18.9.24

II Muestra Alimentaria de Zaragoza, Palacio Sástago, 2024. En Zaragoza La Harta


El pasado fin de semana se volvía a no llegar a todo lo que sucedía en Zaragoza ciudad. Las familias han vuelto, han empezado el año escolar y las actividades deportivas, el Asalto de Torrero-La Paz. Como la ferieta de la calle San Pablo de indumentaria retro con colas de usuarios de influencers y la muestra alimentaria eclosionaron al alimón.

Además de la vuelta de la Filmoteca, con las películas exhibidas en Calanda, Festival Buñuel edición de 2024.

Vaya paleta cromática de posibilidades. Las disfruté en un paseo para el que había que estar en forma para abarcarlas el pasado sábado.

Para promocionar alimentos, las Diputaciones tienen más medios, más remanentes, que el Gobierno de Aragón y las comarcas. Y lo hacen particularmente bien con rutas o apoyando las jornadas de trufas de Sarrión (Teruel), organizando premios para los mejores quesos o una feria de intercambio con Pirineos norte (Huesca) y potenciando entre sus clientes de cercanía la garnacha cuando le toca a Aragón o potenciando determinados alimentos de calidad del Cuarto Espacio en el Palacio de Sástago (Zaragoza menos Zaragón).

Determinadas referencias no concurrieron por el espacio limitado y que ya les va muy bien. Debo reseñar que siempre me emociona el patio del palacio convertido en ágora o corrala de intercambios, más que cuando alberga exposiciones.

Este sobresaliente edificio fue la residencia renacentista que se construyó el poderoso Artal de Alagón y Luna a finales del siglo XVI, su patio renacentista me parece el segundo más espléndido de Zaragoza tras el de la infanta y las rehabilitaciones de Ricardo Magdalena y de la DPZ a mitades de los 80 respetaron el bello y emblemático inmueble para uso general.

Este palacio no era único en su especie en la que se denominó como “Zaragoza la Harta” o “Florencia española”. Dado que se podían inventariar cuando a los Austrias no se les ponía el sol hasta doscientos de ellos y casonas construidos en estilo renacentista de ladrillo. Rematados por galerías con arquillos y notables aleros salientes, los de planta grande y mediana contuvieron patios interiores para la iluminación de las estancias accesibles desde los portones con la principal aportación aragonesa al Renacimiento: las columnas recias de anillo de las primeras galerías de arcos.

Con buena afluencia de público, Zaragoza volvió a responder a su apelativo y se cataron o advirtió la presencia de alimentos magníficos entre los que quiero destacar los que más me emocionaron:

· Dos cajas de fantásticas y calibradas cebollas de Fuentes, mi favorita desde siempre con la babosa para acompañarla de olivas de Belchite y cualquier tomate de pera o feo. Tengo la impresión de que con los calçots de Valls, que son otra cosa, nos hallamos ante la mejor cebolla crujiente y poco azufrada del mundo. Se ha constatado que las raíces del alium cepa son el cultivo más extendido del orbe y con el mismo carácter que las de Fuentes yo solo he probado las rojas peruanas que se incorporan en el ceviche, las echalotas francesas -entre la cebolla y el ajo- y las tiernas criadas con el agua de las Alpujarras.

· El aceite de Agón de empeltres centenarios de Salz Medina, intenso, picante, aromático sin llegar a astringente, me pareció perfecto para acompañar verduras cocidas con patatas y legumbres y llevarlas a todo su nivel. Me entusiasmó además su formato en odre con grifo. En mi infancia llegué a ver en el Pirineo a pastores guardando así el preciado oro cuando tenía mucha calidad y reservando las tinajas para manteca de cerdo o el aceite inferior y menos ácido para conservar embutido y costillas.

· Las mieles de encina, espléndido logro que están comercializando dos meleros de Cinco Villas y Épila, las abejas liban nada menos que la resina de las bellotas. De lo contrario no les gustaría el fruto por excesivamente amargo. Me llevé un tarro porque me parece ideal para combinarla con requesón de Guara y los yogures de Fonz. Tengo que intentar un guiso de caza con chocolate y un chorro de esta miel. Estamos ante el dulce propio equivalente a la miel de brezo de altura burgalesa, palabras muy mayores.

· En el mundo de las compotas y mermeladas siempre se producen felices advenimientos de productores que van más allá. Es el caso de las mermeladas de la Vicora recogiendo el saber hacer de las abuelas de Sediles, lugar próximo al natalicio de Baltasar Gracián. De lo que han hecho y probado, la que más me emociona es la de gelificación de garnacha, un mostillo alucinante, seguida de la de mora de zarza que me traslada a finales de agosto en la Canal de Berdún.

· Termino con la denominación de origen vinícola de Calatayud. Me habéis leído hasta la saciedad mi querencia por estos vinos minerales antiguos, mi felicidad por la recuperación por un productor de la malvasía, la satisfacción que me produce que se premie a sus cavas finos… y que me pido el vermú de Terrer o, si no, el de Morata cuando salgo…

Calatayud tiene que recuperar su industria alcoholera tradicional de anisados, darle una vuelta a lograr el mejor aguardiente de cerezas del mundo y un licor de chocolate Monasterio de Piedra, por haberse introducido por el mismo en Europa.

El resto lo tiene todo. Lo mismo que las demás denominaciones aragonesas, llegándose hasta delicados mistelas y vinos de hielo.

16.09 Luis Iribarren

16.9.24

Bares singulares de Aragón 8. Binefar

l’Arcada y Novecento en la calle Industria de Binéfar
Estuve recientemente, renovando ese tipo de viajes por los que a veces soy tan criticado en vida privada y que remueven mi pasado.


Es verdad que la lectura de los posos de ese café nunca se sabe cómo  van a salir. Pero que también yo necesito hacerlo sin relación con la higiene mental, sólo para ver la evolución de golpe de los lugares donde tú used to… Y en los que una visita rápida un día de actividad, en el que tú tienes fiesta local y los otros no, te permite una revisión para 10 años. Que también lo es de la historia del urbanismo de Aragón e incluso España. Aunque nosotros tenemos una actividad industrial y comercial casi envidiable y solo propia del valle del Ebro.

Como dice Gotye, el poeta kiwi, aplicable a personas pero también a lugares…:

But you treat me like a stranger

And that feels so rough

Now you're just somebody that I used to know

Así en mi visita de primavera, tras parada para ver explotaciones de tomate rosa recién plantado en el valle del Vero, me dio tiempo de mucho. De visitar a mis antiguos compañeros de ahora comarca, de dar un vistazo a la nueva nave de sacrificio porcino de Fribín, de sorprenderme con el nuevo Ayuntamiento de Binéfar y el Hotel la Paz, cuya arquitectura comenté. Descubrir vagabundeando varios parques y espacios urbanos modo unidad de actuación pequeña, la nueva estación de autobuses neo-racionalista, el Centro de Salud…

También y tras ello, asentada la emoción, revisar mis antiguos lugares de paso. Así, intenté comer en el Restaurante Litera, en la calle Tamarite. Su propietario Daniel ya fallecido, su hijo al frente con una propuesta menos popular… el primero con quien tanto no conversaba (los que le conocieron saben por qué lo digo)…

Me di una vuelta por la biblioteca pública, sita en un palacio de ladrillo aragonés con arcadas de los Pano-Carpi, en la frontera de Aragón, que bien podría estar en Calatayud, Tarazona o Uncastillo.

Así que, tras el disgusto referido y el cierre del Bar la Mina –el hijo del propietario hizo la prestación social conmigo por indicación mía y siempre se le vidrian los ojos cuando me ve-, el consabido pastel en la pastelería Isábal y la caña correspondiente en el bar colindante a la Lonja, de los años 40 y que contiene la primera tablilla de precios…

Por fin pude atreverme a ir a L’Arcada y el Novecento. Esperaba que estuvieran cerrados al mediodía. Pero no… obviamente estamos cambiando de costumbres más de lo que nos parece.


Además, pude comer en el primero. Tomate, fresas y cerezas por ellos cultivados. En ese ambiente de verdadero pub que tiene que me acogió durante tres años casi todas las noches. Donde aprendí a valorar el vino y hasta hoy, a través del simple pero efectivo vino Valonga. Y luego con ese grupo de amigos en el que todavía figuraban los componentes de Proscritos, hoy todos en Zaragoza, y el singular panadero rocker total de La Melusa, cruce de carreteras donde paraban todos los berdunenses a comer costillas o longaniza.

Volví a l’Arcada, conversamos mi madre, Joaquín y Teresa en alucinante conversación sobre cuál era la mejor receta de longaniza fresca, sobre hijos y Barcelona –es Aragón Oriental-, sobre la vida vivida y renovada por nuestros interesantes relevistas y pude también tomar café en el pub donde los martes por la noche ponía música cayún de Nueva Orleáns, el Novecento.

Un bar donde los parroquianos nos instruíamos recíprocamente sobre nuestros gustos y rarezas musicales en un ejercicio cotidiano de tolerancia que… echo de menos… y que nos marcó a todos por lo que pude advertir…

Obviamente el Novecento lo presidía el famoso cuadro “El Cuarto Estado” de Giuseppe Pellizza, reproducido con mimo y difícil detalle por Bertolucci, cineasta para mí sobrevalorado pero que ha compuesto para la eternidad una galería cinéfila de imágenes Tintoretto.

Visitad Binéfar, parad un día y recorred su Casco Viejo. Se come muy bien. Pensad que un día en los 80 y principios de los 90 sus pubs distintos y geniales concentraron todo el ocio entre Barbastro y Lleida, la gente de la segunda viniendo de propio a oír buena música… 

Todo eso ha desaparecido pero mientras existió fue una demostración de que llevar hasta las últimas consecuencias un gusto o afición personal desarrolla todo un entorno… Con Monzón, contrapunteando a 8 kilómetros con jazz y heavy buenos…

15/09 Luis Iribarren.