A comienzos del siglo XVII la devoción a la Virgen del Pilar crece mucho y se decide encargar una imagen procesional en oro, plata y piedras preciosas, a la altura de lo que ya los fieles venían deseando. Realizada al menos la cabeza entre 1617 y 1620 por Miguel Cubels se convierte en una imagen de gran devoción que en la actualidad sale en procesión todos los 12 de octubre. Se sabe que en su primer siglo fue una imagen que llevó muchas joyas regaladas por fieles, algunas de ellas hoy se han perdido.
Toda esta bella talla está realizada con el oro y la plata que ya tenía la Virgen de joyas entregadas con anterioridad por sus fieles, que fueron fundidas para realizarla. Las notas de la obra nos dicen que en su manto se utilizaron 100 topacios engastados en unas estrellas de plata y 22 granates orientales, más esmeraldas, diamantes, rubíes y perlas, para terminar la obra poniendo en sus manos anillos de esmeraldas, diamantes y zafiros, que muchos de ellos han desaparecido.
También hay constancia que la imagen al procesionar por calles de barro y sin asfaltar como ahora, fue perdiendo parte de estas joyas por los vaivenes y movimientos bruscos en las calles y algunas se sustituyeron. De todas las maneras no hay constancia suficiente para asegurar nada, pues algunas de sus piedras figuran en documentos como rubíes y en otros como granates.
Lo cierto es que nos resulta curiosa la imagen por un detalle muy lógico, la Virgen no lleva en sus brazos al niño, pues cuando se apareció en carne mortal en Zaragoza según la tradición, era imposible que viniera a nuestra ciudad con un niño en brazos y con el Pilar de mármol. El Niño ya había sido crucificado y no tiene ningún sentido que viniera con él en brazos.
Lo cierto es que nos resulta curiosa la imagen por un detalle muy lógico, la Virgen no lleva en sus brazos al niño, pues cuando se apareció en carne mortal en Zaragoza según la tradición, era imposible que viniera a nuestra ciudad con un niño en brazos y con el Pilar de mármol. El Niño ya había sido crucificado y no tiene ningún sentido que viniera con él en brazos.