Me alegra volver a ver juntos a Pedro Santisteve, María Luisa Broto y Alberto Cubero en una entrevista en El Periódico de Aragón. Representaron la ilusión máxima en política en una Zaragoza que deseaba despertar y respirar aires nuevos. Que solo ocho años después representen el pasado y que abandonen la política con lo que sus proyectos supusieron moralmente para Zaragoza, es la muestra de que todos hemos hecho muchas cosas mal. También los que se alegran de su marcha.
Sus cuatro años de alcaldía los viví muy de cerca, incluso diría que desde dentro. Era Vocal en el Rabal por CHA y trabajaba voluntariamente muy cerca y dentro del Grupo Municipal de CHA en aquellos años. Todos cometimos errores, pero algunos muchos más, y además algunos y no solo ZEC con mucho más poder.
ZEC cometió desde el primer día dos errores clarísimos, que se le avisaron y que no sirvió de nada hacerlo.
El primero era insistir en gobernar en solitario, sin querer escuchar a nadie, con unas primeras negociaciones que hoy además de risa nos deben producir sonrojo; al aire libre y en la Plaza del Pilar en esa estética teatral de que había que abrir las puertas y negociar a la vista de todos los zaragozanos. Era mentira, pues estéticamente era una trampa. Trampa en la que desde CHA caímos también.
La prepotencia infantil de ZEC para con todo el mundo, incluidos los que por experiencia sabíamos que gobernar el Ayuntamiento es mucho más complicado que gobernar Zaragoza, fue su primer gran error, sostenido y no enmendado.
Luego fueron viniendo otros. La huelga eterna de los autobuses supuso el primer detalle de que la izquierda no quería estar con la izquierda, pues hay muchas izquierdas.
Antes, la oposición de aquellos años, la de verdad, supo meter en los juzgados el asunto del cambio de nombre del Príncipe Felipe, algo que la sociedad no pedía con tanta urgencia y no se supo vender.
Lo de los Presupuestos Participativos fue la guinda a los errores, aunque suene muy bonito sobre el papel. Fui de los pocos que opinaron que aquello era un gran error, y desde CHA no logré convencer hacia una oposición al proyecto.
¿No me gustaba a mí, si aquello era abrir los presupuestos de los barrios a la opinión de los vecinos? ¿Y yo me considero de izquierdas?
El tiempo me ha dado la razón, desgraciadamente.
La manipulación desde varios frentes de aquel proyecto estaba cantada. Simplemente hay que conocer las reglas de juego y el campo social en donde todos nos movemos. Si una Comunidad de Vecinos decía que quería dos bancos en la puerta de su casa, podía recibir más votos ese proyecto que el de apoyar una Asociación Cultural o Vecinal para todos los vecinos del barrio. Los dineros se fueron en muchos casos hacia trabajos que eran obligación del Gobierno de Aragón y no del Ayuntamiento de Zaragoza.
Pero además, ese proyecto suponía quitar sentido y su trabajo social, a todas las Asociaciones de muy diverso tipo, pero sobre todo de Vecinos, que llevaban décadas trabajando desde las Juntas de Distrito, planteando iniciativas vecinales que ellos reclamaban todos los años. Una izquierda le quitaba sentido de ser a otra izquierda.
Sé el motivo de que eso les importara muy poco a los concejales de ZEC, y ellos lo saben también, pero suponía desmovilizar a lo poco que quedaba de participación real aunque minoritaria, en una sociedad que se estaba apagando. Ya demostraba enfermedad, hoy agravada.
No fueron los único responsables de que hoy no exista casi vida o latidos dentro de las Asociaciones zaragozanas (si lo comparamos con Teruel, perdemos por inmensa goleada), pero los errores se pagan, ellos lo saben y lo admiten en la entrevista, no todos por igual; pero sobre todo entrar como un elefante a una cacharrería fue un error del que no lograron recomponerse.
Como se dice, no es lo mismo gestionar que gobernar, mandar que gobernar, no es lo mismo tener el Gobierno que tener el Poder.
Hoy Zaragoza es más gris, se escuchan más tontadas que entonces, vamos camino del apagón social, no hay recambios, y si observamos las listas electorales de hace 12 ú 8 años al Ayuntamiento de Zaragoza, con las que se presentarán dentro de cuatro a seis meses, veremos que los cambios son tan brutales y con tan pocos sabores, que preocupan.
La mayoría de los primeros puestos, hoy NO QUIEREN SABER NADA de política, y eso que se critica desde los gritones el amor a los sillones de los políticos, je je je.
Gobernar una Gran Ciudad que quiere ser además un Ciudad Grande supone tener al menos una experiencia suficiente desde dentro del animal salvaje que son las tripas de una ciudad como Zaragoza. Los errores se pagan con decadencia. Y esa decadencia la pagamos todos.
Julio M. Puente Mateo