En aquellos años 70 del siglo XX, la Zaragoza juvenil estaba en plena efervescencia, bullía y tenía una vida de discotecas de tarde y de noche que llenaban las necesidades de todos los jóvenes hasta los casi 40 años de edad, más de eso ya no era habitual excepto en tardes de boda.
27.9.25
Discotecas la Zaragoza de los años 70 para baile
En aquellos años 70 del siglo XX, la Zaragoza juvenil estaba en plena efervescencia, bullía y tenía una vida de discotecas de tarde y de noche que llenaban las necesidades de todos los jóvenes hasta los casi 40 años de edad, más de eso ya no era habitual excepto en tardes de boda.
Ebro 4: De Rerum ReinosII
Los viejos rockeros de la EGB memorizábamos en geografía los ríos y sus afluentes. Españoles, europeos y mundiales, y no era una mala cosa. Porque toda vida es una cuenca, en que los ríos van al mar, que es el morir.
O como diría el riojano del valle Gonzalo de Berceo: “tal es Sancta María, como el cabdal río”. Y un río del caudal de la santa que atraviese Rioja solo hay uno para este poeta que contribuyó a la edad de oro medieval de la advocación mariana, con reflejos como Valvanera o el Pilar en el valle para superar esos tiempos en que los monarcas, nobles y quien se lo pudiera permitir tenían hijos bastardos con sus amantes regias, que se llamaron “de ganancia”.
Fontibre-Deltebre, Reinosa-Amposta y, en mitad del valle las demás villas y ciudades.
Reinosa es una ciudad de rúas con casonas con sustentados por firmes columnas pétreas, de varias plantas y en cada piso, salientes o galerías de madera blanca, reminiscencia de la arquitectura solariega cantábrica y gallega. El Ebro en sus edificaciones del siglo XIX palaciegas mira al mar hasta Logroño y los amantes de las galerías no necesariamente debemos desplazarnos de romería laica arquitectónica hasta A Coruña, Oviedo o Santander pues tenemos magníficos conjuntos de ellas, bien conservadas, tanto en Reinosa como en Miranda de Ebro.
Los palacetes burgueses y casas de comunidades con galerías corridas en varios pisos, en las que ver y ser visto a resguardo de las inclemencias, suceden en función a los balcones o solanas cubiertos por protegidos por un alero muy amplio de las casonas y los caseríos vascos.
Una arquitectura rural de gran calidad especialmente sobresaliente en el Pas y Valle de Cabuérniga, que fijan el canon de casa montañesa: de piedra sillar, entrada mediante arco gótico o renacentista de medio punto, inicialmente con pajareta o cerramiento de uno de los lados cubiertos del soportal y recrecidas en una planta con balcón en el periodo barroco que generó las solanas –hoy las denominaríamos balconeras con geranios o mazorcas secándose- y barandales sobrios pero torneados de madera de castaño, pino o nogal.
Reinosa no contiene muchos ejemplares de casonas del tipo cántabro expuesto pero sí torreones medievales convertidos en viviendas, casonas de piedra sillar de balcones de reja sobrios (dado que llueve menos) como Casa Mioño, calles porticadas y conventos e iglesias barrocas, antes románicas.
La ciudad permaneció ajena a las rutas laneras que partieron de Burgos hacia Bilbao y Bermeo en primera instancia y a Laredo y Santander por las Merindandes burgalesas con los primeros Borbones. Tuvo que esperarse a 1765 en que se produce la liberalización total de los monopolios para exportación a favor de ciertos puertos cuando se potenció la ruta de Santander-Reinosa-enlace con el Canal de Castilla en el Pisuerga que se convirtió en la principal autopista fluvial de mercancías de la época; con Santander independizada de Burgos para exportar lana y cereales a Cuba y Puerto Rico, a cambio de azúcar.
Así nace la Reinosa lineal, de camino real, atravesada por el puente de Carlos III y con desarrollos urbanos de calidad en las dos márgenes del Ebro, al mismo modo que en Miranda de Burgos o la propia Zaragoza.
Fondas, molinos, negocios mercantiles regidos por comerciantes de todo el valle del Ebro, hacen necesario generar varias plazas especializadas cada una en un producto o sector: caballos, vacuno, cerdo, herramientas del campo y la sobresaliente producción de huevos, leche y quesos de la comarca.
Ello ha permitido disfrutar por sus habitantes de un nutrido conjunto de edificaciones burguesas, un airoso teatro, además del puente de tres arquitos de Carlos III sobre el Ebro recién nacido.
Capas posteriores de desarrollo derivaron en la instalación como cruce de camino de una fábrica de vidrios, otra de chocolate refinado y la primera industrial en España de queso, promovida por un francés Boffard por la calidad de la leche del ganado campurriano.
De todo ello queda una opción de paseo magnífico rematado por disfrutar del Ebro infante, parándonos a mediodía a solazarnos con un cocido cántabro completo o una colación de truchas fritas.
No debéis dejar de lado visitar la impactante escultura de Agustín Ibarrola a orillas del río: conformada por un prado del que emergen doce siluetas que representan a los operarios de trabajadores siderúrgicos de la población. De gustaros como a mí el racionalismo, es interesante que os detengáis en las viviendas promovidas para los trabajadores municipales y para los directivos de “La Naval” (Sociedad Española de Construcción Naval) a cuyos trabajadores reivindica la escultura de Ibarrola.
La ciudad va mermando en población debido a que su factoría siderúrgica y sus industrias galleteras automatizan cada día más funciones. Cuestión común les acontece a otras poblaciones intermedias del valle, excepto a Arnedo (La Rioja) y otras que cuenten con tejido empresarial compuesto por empresarios vecinos del territorio.
Estando Alto Campoo bien comunicada como comarca por ferrocarril, la mayor potenciación turística de su entorno, su interesante patrimonio y palacios neoclásicos y su tradición repostera pueden ofrecer alternativas para el arraigo de nuevos habitantes.
El centro geográfico de la comarca lo ocupa el Embalse del Ebro, fundamental regulador del río cuando llueve o nieva en abundancia con ocasión de galernas de aire húmedo de Madeira o borrascas norte en la costa, provocando precipitaciones incluso en la cara sur de la cordillera Cantábrica. Cuyo no remanso y regulación provocaría previsibles inundaciones severas a partir de Logroño.
La presa es de 1952 y la proyectó el fundamental ingeniero de la Confederación Hidrográfica del Ebro: D. Manuel Lorenzo Pardo, madrileño homenajeado con calles y bellas esculturas en toda la cuenca como la próxima a la Lonja de Zaragoza. Este ingeniero dirigió tanto con administraciones republicanas como tras la Guerra Civil el organismo de cuenca residenciado en especialísimo edificio racionalista de los Hermanos Borobio, engalanado por un revolucionario monolito-fuente de Ángel Orensanz y sito en el Paseo de Sagasta zaragozano.
De importante capacidad, la altura de la presa del Embalse del Ebro es significativa por superior a 34 metros. Remansar agua, como en todos los lagos humanos o naturales, genera bellas penínsulas y playas. En el paisaje montañoso donde se halla, dota a su ubicación de una innegable espectacularidad. Una de sus particularidades es que no se vea afectado hasta la fecha por la plaga de mejillón cebra.
Resto del patrimonio de Campoo
Para ver con amplitud e íntegramente el curso alto del Ebro, es inexcusable subir a la Estación de Esquí de Alto Campoo desde donde se llega a divisar la lámina del embalse citado, mar interior en toda regla.
Además de la presencia de exponentes de la cultura celta como menhires o restos esquemáticos, la visita fundamental a realizarse en esta comarca es la de los restos que se han conservado de la ciudad intermedia romana de Julióbriga, en la localidad de Retortillo. Otros restos objeto de excavación y catalogación, son los existentes en el término de Valdeolea, yacimiento cántabro-romano de Camesa-Rebolledo.
Julióbriga deriva como toponimia de Julio César al igual que sucede con Zaragoza y se erigió sobre castro celta bien ubicado y con próximas aguas abundantes, en suelo conquistado a los cántabros.
La ciudad tendría por dimensión aproximada la de Los Bañales, el yacimiento de Uncastillo al norte de la provincia de Zaragoza. Disponiendo de foro y servicios comunes básicos planificados y urbanizados por una legión conocida por haber probado armas en la península de los Balcanes.
Otros destinos por recorrerse en este serían la bella colegiata románica de San Martín de Elines, parte de un importante monasterio; el tupido robledal de Navamuel, cercano a la provincia palentina en el mismo valle de Valderredible; la villa histórica al sur de la comarca denominada Polientes; o limitarse a vagabundear por las orillas del Ebro y bosques de ribera en esta última población y la capital Reinosa. En cuyas orillas hay magníficos restaurantes, como se ha citado. especializados en gastronomía cántabra de montaña.
Por último nos parece inexcusable detenerse en el centro de interpretación del románico de montaña cántabro sito en la iglesia de dicho estilo de Villacantid, de una calidad tal que está a la altura de las afamadas iglesias palentinas de montaña. Algunas de los cuales en vez de torre a cuatro caras disponen de espadañas con aberturas que no son propiamente ventanales sino simples pero elegantes arcos de medio punto como anclajes del yugo o contrapeso que sujetan las campanas.
26.09 Luis Iribarren
23.9.25
Zaragoza desconocida por el paso del tiempo
No es sencillo imaginarse una Zaragoza como esta. Ya no existe, aunque si existe el lugar, su urbanismo casi vacío de elementos iguales a los que vemos en la imagen.
Las personas que en esta imagen estaban en la plaza ya no existen. Ninguna. El fotógrafo logró que no salieran al forzar una exposición fotográficas de muchos segundos. Era o habitual entonces.
Pero todos han fallecido ya, aunque la ciudad sigue. No existen en su sitio ni la fuente hoy en el Parque José Antonio Labordeta, ni los arcos del fondo preparados para una vista real. No existe el Paseo pues hoy es una gran calle con el tranvía y muchos autobuses.
Pero es Zaragoza, sabemos que es Zaragoza. Si somos capaces de imaginarnos la actual Zaragoza dentro de 100 años, podemos estar seguros que tampoco estará igual a la actual, que ninguno de los habitantes actuales estarán en este punto contemplando lo que haya del Paseo Independencia.
17.9.25
Ebro 3: Un valle surcado por Caminos de Peregrinos
El orbe se halla repleto de ciudades y villas que han surgido para dar servicio a peregrinos en su caminar hacia lugares místicos, santuarios que concentran energías innegables. Dado que las apariciones se producen en entornos naturales espectaculares comúnmente, o la trilogía del Baztán no hubiera tenido tanto predicamento.
Las sendas japonesas de la península de Kii que comunicaban entre bosques de cerezos y espectaculares caídas de agua a las capitales imperiales de Kansai, Nara y Kyoto, con el santuario sintoísta de Ise; las laicas que recorren en Estados Unidos la ruta 66 o los caminos que los pioneros usaron para cruzar los Apalaches hasta alcanzar en Natchez el Mississipi; las que recorren los santuarios budistas de la isla japonesa de Shikoku como las que llevan a Qom e Isfahán a través de Kurdistán; la celebérrima andada hoy interrumpida por muros entre el lago Tiberíades, el Jordán, remontar el desierto de Judea hasta Jerusalén y, pasando por la Natividad de Belén, llegar entre olivos a Hebrón, respirando el aire seco de los altiplanos de Judea, tienen relación como antecedentes o tomaron como referencia al Camino de Santiago.
La principal ruta europea de peregrinación, su calle Mayor, discurre y vertebra los somontanos del Valle del Ebro. Desde la localidad navarra de Puente la Reina, es una sirga gruesa compuesta por los tres caminos principales franceses que convergen en la Baja Navarra (Ostabat), cruzan el puerto de Ibañeta desde San Juan de Pie de Puerto
y se unen al camino papal: el aragonés o tolosano, en las cercanías de la bella e inquietante ermita de Eunate.
Una joya absoluta que remata la vía de los Aragón y debió oficiar como bellísimo refugio de peregrinos al estar en mitad de las colinas de Valdizarbe sin población próxima. Santa María de Eunate es un conjunto conformado por una arquería o claustro exterior con arcos abundantes –las cien puertas o ehun ate, en euskera- que envuelve a una asombrosa iglesia ortogonal como si de una piedra preciosa enmarcada por un anillo se tratara.
Este cuarto camino citado nacido en Arles (Provenza) recogió a los peregrinos venidos de las sedes papales (Roma, Aviñón e incluso Peñíscola) que iban hacia el oeste atravesando los más altos Pirineos por Somport o el Puerto de Palo. Ello le infiere una marca especial por tratarse del ramal surcado tanto por cardenales como por los trovadores del amor, los poetas provenzales y toscanos.
Así tanto los abades y como los canteros inicialmente lombardos y posteriormente tolosanos vinieron a establecerse (a “vender su maestría” o ritual romano cluniacense) en los reinos a los que se accede por el Somport del Pirineo sur como peregrinos o aventureros. No es descartable que recibieran una oferta que no pudieran rechazar en cuanto a su seguridad personal por la alta curia o casas reales hispanas cuando viajaban a Roma para obtener bulas papales.
Los caminos se utilizaron, no conviene olvidarlo, en ambas direcciones. Hoy las flechas amarillas marcan solo ir hasta Fisterra.
El camino resultante de los tres fusionados en Ostabat atraviesa el naciente Pirineo occidental por la cota no muy alta del puerto de Ibañeta, que da acceso a Roncesvalles y la capital del “Reyno de Navarra”, la fundación romana Pamplona que los pastores a su alrededor llamaron la ciudad: en euskera, Iruñea.
Grandes y pequeñas joyas de la arquitectura religiosa, conventual y palaciega, erigidas según la convención artística cluniacense de Borgoña –con claustro, ábside mirando a Jerusalén y puerta de acceso historiada según pasajes bíblicos en los dos primeros casos- jalonan y dan servicio al peregrino en todos los itinerarios referidos, conteniendo esculturas labradas por canteros de la Francia cátara o artistas locales itinerantes como lo fueron los maestros de Jaca y Agüero, discípulos o integrantes de los talleres de los primeros.
Entre las que ocupan un lugar relevante en mi corazón están la citada ermita de Santa María de Eunate, el fundamental conjunto urbano de Nájera o la emblemática localidad oscense de Santa Cruz de la Serós. San Juan de la Peña y la portada-bestiario de Santa María de Sangüesa son directamente partes de mi vida, el origen de mis dos abuelos, como también lo es el santuario de Leire que visito cada año.
Pero a estos conocidos caminos o vías debe añadirse el recientemente creado y frecuentado Camino del Ebro: el que desde el Delta del Ebro busca por sus márgenes de chopos y carrizos la confluencia con el francés en el puente de piedra de Logroño. Un camino de sirga que remonta, como se titula la principal novela de Jesús Moncada y que se halla especialmente honrado en esa fantástica y minimal escultura en que unos chorros de agua representan a los afluentes del río, próxima a las señales indicadoras kilómetricas hasta Fontible y Tortosa que se halla en la Arboleda de Macanaz de Zaragoza.
Otro ramal del camino histórico resolvió la conexión entre el Camino de Santiago principal y el del Norte que bordea las costas cantábricas y entra en Lugo por la obispal ciudad lucense de Mondoñedo. Nos referimos al Camino de Santiago Lebaniego, vía de acceso desde ambos al fundamental monasterio de Santo Toribio de Liébana.
Es una vía que fue enormemente frecuentada y que procedió de las vías de trashumancia que surcaron los puertos de los imponentes Picos de Europa. La Cordillera Cantábrica en sus macizos orientales cae al próximo mar de su nombre con mayores desniveles que los Pirineos.
En la planicie con microclima asoleado de Liébana se asienta el monasterio franciscano e iglesia gótica de Santo Toribio, complejo que debió ser inicialmente un templo con cenobio anejo prerrománico, semejante en apariencia a los que perviven en Asturias como Santianes de Pravia, Santa María del Naranco o San Miguel de Lillo.
A diferencia de los asturianos que no gozaron de reliquias relevantes (si descontamos la cruz de Covadonga), se difundió por la Europa medieval que en este soleado y mediterráneo por resguardado valle cántabro se hallaba depositado un trozo de la cruz de Cristo o Vera Crux, llevado a Astorga por su obispo Toribio desde la misma Tierra Santa.
Hoy día la importancia artística del monasterio lebaniego no estriba en su planta o elementos arquitectónicos sino en que el mismo se escribió e ilustró un Libro del Apocalipsis que representa la obra pictórica crucial previa a la de Giotto en los albores del Renacimiento italiano. Así Liébana, como Siresa en Aragón o Ripoll en el Pirineo catalán, fueron sedes de monasterios depositarios de bibliografía y conocimientos cruciales para el despertar humanista renacentista.
Al Beato de Liébana, por su particular estilo pictórico y como artista, se le considera un verdadero antecedente del Greco, en un Goya “avant la lettre” como autor de un códice impactante y revolucionario, una guía visual sobre el Apocalipsis conocida y difundida en todo Occidente, en la que dio rienda suelta a su habilidad caligráfica y compositiva. Por otra parte, tan conectada con el patrimonio gráfico musulmán que se ha preservado en Al-Ándalus y simbolizan a la perfección las yeserías de la Aljafería zaragozana.
17.09 Luis Iribarren
11.9.25
Ebro 2: La Cantabria mediterránea, el Alto Campóo
La pastelería basada en mantecados y sobaos del norte castellano y toda la comunidad cántabra se debe a la feliz combinación de un trigo de alta proteína producido en altura, aguas purísimas y mantequilla untuosa y suficiente por contar estas tierras con una cabaña vacuna productora de altísima calidad. Perderse en las pastelerías de Espinosa de los Monteros, el valle del Pas y tantas localidades de esta área geográfica es un goce para los sentidos.
Dentro de la comarca cántabra de Campóo, hay dos subdivisiones denominadas Campoo de Yuso y Suso, comprendiendo las parroquias, después municipios, aguas arriba o abajo en el Ebro de su ciudad capital: Reinosa.
Como ya se adelantó pero por su importancia se insiste deambular por las orillas de los ríos forma parte de la actividad humana nómada y ganadera, valles y riberas son paso franco para las rutas trashumantes incluso en ríos caudalosos por su primer vado (significado de Bilbao en el Nervión). Así y desde la noche de los tiempos, los valles de ríos favorecieron la implantación de civilizaciones que los remontaron desde su desembocadura, fueran o no navegables. En el caso del Ebro, contribuyó a la romanización de toda su cuenca y valle dejando cultivos, usos y toponimia. Dio asimismo estatuto de ciudadanos sujetos a derecho romano a los propietarios iberos y celtas jefes de las tribus y clanes, los amos del territorio que inicialmente abastecieron a las legiones.
A la comarca del Ebro natalicio se la llama con la expresada toponimia de Campoo y los historiadores a los que preferimos creer, a vuelta de vuelo de dron o de rapaz así se percibe en el paisaje, indican que el topónimo viene de Campodium: lugar de campos en repisas o navas, compartiendo significación con la etimología de Navarra.
El gentilicio de sus gentes es el de campurriano, y significaría habitantes en un lugar llano de campos. Entre barrancos delimitadores de cultivos de cereal, el sur cántabro es un paisaje frío y seco mediterráneo semejante al de la faja somontana de breves kilómetros que compone el paisaje de Álava, la Jacetania oscense o la Cerdanya en que nace el río Segre.
La tierra se reseca por asoleada y ventosa y son altiplanos todos ellos muy fríos en invierno, abundantes en heladas tardanas por lejanos al mar –el principal estabilizador climático- y, para colmo, un horno seco con noches frías en verano. Todo ello, sin embargo, es garantía de enorme calidad por ausencia de hongos para la producción de cereales, vid, frutas de altura y producciones de huerta que necesitan azúcar solar para ser dignas.
La tierra valle de Campoo oficia por su ubicación como necesario cruce de caminos entre el interior mesetario del valle del Duero y la costa cántabra. Conociendo desde tiempos antiguos importante tráfico humano y comercial por calzadas romanas y de peregrinación, que fueron ampliadas como vías para la exportación de la lana de la meseta castellana a Inglaterra y Flandes.
Los moradores de origen celta establecidos al norte de los puertos de Reinosa recibieron el nombre de cántabros, como el mar del que se sustentaban en marea baja de pescado y moluscos. Palabra que proviene del prefijo en su lengua y célebre apellido “Kant”: montaña. Aún hoy a sus descendientes se les llama montañeses.
Los cántabros necesitaron, como los vascos, de pastos nutritivos de invierno para el ganado y se extendieron al sur de sus montañas. Su castro capital, la ciudad de Amaya al pie del homónimo y mítico cerro, la establecieron al sur del Ebro en el norte de la actual provincia de Burgos, cobrando importancia Cantabria como ducado visigodo.
El puerto natural de Santander, Ortus Victoriae, solo fue una factoría pesquera de pequeña importancia hasta su desarrollo medieval. Una parada al modo de Bermeo o Gijón, del primer Bilbao, en la fundamental vía Burdeos-Coruña marítima romana correspondiente a la Vías Atlánticas y Aquitana terrestres, fundamentales en el desarrollo de la primera industria conservera hispana.
El pueblo cántabro ha dado nombre al mar o gran golfo que se extiende entre los cabos o puntas celtas de Galicia y Bretaña. La civilización romana consideraba esta costa una de las regiones traseras, de las finis terrae del imperio, recibiendo entonces este mar las apelaciones de Océano Británico y hasta Gálico. Desde sus ensenadas, calzadas y vías atravesaban puertos de montaña para garantizar un cómodo acceso entre los romanizados valle alto del Ebro y meseta del valle del Duero y la costa, que dieron lugar a dos fundamentales comunicaciones:
1.- La Vía del Besaya que discurre por dicho valle comunicando los puertos naturales de Suances y Santander con Palencia, y atraviesa Campoo por Reinosa –cercana a su colonia originaria romana de Juliobriga- bajando por el valle del Pisuerga.
2.- El Camino Lebaniego que parte de San Vicente de la Barquera, cabeza de otro estuario natural fundamental, penetra en el valle de clima mediterráneo de Liébana y, pasando por Santo Toribio, prosigue hacia el sur como Camino Real de Valdavia. Franqueando la cordillera por el paso de Piedrasluengas, da lugar en la comarca de Cervera de Pisuerga a notables ejemplos de arte románico palentino.
Estos pasos grandemente utilizados en el Medievo y Edad Moderna representaron para la comarca campurriana el ser conexión fundamental y parada de postas, asentándose población al servicio de los viajeros. A ello contribuyó su clima continental pero húmedo, fundamental para producir como se ha referido cereal de alta calidad, origen de su tradición galletera.
Como también se comportó dentro del Reino de Castilla de forma necesariamente estratégica si pensamos que Laredo, Santander y San Vicente de la Barquera, junto con Bilbao y Bermeo, fueron los principales puertos castellanos previos a la reconquista andaluza.
Así surgió el polo comercial y de servicios de Reinosa como necesaria fonda y albergue para caravanas y personas en tránsito entre la Castilla vieja y mesetaria las Cuatro Villas de la Costa de la Mar, desligadas del reino de Asturias-León.
Potenciadas por una sucesión de diferentes reyes castellanos a partir de Alfonso VIII, como Bilbao, Bermeo y San Sebastián más al este, dieron origen a las villas y después ciudades cántabras de Castro-Urdiales (en la sede del castro prerromano de los vártulos y sámanos), Laredo (así nombrada por los bosques de lauretus o laurel) con Santoña como puerto auxiliar en la misma ensenada, Santander (puerto santo de Emeterio y Celedonio, antes Portus Victoriae) y San Vicente de la Barquera (antes Portus Vereasueca de donde se pasa a Liébana y León y villa con las mejores vistas de los Picos de Europa).
Estas cuatro villas, unidas en hermandad, conformaron un corregimiento esencial para la exportación de minerales y lanas castellanos con seguridad propia y autonomía muy considerable. Además de resultar el germen y desarrollo de las dársenas con astilleros de la marina castellana y su fundamental relación naval con el Reino de Inglaterra, que se denominaron en el Reino de Aragón atarazanas (drassanes).
Hoy, Campoo sigue teniendo aspecto de comarca abierta especializada en agricultura y ganadería extensivas, con restos o corros de bosques de robles y carrascas y llanos con apariencia de páramo por causa del efecto Foehn, según el cual las cadenas montañosas atrapan solo en la cara próxima la mar la lluvia y las nubes, que pasan sin humedad a su otra vertiente y generan todos los vientos secos del orbe.
La costa cántabra se especializó dentro de Castilla en una profunda y fecunda imbricación y relación con la repoblación y organización naval y pesquera de la Bahía de Cádiz, en que su población porta en una gran parte apellidos cántabros y vascos.
Curiosidades de las periferias próximas al valle del Ebro.
10.09 Luis Iribarren
5.9.25
Ebro 1. Vía romana Cesaraugusta Burdingala. Planteamiento de la Serie
Cada día los residentes que bajamos de Huesca y nos instalamos para vivir en el entorno de la Estación del Norte “cruzamos a Zaragoza”. Para asombrarnos, asistir a conferencias, comprar en el Mercado Central y ver el tranvía.
Un número cada día mayor de visitantes de la ciudad y residentes en la margen derecha de la ciudad hacen deporte en sus orillas, ven el sol caer desde una península en San Lázaro llenando de rayos naranjas uno de los arcos del puente de piedra, deciden pernoctar en los hoteles del Arrabal, acuden en masa a ver los fuegos artificiales de la Arboleda de Macanaz.
Todos nos quedamos embobados con el Padre Ebro.
El río que adjetiva a toda una península no por casualidad: es el más caudaloso de su cuenca mediterránea en la que se establecieron sus primeros colonizadores. La puerta de levante de las mesetas celtíberas y con sus sedimentos pirenaicos e ibéricos fueron garantía de producción de alimentos abundantes y de calidad en sus huertas que se exportaban a Roma.
El Ebro junto con al Ródano y Nilo son los cursos, atravesando desiertos u horadando sistemas de sierras, que más agua aportan al Mare Nostrum, los que mueren en los deltas más extensos.
El valle de la vena fluvial que atraviesa Aragón, como la de los otros ríos, se asemeja a vista de dron en aspecto a los de los ríos uzbekos Amu y Sir Daria, al Amarillo en China, al San Francisco y Uruguay sudamericanos: cintas escasas de verde serpenteante heridas por un hilo central de plata que atraviesan un inmenso plano ocre.
Los ríos mediterráneos son de régimen de cauce muy irregular, nacen en cordilleras de nieves antes perpetuas y de ellas, más que de lluvia, se alimentan. Su caudal máximo anual se ha adelantado al final del invierno, dado que no todas las aguas de deshielo se regulan y detienen. Antes de construirse los pantanos de cabecera de sus afluentes, en épocas cercanas más frías, sus avenidas ocurrían mediada la estación primaveral. A principios de mayo como indican las fiestas de los navateros y almadieros cuyos troncos se bajaban río abajo para su venta en Tortosa.
Los ríos mediterráneos europeos por discurrir en general su curso de norte a sur, o semejante de noroeste a sureste, atraviesan valles oxigenados por vientos secos de cola de borrasca. Al norte de las cordilleras que los circundan llueve más, pues las nubes atlánticas o del Báltico cargadas de agua se detienen en las barreras montañosas cuya cara sur recibe la influencia del desierto sahariano, del simún seco.
De modo inverso, las tormentas que más agua aportan al Ebro en su vertiente ibérica sur son las producidas por el aire caliente de Madeira y de Canarias, canalizadas en forma de fagüeño o “aire negro”, como lo nombraba mi abuela.
El río del pueblo tiene nombre ibero (herri ibaia) y no nace en puridad como se le ha atribuido en Fontibre, etimológicamente la “fuente del Ebro”. Pozo artesiano así bautizado por el cronista romano Plinio el Viejo. Dado que ese manantial brota por filtración de las aguas del río Híjar.
Comportándose este torrente como falso afluente del principal, hoy computa para establecer la verdadera longitud total del río y mana en las laderas de la cara sureste del denominado Pico de Tres Mares, al este de la Cordillera Cantábrica. Este monte es el punto más elevado de la estación de esquí de Alto Campoo, en término de Brañavieja y se puede acceder a él por carretera.
El nombre de este pico es ilustrativo en su polaridad. Sus diversas vertientes generan aguas que por gravedad mueren en el Cantábrico, Mediterráneo como también en el Océano Atlántico: dado que las de su cara sur alimentan el río Pisuerga y cuenca del Duero con final en Oporto; las de su perfil oeste desembocan en la próxima costa cantábrica a través del río Nansa y las del norte, después giradas al sureste por causa de la orografía glacial, nutren las del río Híjar que después se torna Ebro.
Los cursos de agua permanentes permitieron los primeros asentamientos humanos del Neolítico: a cargo de pueblos que se asentaron en valles que aseguraban alimentación suficiente en cada ciclo agrícola, herederos de tribus antes nómadas que en parte subsistieron como trashumantes. Debiendo garantizarse mediante el uso, ocupación o conquista, en otras ocasiones trocando productos, sus pastos de invierno en tierras bajas necesarios para alimentar a los rebaños de montaña en la que solo brota la hierba y flores a partir de su deshielo primaveral.
Así sucedió con el surgimiento de poblaciones y ciudades en los cursos del río Amarillo chino, el Tigris o Éufrates, el Indo y Ganges. Del mismo modo que Macedonia fue la reserva de pastos de toda Grecia y fuente de su poder económico, en el valle de nuestro río se asentaron civilizaciones excedentarias en producción de alimentos vegetales y animales antes que la civilización romana profundizara en la organización de villas y emporios. Pueblo que incluso se encontró con el olivo y la vid como cultivos introducidos desde los puertos mediterráneos por Fenicia.
Por todo ello en su decurso y riberas se hallan testimonios de asentamientos tanto celtas e iberos como cántabros y vascones.
El río, más caudaloso que en nuestra época, llegó a ser navegable aguas abajo de Zaragoza, como demuestra su puerto, y fue fácilmente colonizado por Roma su fértil valle remontándolo desde Tarraco y Dertosa con naves, impulsadas por el aire de bochorno o remolcadas a sirga en épocas de estiaje.
La romanización con la ocupación de las mejores tierras feraces para el cultivo de la triada romana –vid, trigo y olivos- se produjo a partir de la fundación de ciudades campamento planificadas en las que se asentaron los legionarios al servicio del imperio, con importante implantación de los toscanos y cisalpinos. Basadas en villas, auténticas comunidades de producción y autodefensa.
Así se establecieron junto con el sustrato celtíbero inicial colonos emigrantes: componentes de tropas levadas, centuriones pagados con sal y alimentados con galletas y cebolla, reclutados como cives o para conseguir dicha consideración. Se establecieron en bases o colonias para dar guerra a las tribus celtas e iberas persistentes en las selvas. Levantiscas y casi nómadas en el caso de las que se atacaban desde las colonias que aseguraron el limes norte de la civilización romana, como Pamplona, Astorga o Lugo.
Si vis pacem para bellum, los ingenieros y arquitectos ítalos buscaron para su fundación emplazamientos dominantes de los somontanos de solano.
A partir de Roma, ascender el Ebro y sus ríos afluentes principales fue relativamente sencillo para todos los conquistadores peninsulares, al dejar dicha civilización calzadas, puentes, ciudades y diversas infraestructuras. Las primeras sobre las sendas de trashumancia.
Pasar los puertos de la Cordillera Cantábrica y los Pirineos siempre ha sido hasta las recientes autovías otro cantar, como todavía hoy lo es para el transporte ferroviario. La civilización romana y su imponente red de obras constituyó el cemento necesario para que prosperasen las villas y ciudades del interior de la provincia Tarraconense. Siendo el Hiberus, su río principal cuyo nombre así quedó romanizado, el eje de la misma.
03.09 Luis Iribarren





