27.9.24

Cielos limpios de Zaragoza, por obra del Cierzo


Hay días en Zaragoza que los cielos de tarde casi noche asombran, no hay que machacar mucho la cámara pues se ven así de hermosos a poco que corra algo de aire y estén los ciudad limpios. 

Nuestro querido Cierzo hace maravillas con los colores. Mancha las nubes blancas de amarillos, de rosas, mientras las sombras las remarca con unas noches que ya quieren llegar.



26.9.24

Puestas de sol en Zaragoza


Para los que no saben bien qué ver en Zaragoza, les recomiendo un anochecer a la orilla del Ebro mirando al Pilar. Si hay suerte las puestas de sol pueden ser muy bonitas, sobre todo en días de ligero viento en que los cielos están rojos.



24.9.24

¿Eres de Zaragoza y quieres cuidarte el corazón?

 

Si quieres cuidarte un poco más, en Zaragoza tenemos el programa "Parques con Corazón" para hacer caminatas sencillas por los parques de la ciudad, y poder estar con más gente de tu barrio, sin que nadie te obligue a nada. 

Desde el Parque de Delicias, de José Antonio Labordeta, Pignatelli, Torre Ramona o Vadorrey, te ayudan a cuidar un poco más tu corazón.



21.9.24

Un escudo con león en Francia. Como en Zaragoza


Me encantan los leones como símbolos heráldicos por llevarlo Zaragoza en su escudo. Deben ser manías personales. A veces los voy buscando y este está en el Sur de Francia, como elemento decorativo de un friso en un edificio singular. Creo que es Toulouse, pero no estoy seguro totalmente.




18.9.24

II Muestra Alimentaria de Zaragoza, Palacio Sástago, 2024. En Zaragoza La Harta


El pasado fin de semana se volvía a no llegar a todo lo que sucedía en Zaragoza ciudad. Las familias han vuelto, han empezado el año escolar y las actividades deportivas, el Asalto de Torrero-La Paz. Como la ferieta de la calle San Pablo de indumentaria retro con colas de usuarios de influencers y la muestra alimentaria eclosionaron al alimón.

Además de la vuelta de la Filmoteca, con las películas exhibidas en Calanda, Festival Buñuel edición de 2024.

Vaya paleta cromática de posibilidades. Las disfruté en un paseo para el que había que estar en forma para abarcarlas el pasado sábado.

Para promocionar alimentos, las Diputaciones tienen más medios, más remanentes, que el Gobierno de Aragón y las comarcas. Y lo hacen particularmente bien con rutas o apoyando las jornadas de trufas de Sarrión (Teruel), organizando premios para los mejores quesos o una feria de intercambio con Pirineos norte (Huesca) y potenciando entre sus clientes de cercanía la garnacha cuando le toca a Aragón o potenciando determinados alimentos de calidad del Cuarto Espacio en el Palacio de Sástago (Zaragoza menos Zaragón).

Determinadas referencias no concurrieron por el espacio limitado y que ya les va muy bien. Debo reseñar que siempre me emociona el patio del palacio convertido en ágora o corrala de intercambios, más que cuando alberga exposiciones.

Este sobresaliente edificio fue la residencia renacentista que se construyó el poderoso Artal de Alagón y Luna a finales del siglo XVI, su patio renacentista me parece el segundo más espléndido de Zaragoza tras el de la infanta y las rehabilitaciones de Ricardo Magdalena y de la DPZ a mitades de los 80 respetaron el bello y emblemático inmueble para uso general.

Este palacio no era único en su especie en la que se denominó como “Zaragoza la Harta” o “Florencia española”. Dado que se podían inventariar cuando a los Austrias no se les ponía el sol hasta doscientos de ellos y casonas construidos en estilo renacentista de ladrillo. Rematados por galerías con arquillos y notables aleros salientes, los de planta grande y mediana contuvieron patios interiores para la iluminación de las estancias accesibles desde los portones con la principal aportación aragonesa al Renacimiento: las columnas recias de anillo de las primeras galerías de arcos.

Con buena afluencia de público, Zaragoza volvió a responder a su apelativo y se cataron o advirtió la presencia de alimentos magníficos entre los que quiero destacar los que más me emocionaron:

· Dos cajas de fantásticas y calibradas cebollas de Fuentes, mi favorita desde siempre con la babosa para acompañarla de olivas de Belchite y cualquier tomate de pera o feo. Tengo la impresión de que con los calçots de Valls, que son otra cosa, nos hallamos ante la mejor cebolla crujiente y poco azufrada del mundo. Se ha constatado que las raíces del alium cepa son el cultivo más extendido del orbe y con el mismo carácter que las de Fuentes yo solo he probado las rojas peruanas que se incorporan en el ceviche, las echalotas francesas -entre la cebolla y el ajo- y las tiernas criadas con el agua de las Alpujarras.

· El aceite de Agón de empeltres centenarios de Salz Medina, intenso, picante, aromático sin llegar a astringente, me pareció perfecto para acompañar verduras cocidas con patatas y legumbres y llevarlas a todo su nivel. Me entusiasmó además su formato en odre con grifo. En mi infancia llegué a ver en el Pirineo a pastores guardando así el preciado oro cuando tenía mucha calidad y reservando las tinajas para manteca de cerdo o el aceite inferior y menos ácido para conservar embutido y costillas.

· Las mieles de encina, espléndido logro que están comercializando dos meleros de Cinco Villas y Épila, las abejas liban nada menos que la resina de las bellotas. De lo contrario no les gustaría el fruto por excesivamente amargo. Me llevé un tarro porque me parece ideal para combinarla con requesón de Guara y los yogures de Fonz. Tengo que intentar un guiso de caza con chocolate y un chorro de esta miel. Estamos ante el dulce propio equivalente a la miel de brezo de altura burgalesa, palabras muy mayores.

· En el mundo de las compotas y mermeladas siempre se producen felices advenimientos de productores que van más allá. Es el caso de las mermeladas de la Vicora recogiendo el saber hacer de las abuelas de Sediles, lugar próximo al natalicio de Baltasar Gracián. De lo que han hecho y probado, la que más me emociona es la de gelificación de garnacha, un mostillo alucinante, seguida de la de mora de zarza que me traslada a finales de agosto en la Canal de Berdún.

· Termino con la denominación de origen vinícola de Calatayud. Me habéis leído hasta la saciedad mi querencia por estos vinos minerales antiguos, mi felicidad por la recuperación por un productor de la malvasía, la satisfacción que me produce que se premie a sus cavas finos… y que me pido el vermú de Terrer o, si no, el de Morata cuando salgo…

Calatayud tiene que recuperar su industria alcoholera tradicional de anisados, darle una vuelta a lograr el mejor aguardiente de cerezas del mundo y un licor de chocolate Monasterio de Piedra, por haberse introducido por el mismo en Europa.

El resto lo tiene todo. Lo mismo que las demás denominaciones aragonesas, llegándose hasta delicados mistelas y vinos de hielo.

16.09 Luis Iribarren

16.9.24

Bares singulares de Aragón 8. Binefar

l’Arcada y Novecento en la calle Industria de Binéfar
Estuve recientemente, renovando ese tipo de viajes por los que a veces soy tan criticado en vida privada y que remueven mi pasado.


Es verdad que la lectura de los posos de ese café nunca se sabe cómo  van a salir. Pero que también yo necesito hacerlo sin relación con la higiene mental, sólo para ver la evolución de golpe de los lugares donde tú used to… Y en los que una visita rápida un día de actividad, en el que tú tienes fiesta local y los otros no, te permite una revisión para 10 años. Que también lo es de la historia del urbanismo de Aragón e incluso España. Aunque nosotros tenemos una actividad industrial y comercial casi envidiable y solo propia del valle del Ebro.

Como dice Gotye, el poeta kiwi, aplicable a personas pero también a lugares…:

But you treat me like a stranger

And that feels so rough

Now you're just somebody that I used to know

Así en mi visita de primavera, tras parada para ver explotaciones de tomate rosa recién plantado en el valle del Vero, me dio tiempo de mucho. De visitar a mis antiguos compañeros de ahora comarca, de dar un vistazo a la nueva nave de sacrificio porcino de Fribín, de sorprenderme con el nuevo Ayuntamiento de Binéfar y el Hotel la Paz, cuya arquitectura comenté. Descubrir vagabundeando varios parques y espacios urbanos modo unidad de actuación pequeña, la nueva estación de autobuses neo-racionalista, el Centro de Salud…

También y tras ello, asentada la emoción, revisar mis antiguos lugares de paso. Así, intenté comer en el Restaurante Litera, en la calle Tamarite. Su propietario Daniel ya fallecido, su hijo al frente con una propuesta menos popular… el primero con quien tanto no conversaba (los que le conocieron saben por qué lo digo)…

Me di una vuelta por la biblioteca pública, sita en un palacio de ladrillo aragonés con arcadas de los Pano-Carpi, en la frontera de Aragón, que bien podría estar en Calatayud, Tarazona o Uncastillo.

Así que, tras el disgusto referido y el cierre del Bar la Mina –el hijo del propietario hizo la prestación social conmigo por indicación mía y siempre se le vidrian los ojos cuando me ve-, el consabido pastel en la pastelería Isábal y la caña correspondiente en el bar colindante a la Lonja, de los años 40 y que contiene la primera tablilla de precios…

Por fin pude atreverme a ir a L’Arcada y el Novecento. Esperaba que estuvieran cerrados al mediodía. Pero no… obviamente estamos cambiando de costumbres más de lo que nos parece.


Además, pude comer en el primero. Tomate, fresas y cerezas por ellos cultivados. En ese ambiente de verdadero pub que tiene que me acogió durante tres años casi todas las noches. Donde aprendí a valorar el vino y hasta hoy, a través del simple pero efectivo vino Valonga. Y luego con ese grupo de amigos en el que todavía figuraban los componentes de Proscritos, hoy todos en Zaragoza, y el singular panadero rocker total de La Melusa, cruce de carreteras donde paraban todos los berdunenses a comer costillas o longaniza.

Volví a l’Arcada, conversamos mi madre, Joaquín y Teresa en alucinante conversación sobre cuál era la mejor receta de longaniza fresca, sobre hijos y Barcelona –es Aragón Oriental-, sobre la vida vivida y renovada por nuestros interesantes relevistas y pude también tomar café en el pub donde los martes por la noche ponía música cayún de Nueva Orleáns, el Novecento.

Un bar donde los parroquianos nos instruíamos recíprocamente sobre nuestros gustos y rarezas musicales en un ejercicio cotidiano de tolerancia que… echo de menos… y que nos marcó a todos por lo que pude advertir…

Obviamente el Novecento lo presidía el famoso cuadro “El Cuarto Estado” de Giuseppe Pellizza, reproducido con mimo y difícil detalle por Bertolucci, cineasta para mí sobrevalorado pero que ha compuesto para la eternidad una galería cinéfila de imágenes Tintoretto.

Visitad Binéfar, parad un día y recorred su Casco Viejo. Se come muy bien. Pensad que un día en los 80 y principios de los 90 sus pubs distintos y geniales concentraron todo el ocio entre Barbastro y Lleida, la gente de la segunda viniendo de propio a oír buena música… 

Todo eso ha desaparecido pero mientras existió fue una demostración de que llevar hasta las últimas consecuencias un gusto o afición personal desarrolla todo un entorno… Con Monzón, contrapunteando a 8 kilómetros con jazz y heavy buenos…

15/09 Luis Iribarren.


12.9.24

Premios García Mercadal en el Medio Rural. Aragón y Zaragoza



Fernando García Mercadal
fue el proyectista de un cofre llamado Pabellón de Goya cuya joya es su exterior, el Parque Labordeta. Sito en ese entorno fresco del triángulo que conforma el Canal Imperial y el río Huerva, solaz de zaragozanos y visitantes a partir de los años 20.

El canal, navegable desde Torrero, dejó bellas postales de vuelta al daguerrotipo que al personal le gusta encontrar enmarcadas en cafés o en los libros por décadas de la historia de Zaragoza. Yo también los compro o me los regalan y los disfruto, cada vez que paseo por el Barrio del Carmen es una emoción nueva, últimamente la tengo con las puertas de latón racionalistas.

Con una vida de logros longeva, el arquitecto zaragozano del título (
García Mercadal) fue uno de los principales impulsor del GATEPAC: asociación de arquitectos por el progreso de la arquitectura contemporánea que superó el historicismo, modernismo y neomudejarismo, se la considera la Generación del 27 en su especialidad artístia de producción de emociones e introdujo en España el estilo racionalista.

Del que tanto disfruto en la calle Conde de Aranda de Zaragoza, con los chalés de la Calle Parque de Huesca y los de la Calle José Torán de Teruel. Además de presencia estilística propia de los pueblos de colonización y ciudades jardín de todas las aragonesas.

El racionalismo o estilo internacional es deudor en su introducción en España y después en Ciudad de México por este grupo de arquitectos en el que varios de sus componentes se exiliaron –e influenciaron la construcción de la casa de Rivera y Frida Kahlo- de las influencias de la Bauhaus alemana, cuyo principal legado conjunto en mi opinión es la ciudad blanca de Tel Aviv, o de la arquitectura limpia y funcional de Le Corbusier.

Bloques o unifamiliares de líneas puras y muros blancos o monocromáticos, cubiertas planas, balcones como popas de barco y ventanas e normes o superficies directamente acristaladas entre hormigón, el reto fundamental de esta corriente es que la forma siga a la función. 

Cuestión ensayada por búsqueda del aprovechamiento máximo de espacios, introducción del hormigón en la construcción e influencia de los rascacielos neoyorquinos y naves industriales en la proyección de viviendas. Que dejaron atrás el trencadís y las bóvedas del genial arquitecto valenciano Guastavino como las curvas, rejas y adornos florales del modernismo aragonés.

En cuanto a edificios representativos, el arquitecto barcelonés Josep Lluis Sert de la GATEPAC, exponente cumbre de la rama catalana de la citada asociación técnica republicana, redactó el proyecto del legendario pabellón de la República Española de la exposición Universal de París de 1937 en que, como caja digna del mejor edificio de la Bauhaus, se instaló el Guernica de Picasso y que se puede visitar replicado en la Ronda Norte de Barcelona.

Su colega y amigo zaragozano nos legó el Pabellón del Rincón de Goya, considerado el primer edificio racionalista español. 

Se trata de una caja sobria pero de hormigón, semejantes a las villas que aparecen en las maquetas de las ciudades romanas, sin ornamento alguno, con un airoso pórtico de ladrillo que matiza su aspecto macizo y que tiene por su funcionalidad, aún hoy, un fantástico uso educativo. García Mercadal relacionó el edificio con esa huerta-jardín circundante del Huerva, supongo que trasladando la feliz relación con su paisaje que tiene el mausoleo romano de Fabara.

El lugar forma parte de mi vida por mi querencia y curiosidad musical y como marco de tanta excelente programación de verano del Ayuntamiento de Zaragoza de su primer alcalde castellano de la transición, Ramón Sainz de Varanda, y su concejal Luis García Nieto

Por cuanto en las inmediaciones del pabellón y para reivindicarlo y dotar de sentido cultural a la obra se construyó un airoso anfiteatro para actuaciones en que tuve la oportunidad de ver a Mayall, Camarón, Pata Negra o Isabelle Antena siendo casi un tierno infante y antes o después de pasar por el Bandido, el Kezka o la Estación del Silencio.

El legado de García Mercadal no presenta una extensión ni marca en la ciudad tan indeleble como la de los arquitectos Félix Navarro –turiasonense y autor del Mercado Central-, Albiñana Corralé –que diseñó mi edificio favorito de Zaragoza, el del chaflán calle San Gil con Espoz y Mina que parece destinado para ser el mejor de un paseo marítimo y el precioso Casino Mercantil que traslada a la obra de Wagner en Viena- o, dentro del racionalismo, la frecuente presencia en los ensanches de los años 40 de edificios de los hermanos Borobio Ojeda de los años cuarenta –y mi emoción, entre todos ellos, se dirige a la torre de la primera Feria de Muestras racionalista con tintes mudéjares vista desde el Cabezo-.

Más allá del pabellón citado, a don Fernando le debemos un austero pero bellísimo por su movimiento edificio en Plaza los Sitios, nada menos que el conjunto hospitalario de la Casa Grande o Miguel Servet, o el muy airoso por sus juegos de luces de sus cristaleras azules edificio de uso sanitario de la calle Doctor Fleming esquina con la de María Agustín, en el que me he detenido a diferentes horas del día para ver cómo se genera un baño de luz azulete en la calle, que se matiza por el verdor de su arbolado en una sinfonía de fondo de río con algas.

Los premios de arquitectura para edificios e instalaciones aragoneses que se han concedido con el nombre de este referente para la arquitectura por el Colegio de Arquitectos y las exposiciones conmemorativas de los mismos han sido uno de los mayores sitios de mi recreo de los últimos años.

Desde 1994 y su edición inicial, he visitado el palacio de la plaza Ariño, Palacio de los Torrero, sede y caja de los arquitectos aragoneses para recrearme con los planos y alzadas de las obras ganadoras, a la vez que deslumbrarme ante un sobrio patio pero dotado de ventanales con arquillos que trasladan a la Aljafería, únicos en Zaragoza.

En otoño nos devuelven a muchos la pasión por viajar a los interiores de Aragón vaciados por sus ocupantes estacionales. Es el momento óptimo para visitar sin socarrina una iglesia con todo el tiempo y atención, comer en un restaurante popular, tomar un carajillo de casino o, por qué no, hacernos una ruta para visitar buena arquitectura presente en proyectos erigidos para sorprender el medio rural. En muchas ocasiones, concebidos con menos restricciones normativas o de protección.

Si os gusta la arquitectura, admiráis la belleza o singularidad, buscáis ideas para una rehabilitación o simplemente sois unos apasionados de los programas de La 2, documentales generalmente ingleses, de concepción de proyectos singulares os recomendamos visitar el siguiente listado de obras y hasta ver cómo la gran arquitectura se distingue en que por ellas no pasa el tiempo, que imitan en adaptación, funcionalidad y aprovechamiento del espacio a la Colegiata de Alquézar:

Vivienda que anteriormente fue cobertizo agrícola en Zuera, calle San Miguel. De Iñaki Alday y Margarita Jover, su concepción interior y luminosidad es sobresaliente. Con ella dieron el salto a diseñar el fantástico parque fluvial de Zuera y tras él, el Luis Buñuel de Zaragoza y ajardinamientos del tranvía de Casablanca a la plaza Paraíso.

Casa Carriú, de Bisaurri (Ribagorza), de Antonio Sanmartín Gabás de Azcón –arquitecto barbastrense- y Elena Cánovas, se trata de la ampliación de una borda cuya estética y pared de piedra fue respetada con dos plantas más de blanco roto y con entrantes y salientes angulados que matizan la obra conservada.

Ayuntamiento de Binéfar, de Alberto Casado, erigido en la plaza España de la localidad y solar del anterior afectado por aluminosis, se divide en dos volúmenes partidos y da la sensación de que una calle lo atravesara, un lugar para el uso de los vecinos. 

Además de permitir un juego de servicios interior y de representación, su aspecto escurialense exterior de hormigón blanco se matiza enormemente por una brecha acristalada y con lamas como las del pabellón de España de la Expo de Mangado que lleva luz y calidez a los despachos y oficinas. Dan ganas de entrar al Ayuntamiento que, sin embargo, presenta ante la plaza y avenida de dos de sus linderos un aspecto de castillo impenetrable.

Reconversión del Hotel Valle de Tena en viviendas en Panticosa, de Marie Claude Tourillon, con despacho en Biescas. Se trata de una fantástica actualización de su exterior y parte de su interior hacia una arquitectura hoy implantada en el Pirineo, superando un feo inmueble propio de cualquier playa del Mediterráneo y llevándolo a un conjunto de volúmenes en que se juega con la piedra del país y la madera oscurecida.

Vivienda unifamiliar en calle Falcón nº 11 de Ejea, de Cruz Díez García, arquitecto cincovillés con numerosos proyectos ejecutados en la ciudad citada y su entorno comarcal. Pero su edificio que más me gusta es la estructura que permite el disfrute de la vista de la Peña Canciás y tiene uso múltiple en Fiscal (Huesca), a orillas del Ara.

Cómo no, continuará.

Y aunque el Premio García Mercadal se vaya a reconvertir para distinguir a los mejores proyectos de jóvenes arquitectos, recomendaríamos por su interés general aragonés que las administraciones siguieran reconocido la gran arquitectura que mejora las relaciones de vecindad y con el entorno, especialmente en los pequeños núcleos aragoneses.

Esa condición de efecto demostración de que gozaron para la formación visual de los albañiles de cada comarca el volumen del hotel Mur de Jaca, el sifón del Sosa del Canal de Aragón y Cataluña o las varias viviendas modernistas de la Vuelta de los Puentes de Alcañiz. 

Porque la huella que supone la restauración de la Colegiata de Santa María de Calatayud o la Catedral de Tarazona no es tan trasladable a la arquitectura de vida cotidiana.

Ya perdonaréis la redacción los arquitectos, prima el interés general y agradecimiento por vuestra obra que mejora cada paseo que hacemos.

11.09 Luis Iribarren