de Soria en todo caso.
Los sorianos eligieron antes, para ser de donde se pace, una ciudad de pastores que otra cuya cabañera pasa por la Puerta de Alcalá y su calle de ocho carriles. Una urbe, ni pequeña ni grande, cómoda y próxima a sus pueblos de origen, especialmente en las comarcas de Ágreda, Arcos de Jalón y Almazán, que concentrarse en Madrid. Siendo el valle del Duero y Valladolid ciertas tierras incógnitas, prefirieron inicialmente integrarse en el tejido industrial y, tras prosperar, desarrollar su alma mercantil de trueque, pastoril inversora, en Zaragoza. No tanto en el resto de Aragón (porque son así de listos y resilientes y no veían el mercado que ellos mismos abandonaron reproducido).
Así y tras la Constitución con su Estado de las Autonomías que reivindicó Aragón y afectó como daño colateral al centralismo castellano, hemos sentido y vivido el borrado y traslado del legado universitario castellano en Zaragoza (el leonés Badiola, el humanista e historiador soriano Carmelo Romero, el magnífico novelista y veterinario de Chércoles: Juan José Ramos Antón) que hoy son excepciones en la setentena. Todo ello en el mismo idioma, qué no habrá pasado por otras culturas de la plurinación.
A estos selectos y al resto de castellanos residentes ni siquiera ha de reconocérseles la condición de aragoneses afectiva, como tampoco a Julio Puente –mi querido amigo y compañero de blog-, sino de aragoneses con mayúsculas.
Pues afirmo que hoy todos ellos hoy vivirían en Valladolid, con su vino mejor del mundo y su fantástica escuela de periodistas “El Norte de Castilla”. O directamente en Madrid, divorciados del Ebro y pasando cada viernes por Medinaceli, cuando forman parte del mismo pueblo culto y educado, rubio y delicado celtibérico, de los bilbilitanos y turolenses.
En mis tiempos de ir a fiestas de San Juan de “Camino Soria” de Gabinete Caligari, no era sino a partir de Berlanga donde el Duero se hacía plenamente castellano. Ello porque bajaba de Urbión mirando al Moncayo por unos montes de pinos escultóricos y retorcidos que recuerdan que no solo la montaña soriana sino también Rioja fueron Castilla, las parteras de su idioma. Perdida Rioja para la causa castellana, Soria quedó como una extraña envolvente, un apéndice que apagó la política de Tarazona y el Moncayo norte –y tanto, añado, están sintiendo en términos de pérdida de actividad-.
Vaya para mis aragoneses sorianos queridos y mis amigos de infancia y juventud, Marimar Martín y Agustín Fuentemilla, como para tantas madres y padres de zaragozanos sorianos que he conocido, el presente recordatorio. Grandes guisanderos de cangrejos de río residentes en la metrópolis del Ebro en la que como mejor se puede comer es a la soriana: con raciones de chorizo dulce, torreznos y picadillo, aunque no de mantequilla salada que es la mejor del mundo.
A finales del siglo pasado, ibas a dar una vuelta a la ciudad de Soria, a empaparte de Machado y románico y tomar unos cortos en el “Collao” o dar un paseo botánico por la Dehesa, y veías la sede de “Heraldo de Soria” como que su plaza-corazón se hallaba ocupada por un mamotreto de Ibercaja. Ello te hacía querer estar por sentirte en casa, profundizar y disfrutar de la ciudad patrimonial de Burgo de Osma, el cañón del Río Lobos, el castillo de Gormaz y el sabinar donde Calatañazor. Muchos trabajadores de lo local queríamos ser secretarios en Soria.
Luego nos mandaron un apagón, aunque yo recuperé el fusible esta primavera visitando la comarca pinariega desde Rioja y Neila.
Por ello, quiero destacar, como casi cada año, algunas noticias de la actualidad soriana de 2025 que me parecen relevantes, de las que tomar nota y considerar desde mi provincia oscense:
Desde el Proyecto ochentero “Soria Natural”, tan en el espíritu de las iniciativas de la “Fundación Térvalis” turolense, la cuarta provincia ha sido un territorio pionero en introducir productos herbales de altísima calidad en el mercado de Madrid y la venta electrónica. Ese tirón está siendo aprovechado por otros especialistas en agroalimentación a partir de los productos del cerdo, reposterías de las Clarisas y las afamadísimas setas y chuletas pinariegas de Vinuesa. Destino de montaña muy conocido por los zaragozanos a la misma distancia temporal que el Pirineo oscense.
La fundamental asociación en el pulso y nervio sorianos, “Soria Ya”, pasa su rubicón electoral en las elecciones venideras castellanas y municipales entre críticas a su apoltronamiento derivado de su política de pactos y que sus tres cabezas descollantes se presenten nuevamente como candidatos a las primarias. Ay del asociacionismo y su profesionalización, que recordarían en Teruel.
Voces escasas claman, como en Aragón, y recuerdan el sacrificio de las abundantes y despobladas tierras castellanas como soportes de macro proyectos tales como la súper granja porcina o la mina de Borobia en el Moncayo Sur, el faraónico aunque muy bonito Parque Empresarial del Medio Ambiente de Garray –que tiene como uno de sus ejes la actuación “Maderaula” para el aprovechamiento y puesta en valor de la madera del monte soriano- o las iniciativas fotovoltaicas que pretenden desarrollarse en centenares del hectáreas en el sur seco, colindante con Aragón y Guadalajara.
Ha sido por último, en el ámbito de la cultura al que siempre dedicaré una mirada, el año de la conmemoración del 150º aniversario natalicio de Antonio Machado, y se le han dedicado actos, la impulsión de unas rutas entorno al intelectual aunque ligero de equipaje físico y hasta un Congreso Internacional. La actuación más popular y emotiva entiendo que ha consistido en la colocación de un banco-libro en la plaza soriana del Vergel. Voces críticas apuntan a cómo en esta pretendida como iniciativa “Ciudad de los Poetas” se quiera afear las vistas de la ballesta del río padre castellano a su hundido paso por la localidad y San Saturio –generando el bosque de ribera más bello de Europa en otoño- con una promoción de miles de viviendas.
Cuestión bien poco poética, sí, y añado que de pésima prosa en cuanto a la justificación de qué interés general se haya puesto en juego como excusa.
Se necesita demasiada resistencia numantina para poderlo pasar garganta abajo. De las contradicciones por nuestro bien que detestó, aunque no por eso combatió con saña, el maestro sevillano con ojos de olmo sin grafiti y páramo. Este maestro, junto con otros de su generación, que nos ayudó a comprender y santificar nuestro recio y duro paisaje sin tener que leer a los poetas japoneses del zen, que él tanto conoció y usó para emocionarnos.
Como en el siguiente poema de sus “Canciones de Tierras Altas” (título que no he llevado a enmarcar, sino que llevo tatuado):
Recio viento sopla
de Urbion a Moncayo.
!Páramos de Soria!
09.12 Luis Iribarren.

