Mi amigo madrileño, no diré su nombre, quiere hacerse aragonés. No hubo en mí ni adoctrinamiento, ni sugestión, ni siquiera mención a cambiarse de Comunidad Autónoma. Él solo, desesperado ante la situación de Madrid, asume que en Aragón se hacen las cosas de manera diferente y que le da vergüenza su ciudad, cómo la gente asume un cosmopolitismo que no tiene porque, como dice, somos provincianos a más no poder. Cuando hablamos por teléfono (los dos detestamos a esas personas que solo se comunican por whatsapp pero que son incapaces de llamar para ver cómo estás, porque hay personas robots y no lo saben) siempre sale su desesperación ante el caos de Madrid. Como terapia de apaciguamiento le digo que no se cabree tanto y, cuando quiero utilizar algo de humor, le digo que se vaya a vivir a Guadalajara.
Mi amigo madrileño conoce bien Madrid y me describió la ciudad cuando, en cierta ocasión, me comentó a grosso modo la vida de sus padres. Cómo su madre de niña iba con madre y hermanos de edifico en edificio semiderruidos durante la guerra y postguerra. Cómo su padre, demasiado de izquierdas, tuvo que lidiar con el aislamiento. Cómo él, junto a padres y hermanos, vivieron en esos edificios de protección social donde, en grandes moles en altura, vivían los que hoy llamaríamos de renta baja. Cuando lo comenta, veo la historia de España del siglo XX. Apenas unas palabras, durante unos minutos, ejemplifican perfectamente las miserias y luchas diarias que tantos españoles tuvieron que hacer para salir adelante o, las más de las veces, sobrevivir.
Nunca se lo he dicho, pero me emociona cuando habla así de su familia. Porque, en cierta forma, habla de la mía y quizá de muchos de los que lean este artículo. Es la historia de esta España nuestra tan saeteada por flechas envenenadas de vencedores arrogantes, religión hipócrita, ascenso social a base de podredumbre espiritual, destrucción y expulsión del talento en un país donde los investigadores tienen que mendigar ayudas económicas y exiliarse, pero sacamos y pagamos a nietas de dictadores en portadas de revistas del ¿corazón?
¡Querido amigo madrileño! Tienes razón en tus enfados, en tus maldiciones, en tu odio hacia un Madrid que destruye lo público y os convierte en esclavos de políticas injustas y, sobre todo, de una pobreza intelectual en la que se ha afianzado la radicalidad. Se ha creado una antropología social donde decir que no tienes seguro médico privado, segunda residencia, vivir en un buen barrio, viajar a lugares exóticos y estrenar ropa de marca como si no hubiera un mañana, en definitiva no seguir los postulados del neoliberalismo, te convierte en un John Doe.
¡Querido amigo madrileño! ¿Quisieron los hijos ser igual que los padres? ¿Cada generación familiar no quiere ser más lista, más alta, más guapa, más rica que la anterior?
¡Querido amigo madrileño! No se quiere recordar el pasado. No quieren vivir en edificios vitales semiderruidos. Se entrampa, se autoengaña, se vota a Ayuso. ¡ELLA ES EL PODER DEL QUIZÁ!
Ella es la quimera de creer por unos instantes que no existen los alquileres abusivos, los trabajos extenuantes, los barrios del Sur de Madrid que quieren ser como los del Norte. Ella arrastra a los suyos y convence a los desesperados que se aferran a una ideología que los desprecia y que los engaña con cantos de sirena. Los desesperados ya no se fían de los partidos que supuestamente los iban a defender, porque nunca lo hicieron o lo hicieron muy mal.
¡Querido amigo madrileño! ¿No ves que hasta Joe Biden en USA, patria del neoliberalismo, va a destinar cerca de dos billones de dólares para rescatar a la clase media? No lo hace por la clase media, no seamos ingenuos, lo hace por no perder el control geopolítico y hegemonía de USA. Cuando un cornudo con pieles se te planta en la presidencia del Congreso de la primera potencia económica, sabes que tienes que rescatar a los descontentos.
En Madrid no tenéis a un cornudo con pieles, tenéis a una pija con cuernos de oro heredados gracias al pueblo madrileño que los tuvo que cincelar con sudor y lágrimas. Pero esto la gente no lo quiere recordar. Amnesia, es el estado mental a tener y el dogma a seguir.
Por eso, cuando me preguntas a cuánto están los pisos en Teruel, me río. Pero te digo una cosa. Aquí te acogeremos sin dudarlo. Te veo viviendo en el Maestrazgo o por la sierra de Albarracín o en el mismo Teruel. No digo que Aragón sea perfecto, pero hay otro talante político a la hora de gestionar. El mismo Lambán se negó a sentarse con Vox para negociar. Es nuestro Merkel maño.
¡Querido amigo madrileño! Si algún día te decides a instalarte aquí en Aragón, te recomiendo que te lo patees, como si fueses Labordeta con tu mochila, del norte al sur. Cuando estés harto del desmantelamiento de la sanidad pública, de Esperanzas Aguirres que vende Goyas a espaldas de su familia y qué no hará y ha hecho, cuando soportes a los tontos de tus vecinos que se creen patriotas de medio pelo, cógete un billete de tren y vente para Aragón o a otro lugar donde encuentres un mínimo de civilización, esa que hoy se aleja de nuestro porvenir. Si algún día, querido amigo madrileño o madrileños en general, venís a Aragón os acogeremos. Calibrad cómo es nuestro territorio.
Lo repito, nadie es perfecto. Nosotros los aragoneses tampoco, pero puestos a comparar hacemos podio. Por cierto, ¡Teruel, existe!
Olga Neri