3.12.24

Aragonesxs: Javier Lázaro Gómez. Alcalde de Lagata


ARAGONESXS: INICIATIVAS EN EL VALLE DEL RÍO AGUASVIVAS y ALCALDE DE LAGATA: JAVIER LÁZARO GÓMEZ


El río Aguasvivas decidió revivir hace un mes y desbordó la presa romana de Almonacid de la Cuba, de las escasas en el Imperio que persiste y la de mayor altura. Ello revela que la ingeniería romana, antes que la árabe, percibió la necesidad de regular ríos con gran estiaje y de forma complementaria, garantizar el agua de riego para los trigales y campos de olivos milenarios de la meseta de Belchite. De suelo celtibérico fecundo y mineral, y bien aireada.

Semejantes usos y el de huerta, además de para agua de boca de Zaragoza, fueron causa de que se promovieran el embalse romano de Mezalocha y la pared con fuente que podemos disfrutar bajo la ermita de Muel. Cebollas, coles y nabos, además de habas, eran las verduras estrella en la alimentación de la época. Las almendras, uvas de parra y la vid de mesa reinaban entre las frutas.

Para disfrutar de obras de ingeniería hidráulica semejantes en importancia histórica a la presa de Almonacid tendríamos que desplazarnos a cinco kilómetros de Mérida y visitar la Presa de Proserpina que garantizaba el abastecimiento de la provincia de Lusitania.

Siempre es recomendable volver a Tarragona para algo más que coger una quemadura en las playas de la flota de Jaime I y descubrir su impresionante acueducto, como gozoso es acercarnos al que desde Albarracín garantizó el agua de boca en la colonia romana de Cella. Para bolsillos y almas con otros posibles, regalarse un viaje a Provenza en el que no puede faltar la visita al puente del Gard, un acueducto magnífico a tres niveles construido para salvar la conducción de agua a Nimes el río del que porta el nombre. Además de solazarse en los jardines y fuente de La Fontaine, uno de los primeros ejemplos de ajardinamiento en Europa entorno a monumentos y fuentes de origen romano.

La comarca de Belchite no solo contiene la obra de ingeniería hidráulica de represamiento de aguas más asombrosa y bien potenciada para su disfrute del mundo. Sus aceites y olivas curadas son premiados internacionalmente, se asiste al proceso de recuperación de varietales y viñedos tan afamados como los de Cariñena en el eje Lécera-Muniesa, la última localidad aborda el proceso de recuperar y extender la producción de sus afamadas legumbres y la cooperativa e iniciativa privada de la primera comercializan pasta seca de gran calidad.

Las visitas al pueblo viejo de Belchite se están complementando con nocturnas que persiguen que los visitantes pernocten en la comarca, la reserva de aves del Planerón recibe a ornitólogos de toda Europa y las actividades y exposiciones de Fuendetodos no hay que presentarlas.

Seguramente como sucede con Ayerbe y los Monegros oscenses, a esta comarca poco poblada de Aragón le penalice su cercanía a Zaragoza, que su población joven ocupe los pisos de sus familiares en la ciudad y que solo retornen sus escasos vecinos cada fin de semana.

La pérdida de población en el valle del Aguasvivas quizá la simbolice como nada el estado de ruina prácticamente total que presenta el castillo-palacio de Letux del Marquesado de Lazán, excepto por su torre bien recuperada. Así el edificio, por evolución histórica de la propiedad, emparenta a esta villa de fundación templaria con un vino del Somontano, que homenajea a los marqueses de Salas Altas y Salas Bajas de la familia Rebolledo-Palafox. Primeros señores a los que ha sucedido una rama de familia grande de España residente en Madrid, los Álvarez de Toledo, que no tanto de Letux.

Ventana con vistas al futuro, la población del poeta Rosendo Tello está revirtiendo la merma de actividad agraria con una quesería que la está poniendo en el mapa español de los productos lácteos a partir de la producción de quesos curados de oveja y cabra, en conserva de aceite belchitano y, especialmente, pro comercializar originales cremas de queso viejo en aguardiente y de queso de cabra para untar.

Remontando el valle con destino al muy poco conocido en Aragón embalse de Moneva, distintas sorpresas e iniciativas revelan pulso firme, un combate de años contra el conformismo. Lo he personalizado en Javier Lázaro, sin perjuicio de que la siembra de vida no la habrá exclusivamente protagonizado sino compartido con las corporaciones de Lagata y Samper del Salz.

La esencia a perfume de vida se concentra en el complejo deportivo de la primera localidad, el estado impecable de conservación de su iglesia parroquial, el arte urbano que la embellece por iniciativa de su Ayuntamiento,… Ilusionar nunca es baladí y un pueblo cuidado tira de que sus hortelanos conserven un mosaico de huertos de frutales extraordinario, además de que ha permitido un complejo para la acogida, servicio y disfrute de los asistentes al mejor festival de reggae español. Buena ocurrencia la de maridar Jamaica con puestas de sol de secano para alucinar sin paraísos artificiales.

Lagata y Samper fueron administrados por los abades del Monasterio de Rueda por directa concesión de Ramón Berenguer IV, príncipe consorte de Aragón y gran emprendedor como político, que organizó mediante cartas pueblas las repoblaciones de Berdún, Sigüés o Tiermas en Jacetania. La ladera sur de la Canal de Berdún hasta Salinas de Jaca fue posesión el Monasterio de San Juan de la Peña, su feudo agrícola y ganadero. Estos paisajes y poblaciones podrían estar hermanados, como lo están en abandono institucional secular.

El Monasterio de Rueda y su bella torre mudéjar, cisterciense como el de Veruela, da razón del apellido de Samper por cuanto sucedió a la abadía del Saltz próxima a Zuera y con tierras en Villanueva. Los intereses repobladores de los monarcas aragoneses del Bajo Ebro y el control de la producción del feraz meandro de Escatrón de los reyes Aragón trasladaron la iniciativa colonizadora cisterciense a este punto del valle medio del Ebro cercano a la tierra de Belchite, del árabe Belsid. Oasis en que las acequias romanas de Almonacid de la Cuba, plagaron el páramo del empeltres milenarios.

En el cauce y huerta del Aguasvivas en dirección sur, la población de Samper del Salz alberga sorpresas como un molino medieval, un espacio museístico dedicado a Antonio Fortún Paesa nacido en la localidad con varias de sus pinturas expresionistas de vibrante color, y los restos conservados con la torre en muy buen estado de su iglesia de San Pedro.

En todos estos lugares disfrutaréis de bar abierto en que poderse restaurar, reproducciones de pinturas del Museo del Prado por primera vez instaladas en un medio rural austero como desarrollo del programa “En un lugar de… Aragón” y, especialmente, una foto por localidad reinterpretando grandes maestros de la fotografía española contemporánea quince pinturas negras de Goya.

Precisamente de entre esta actuación denominada en su conjunto “La Intervención de lo Real” las que me parecieron más emocionantes fueron la revisión del zaragozano Pedro Avellaned, del goyesco ‘Dos mujeres y un hombre’ y la de la fotógrafa barcelonesa Isabel Muñoz Vilallonga, denominada ‘Sombras. Serie Japón’, reinterpretación del Saturno devorando a su hijo, en Letux.

Le decimos hasta luego a las tierras de Belchite con un fragmento de poema del inquietísimo intelectual Rosendo Tello:

¿Cómo puedo expresar el desencanto

de quien viendo se aleja de toda posesión?

03.12 Luis Iribarren

26.11.24

Diez jardines inesperados aragoneses



DEDICADO A LA ASOCIACIÓN ARAGÓN JAPÓN, 20 ANIVERSARIO, Y A LA SOBERBIA EXPOSICIÓN ANTOLÓGICA DE LA OBRA DE PACO SIMÓN, EN LA LONJA DE ZARAGOZA


La Asociación Aragón Japón ha propuesto para celebrar nuestro 20º Aniversario diversas exposiciones de pintura con aguadas a la tinta china, sumie, de bonsáis de la fascinante asociación de expertos zaragozanos en convertir higueras en poesía y un ramillete de charlas dedicadas a disciplinas artísticas japonesas. Todos los actos se vienen desarrollando en el sótano del Centro Joaquín Roncal de Zaragoza.

Ayer varios afortunados asistimos a un documental felicísimo de casi una hora, recorrimos con una aficionada japonesa a grabar sus cambios estacionales, los numerosos y cuidados jardines de Kyoto. Varios de ellos, principales exponentes del arte japonés de la jardinería seca, de piedra, o con agua.

Las jornadas organizadas por la Asociación Aragón-Japón proseguirán hasta enero y os recomiendo la asistencia a alguno de sus actos que podéis consultar en su página. Os emplazo porque suelen durar una hora a acompañarlos con una visita a la armadura samurái recién adquirida por el Museo de Zaragoza depositada en la planta baja del Museo Pablo Serrano y a la exposición de pintura ukiyo-e y hanga: “La Mujer en Japón”, que engalana como pocas veces el patio del Palacio de Sástago.

Comisariada por el mismo pintor, qué mejor modo tras una colación con tempura de borraja o cebolla tierna en el bar de la calle Jordán de Urriés, que ha maridado con originalidad productos aragoneses con tradición japonesa, que dirigirnos a gozar de la obra colorista y llena de ternura, con la visión optimista del paisaje aragonés y la ocurrencia de herir a los Mallos de Riglos con cortinas de pintura de colores, de la exposición “Paisajes Iluminados” de Paco Simón en la Lonja.

Su mirada alucinada y expresionista sobre el paisaje aragonés lo acerca sin él pretenderlo a los viajes por Japón recreados en láminas de los grandes de la pintura japonesa: Hiroshige y Hokusai, maestros del lacado y del entintado de planchas previo dibujo detallado y soberbio de los mundos flotantes.

Qué mejor que dedicarles a la Asociación Aragón Japón y a Simón una pequeña y breve relación de jardines aragoneses (o espacios con árboles y vida) en que detener el tiempo, que se confunden con la naturaleza circundante o que la paralizan. Inesperados y sutiles cambios acontecen en ellos como en los de Kyoto. No gozan de la popularidad del bosque del Betato de Tramacastilla, del Monasterio de Piedra ni del Parque Labordeta, pero permiten estar en paz y darse un baño de luz, de arte o de quietud, acompañan el reposo y lectura detenida de una novela de Kawabata, de una página de Irene Vallejo, permiten masticar salivando un poema de Vilas y que Miguel Mena te meza la mente por su Moncayo.

1.- Vía crucis de postes de alta tensión, cuevas, capitanas y pitas del Cementerio de Juslibol.

El conjunto humano de las viviendas horadadas de la montaña campamento previa a la conquista por Alfonso el Batallador de Zaragoza, es el verdadero cabezo de la ciudad, no donde está el rey del Parque Grande.

En ese espacio, se desordenan geranios, pitas, azaleas, algún pino plantados por los covanos y sobreviven aromáticas. Su bosque de cabecera por el que se hace una carrera nocturna con linternas surreal es un calvario de postes metálicos al servicio de Zaragoza. Y la ciudad se divisa desde su Gólgota como una mancha edificada expresionista en medio de la cinta verde de regadíos del Ebro. Por la tarde, en días de cierzo, se asiste a monumentales puestas de sol con reflejos rosados y jazmines que tiñen de terciopelo antiguo gótico las huertas de Juslibol y de oro viejo aplicado a brochazos, el de los retratos de Goya que tenía la luz en su pincel, los edificios de la Expo, los puentes y la Estación de Delicias.

2.- Jardín de San Lure de Jaca. 

Para esos días en que nieva a copos gordos o que incluso en la montaña la máxima es de 30 grados, con todos los pirineistas subiendo a ibones y hayedos y los forasteros del común paseando por el parque modernista y la Vereda Oeste de Jaca, os emplazo con una botella de agua fresca y un libro a vagabundear por el este vacío de Jaca y localizar este bello rincón irregular. Ensombrecido por cedros y arbustos que los matizan, permite disfrutar de una vista de Oroel humanizada entre ramas, que le quita su tratamiento divino. Esta maravilla viene del aprovechamiento por el Ayuntamiento para uso público el jardín privado de la Villa María, de los Díaz-Pradas y generación del espacio en que se organizan los conciertos al aire libre, anfiteatro en la misma colina.

3.- Paseo arbolado con chopos cabeceros y referencias literarias de Calamocha.

Si tenéis la suerte de visitarlo con el río un poco helado y las ramas de los árboles combándose con la nieve, viviréis una experiencia fascinante. Tomándolo de sur a norte, el paseo os conducirá al puente romano de un arco y al lavadero histórico de la localidad. Los letraheridos gozaréis durante el recorrido de una ruta literaria con quince estaciones dedicadas a autores aragoneses que incluyen fragmentos de su obra (el bilbilitano Marcial, varios aforismos de Gracián, pedazos de artículos del periodista de Codo: Benjamín Jarnés, poemas de Enrique Villagrasa) o de otros con obras relacionadas con este histórico paso del Jiloca y Aragón, la Extremadura medieval aragonesa hacia Valencia (El Cantar del Mío Cid, un soneto del Quevedo desposado el Cetina y la inevitable referencia al eposodio del Quijote acontecido en la Ínsula Barataria).

Destacar al respecto un fragmento de la novela “Patria” de Aramburu, en que se describe el frío seco y helador del frigorífico de España, novela que nos dará para otras aventuras.

4.- Jardines arbolados con pinos de la subida al Castillo de Alcañiz (Puipinos).

Lo elegimos por su carácter de jardín de acceso a castillo de los que encontraremos en Monzón, Uncastillo o también Aínsa. Desde Puipinos, formando la vista parte del jardín, se tiene una mirada en contrapicado y privilegiada sobre los tejados y parcelario del Barrio de los Almudines de la ciudad, judería y ensanche medieval, repleto de casas con un frente de fachada de cuatro metros en parcelas rectangulares de similar superficie. Se trata según los expertos de un ensanche relevante como principal exponente modelo de urbanismo gótico, ortogonal, en damero, que genera casas profundas hacia el interior y separa su calle Mayor que baja al puente del Guadalope y se conserva particularmente puro.


5.- Jardines-parque del Padre Querbes de Huesca:


Quizá se trate del proyecto con mayor influencia del jardín japonés ejecutado en todo Aragón lo que, además, permite en una manzana cerrada con varias entradas jugar a trasladar a su interior el espacio agrícola y ordenación de campos que circundan la ciudad. Contiene diversas pequeñas acequias que lo dotan de humedad y notas musicales, una lámina de agua con lotos que refleja hileras de bancales propios de las huertas del Isuela, montículos aterrazados con aromáticas del entorno y bulbos, sombreados por arces y otros árboles caducos que establecen, en su conjunto, un diálogo permanente con el jardín en las distintas estaciones.

6.- Ajardinamiento en solar de la calle Mayor de Borja. 

Con él queremos representara las iniciativas de los ayuntamientos semejantes a la felicísima de “Esto no es un Solar” de Zaragoza, que tan dotado de sorpresa, belleza cotidiana y vida a entornos condenados. Que han generado pequeños oasis de vegetación en las parcelas cada vez más numerosas que quedan sin uso ni iniciativa urbanística tras demoler edificios ruinosos. Elegimos la borgiana debido a que la ciudad cuenta con uno de los parques con mayor historia de Aragón, el Parque del Agraciel, que necesitaría una inversión importante para cambiarle su aire simétrico obsoleto.

7.- Jardines y Parque de las Arcillas de Teruel. 

Si el concepto de jardín japonés pasa por trasladar a entornos de santuarios o privados la naturaleza circundante, simbolizando las gravas menudas las olas, las piedras con musgo las montañas y las insertadas en lagos, las islas del archipiélago, entonces el concepto de este reciente jardín turolense es el inverso. Acercar a la ciudad y permitir el disfrute de las laderas artificiales y con apariencia de erosionadas provocadas por la extracción de arcillas para su transformación en Villarreal, extraídas en los montes que circundan la ciudad al este, superando la cicatriz estética, lo vaciado presente hasta en el corazón de la capital de la provincia que ha clamado contra el abandono.

El sabio tratamiento y ajardinamiento contiene miradores de arcilla hacia la ciudad, embalsamientos que remansan las aguas de los barrancos y plantaciones cuidadosas de pinos que no impiden la perspectiva de las muelas rojizas de arcilla.

8.- Jardines de la Chimenea de Monzón. 

En una ciudad repleta de sotos y zonas verdes, cuyo parque más usado y le ha dado renombre mundial ha sido su pista de atletismo, la chimenea de la Azucarera fue preservada y, como sucede en otras localidades de Aragón como los jardines con chimenea próximos a Helios en Zaragoza, el espacio de las naves resultó aprovechado para unos jardines de ciudad central, con un buen diálogo con los urbanizados en las orillas del Sosa.

9.- Vistas del Moncayo desde Trasmoz y sus parientes próximos del Obispado de Tarazona. 

Lo sé, es recurrente, como también sé que el mejor jardín de la Comarca de Borja es el huerto y el entorno cisterciense de Veruela, que podría haber citado con emoción idéntica la plaza desnivelada de la lonja de la iglesia de Añón o el muy bello jardín de la orilla del Queiles donde está la piscina de Tarazona, siendo yo un entusiasta de la rehabilitación de la plaza de acceso a la Catedral. Pero el Moncayo es el Fuji Yama aragonés y su vista más bella es matizado por el castillo de Trasmoz el mes de febrero, en día de cierzo con su cumbre nevada reflejando un azul purísimo.

Destacable por su vista sobre el valle del Aranda y pariente en colores y en historia, me resulta el entorno ajardinado del Palacio del Papa Luna de Illueca.

De la misma familia, visitad la placita ajardinada minimalista mudéjar con suelo cerámico, arquitos y cenefas y un mural de bronce del escultor Luis Moreno, que solaza sin afectar su acceso a una de las mayores joyas artísticas aragonesas: la magnífica iglesia-fortaleza de San Félix de Torralba de Ribota. La plaza-jardín cerámico funciona asimismo como un mirador excelente a las muelas rojas del valle.

10.- Entorno ajardinado del Castillo de Alfajarín. 

Como la lista no va del mejor al peor en mis consideraciones, debo citar como representativa de los ajardinamientos gozosos de páramo presentes en Leciñena, Monegrino y Lanaja, en los municipios monegrinos de Zaragoza o Huesca, la subida al castillo y ermita de Alfajarín . Ejemplo de repoblación escasa y suficiente sobre los difíciles suelos de yeso y páramo aragoneses.

La subida a la ermita discurre entre pinos, azaleas y aromáticas (recomendable hacerla para los que no podáis ir a Santorini) y desde arriba gozaréis de los emblemáticos montes blancos, que dan paso al verde oscuro de huerta del Ebro. El cerro de la ermita de Alfajarín, armoniosamente embellecido con olivos y cipreses, permite la vista del toro de Osborne recortado en colina próxima, comparable como icono a las piedras linterna votivas de los jardines japoneses.

«La verdadera libertad consiste en poder hacer lo que se debe hacer.» (Baltasar Gracián)

26.11 Luis Iribarren