28.9.23

Pieles de Zaragoza 56 - Descubre el Arte Urbano Cubista en Zaragoza


En Zaragoza, podemos maravillarnos con pequeñas obras cubistas que rivalizan con la genialidad de Picasso. Estas obras, dispersas por las calles, invitan a la contemplación y a la imaginación desde diversas perspectivas.

El Arte Urbano, en especial el abstracto y el estilo cubista como en estos casos, ofrecen una experiencia fascinante que merece ser apreciada y cuidada por todos. Explora la riqueza del arte en las calles y rinde homenaje al espíritu innovador del Arte Urbano en Zaragoza.

Solo la primera imagen es Arte Original del autor, el resto son variantes para ver que es posible imaginarse lo que cada uno desee contemplar.





26.9.23

La Iglesia de San Miguel de Zaragoza y su túnel


Es una imagen de la Plaza de San Miguel de inicios del siglo XX o finales del siglo XIX, con casas adosadas a las paredes de la iglesias, que hoy ya están derribadas para dejar toda la belleza de su perímetro limpio con un mudejar restaurado.

Es sin duda una de las iglesias más históricas de la ciudad de Zaragoza, sabemos que al menos existe desde el siglo XIV, y que tiene un túnel repleto de celdas habitacionales que parte de una pequeña puerta en el sótano de la iglesia en dirección al barrio de Las 
Tenerías o Coso Bajo, y que llega hasta el Ebro.

El túnel se remonta a un convento anterior a la iglesia, y parte de una pequeña puerta en el sótano de la iglesia. Entre los cofrades de su cofradía se le conoce como "la cripta".

Según la tradición, la iglesia se construyó tras la aparición del mismísimo arcángel San Miguel ante las tropas navarras, cuando estas junto a Alfonso I, asediaban a los musulmanes en el siglo XII para liberar Zaragoza. Se cree que se hizo primero una iglesia románica en ese siglo que después de amplió.

Detrás del retablo mayor de Damián Forment hay una capilla casi secreta que es muy complicado visitar. Un trasagrario al que se accede por detrás, por la sala capitular, una capilla muy pequeña "que alberga unas pinturas muy interesantes con alusiones a la comunión".



22.9.23

Plaza San Bruno de Zaragoza, cada domingo


El ambiente que todos los futuros domingos de vuestra vida surgirá, se recreará y nunca se perderá por la especial configuración de la plaza San Bruno de Zaragoza, será abierto pero recogido y acogedor: un sanatorio para la soledad libremente vivida.

Gozaréis de una amalgama artística si miráis hacia arriba de los puestos, conformados en disposición al menos de hexaedro irregular, de casi estrella de David porque se prolongan hacia el centro de una imaginaria circunferencia.

Ello acontece en un espacio público, antes huerto, hoy comienzo de la Judería Baja de Zaragoza, la del dédalo de calles que suben hacia la Madalena a las que da acceso la calle repleta de palacios denominada de José Palafox.

Las paredes contorno de la plaza de San Bruno son gloriosas, historia del arte. Recogida del cierzo pero suficientemente ventilada, su superficie la conforman como lados el extremo este del neoclásico Palacio Arzobispal, otrora hermoso palacio gótico de los Reyes Aragón.

En una ciudad que solo iguala Córdoba en cuanto a la importancia en vida cívica de sus plazas, la de más reciente urbanización del Casco Viejo zaragozano fue inmediatamente querida y vivida por zaragozanos y visitantes. Aceptada como paso bello pero también estancia en que reposar.

A ello contribuyen los soportales erigidos como bajos de las viviendas sociales municipales que dieron una nueva configuración al espacio, magnífico proyecto estrella de la Sociedad Municipal de la Vivienda de los 90 de Zaragoza.

Sus bloques a distintas alturas, angulares, irregulares y con torre de reloj gemela en la perspectiva del Ebro de la del palacio arzobispal proyectados por el arquitecto Heliodoro Dolls Monells, han recibido unánimes parabienes como proyecto que ha mejorado enormemente todo su entorno, social y visualmente, no ha lastrado la perspectiva ni importancia de La Seo, tildándose por otros arquitectos como conjunto de factura moderna, sincera y madura, adaptada al uso. Como curiosidad, debe significarse que es el principal legado arquitectónico en la capital de Aragón del autor del, ideologías aparte, excelente por su relación con el espacio circundante Santuario de Torreciudad.

En los remates y pasadizos de la plaza, edificios burgueses de contundente fábrica y zaguanes, con ese empaque propio del siglo XIX, esconden bajos que han aprovechado cafés-bodega o con altillo de principal y cuarto de billar, a los que no poder glosar comparar con los de otras ciudades romanas que se han visitado. Bares regios y entonces dignos del entorno del Barrio de las Letras de Madrid o del Quartier Latin de París, a los que no he hallado réplica suficiente en Burdeos ni Lyon. Quizá por su personalidad, sí que en Turín hallarían remedo.

Las calles laterales se engalanan con el Arco del Deán y la fachada del muro mudéjar de teselas verdes tan glosado de la Parroquieta de la Seo, el ábside y cimborrio de la catedral con una vista de la torre no lejana que permite un recorrido por la historia del arte aragonés desde el románico al tardo gótico de la última y, oh maravilla, un arco junto al acceso al museo del puerto romano por el que ver el cauce del Ebro y su margen izquierda.

Dentro, cada mañana de domingo, algunos magos fabrican madrugando por nosotros el reino de las emociones y así nos lo muestran, parece que descuidadamente.

Ningún día se parece a los demás. El próximo domingo os puede salir un relicario de los años 20, un falso pero verdadero cuadrito de Viola, la primera cámara fotográfica que le compraron a vuestro padre, un anuncio de la compañía de nitrato de Noruega de los que hubo en el almacén de depósito de cereales de vuestro pueblo. Y como ha aparecido, marcharse para siempre de vuestra mirada porque os estaba esperando como el amor verdadero y no os ha venido bien parar.

La conversación con libreros, chamarileros, descubridores de chapas y relojes soviéticos o con las joyeras varias que allí moran os va a hacer crecer, ser diferentes y viajar.

Qué pensar de lo que deben sentir respecto de este zoco de las maravillas, esta librería popular en la que encontrar a precios irrisorios toda la serie de Adamsberg, los visitantes de nuestra ciudad a quienes guían el entorno referido.

Pueden llevarse un litro de aceite artesano o una botella de moscatel en envoltorio de perfume como un rosario de piedras del Moncayo engastadas en coral o rematadas por una pieza de ámbar, un humilde laburu e incluso una revista de moda de los años 20 y 30.

Los aragoneses podemos disfrutarlo cada domingo, apoyar a los fabricantes de sueños como ya lo hacemos, crear un momento y zona de placer que sea el momento preferido de la semana para tantos en el día de la inactividad obligatoria.

Veo que muchos y muchas solitarias o letraheridos, y viceversa, sonríen porque vuelven a su infancia, disfrutándola desde las capas de cebolla adquiridas. Es posible que acaben de perder a su madre, a su gato, a Aragón como sociedad, pero les he visto sonreir sin que ninguna administración lo haya podido prever ni programar antes.

Por sorpresa, como sorprende que en Zaragoza haya una pared propia de una mezquita de Estambul.

20.09 Luis Iribarren

19.9.23

El León de la Torrenueva de Zaragoza


De la famosa Torrenueva de Zaragoza no nos queda casi nada, el recuerdo y algunas fotografías. En el pequeño Museo privado de la Torrenueva que está dentro de Casa Montal podemos ver algunos elementos más, muy interesantes algunos.

Y en el Museo de Zaragoza se conserva el León de mármol (tengo dudas de si es mármol o alabastro) que había encima de la puerta de entrada a la torre vigía de Zaragoza que fue destruída inútilmente. 

18.9.23

Comulgante en Huesca del año 1881


Esta fotografía nos muestra a una niña de Huesca en el salón fotográfico tras su Primera Comunión. La imagen se data de entre 1881 y 1886 y está archivada en Francia y la hizo Jane Dieulafoy para el libro que junto a su marido Marcel hizo sobre unos viajes sobre España y Portugal.

17.9.23

Enfermedades secretas, en la calle San Miguel de Zaragoza


Esta portada de una Guía de Zaragoza del año  1898 a 1899 es la de un clásico librito que por aquellos años se publicaban periódicamente y desde distintos autores e editoriales, para recordar a modo de dietario los Santos de cada día, las fases lunares y diversas informaciones que por aquellos años se tenían más en consideración que en la actualidad.

Sería una similar forma al todavía actual Calendario Zaragozano, con añadidos de anuncios y de descripciones de la ciudad.

Pero me quiero central en el anuncio que avisa den la portada de la Guía de Zaragoza sobre "Enfermedades Secretas" que decía resolver el Catedrático de Medicina Doctor Berbiela. En realidad en aquellos años se llamaban enfermedades secretas a las enfermedades y trastornos venéreos. Atendía en la consulta pero también por correo. No existía email ni Whatsapp, pero se podían escribir cartas con sobre y sello.

16.9.23

Zaragoza 1960. Solar del Corte Inglés sin porches


Esta fotografía de Zaragoza es del año 1960. Se puede ver casi todo el Paseo Independencia, ya sin el paseo central y convertido en avenida. Pero todavía conserva algo curioso. El espacio del actual Corte Inglés no tenía soportales como el resto de la zona. Se conservaban todavía tres edificios sin porches en el espacio urbano en el que hoy están los grandes almacenes.

Sí estaba el edificio Coliseo Equitativa con su figura en la zona alta.



6.9.23

Etimología de lugares de Teruel


Para Marisol Narro de Albarracín, por si se busca y por tantas conversaciones en su excelente castellano. De cuya prosa, padre y forma de parar el tiempo tanto aprendí.


Cuando empieza el curso escolar la televisión queda invadida por anuncios de colecciones de esas que buscaban engancharnos. Para permutar amigos de la infancia vueltos tristes al colegio de Barcelona o amores de verano, así sin anestesia, directamente por cosas.

Uniformes de la RAF, relojes y abanicos del mundo, ensamblar tu primer deportivo en miniatura por piezas para que te cueste lo que el original, coserte un Balenciaga patrón por patrón, pero que al final se llega con suerte a la obra rebajada de precio número tres de los grandes pensadores de la humanidad.

Hoy puede que ni a ese número, la evidencia es que el personal ha permutado tiempo de lectura por tiempo de yoga y meditación cuando son lo mismo, actividades únicamente concebibles cuando al tiempo se le ordena una sublimación, un paréntesis más posible aún que detenerlo haciendo el amor.

Fijamos en su día y como curiosidad la etimología de comarcas y lugares del norte y centro, vayamos a la provincia o cercanías tan pero tan clásicos en que se encuentran Romanos, Griegos pero, ojo cuidau, no menos Cretas.

Para negar la condición de centralidad zaragozana, empezaremos por el este en que encontraremos castillos señores de espacios con oliveras en que sus propietarios, los Zayt, toman su nombre (Calaceite), valles en que por microclima no serían infrecuentes los chaparrales (Valderrobres), montes abundantes de tierras ferruginosas (Monroyo) como una mayoría de villas y ciudades que nos han llegado con sus nombres árabes adaptados.

De las comarcas aragonesas que más sufrieron la expulsión judía y morisca, al tratarse de su mayoría de población porcentual, las de los valles de Martín y Guadalope, asimismo en el Jiloca y Centro de la Provincia, presentan una mayoría de toponimia árabe o castellanizada desde esa lengua.

Lugar residencia de verano en su hermoso castillo, Albalate del Arzobispo indica un lugar cruce de caminos (balat, muy presente como “bide” en los apellidos ibero vascos); Calanda, Calamocha o la Calaceite citada, como Calatayud en Zaragoza, empiezan indicando castillos o qalat.

De cristianos o musulmanes como la familia Zayt, que poseía gran parte del valle del Matarraña, como indica Beceite –bait Zayt, casa matriz de la familia-.

En cuanto a Teruel ciudad, confusión de opiniones: que si viene de una estrella especial como la llamada “Actuel” y toro –explicación poética y que viene bien para resaltar la pureza de sus cielos y explicar su histórico escudo- como si surge de torrecica o de Tirwal, designación árabe de un lugar ya poblado por los iberos conocido como Turba (indicativo de iturri o fuentes en ibero-vasco), cuando una población nos presenta esta fascinante confusión es que se confirma como un centro de energías inapelable. Abierto al futuro, Ciudad Tarmac, sobre el que nadie se ha puesto de acuerdo en de dónde sale, pero que a las fuentes van de romería.

Alcañiz, la de los cañizos en su río; Híjar, de hisn o piedra de arena; Andorra, excepción celta, la puerta de los vientos y compartiendo etimología con un país famoso por limpiar con aire cuentas, siguen nuestro recorrido dirección al oeste mineral.

Albarracín fue el solar, la de, los Banu Razin. Curioso es pensar que no fue su único nombre en la historia, como el bello de Salduba precedió al de Zaragoza. Así fue llamada previamente Alcatam, cuando Roma: Lobetum y por los visigodos con el resonante nombre de Santa María de Oriente, que conserva en parte.

Los Razín fueron una poderosísima dinastía almohade bereber, tribus que cuando entraron en el valle del Ebro vivieron sin mezclarse con cortes para ellos decadentes, porque eran más musulmanes que Allah y entraron para terminar con tanta poesía y danza del vientre- y controlaron Zaragoza desde Monzalbarba –campamento bereber, palabra origen del latino bárbaro-.

Aliaga la de espectacular geología, es un lugar abundante en esas plantas con flor de oro de nombre árabe que en castellano reciben el nombre de retama y nos alegran la vista y nos la descansan del yeso de páramo de marzo a junio.

Nombres curiosos y diferentes son los de Alloza (la almendra, al-lawsa), Jarque (la orientada al oriente o jarq), Muniesa (pariente de la Almunia, la huerta de Aissa, lo que se corresponde con sus excelentes legumbres y vino), valle de silos o gurf (Valdealgorfa) o directamente el que mejor representa por herencia la tradición minera de la roja en rocas Teruel, Cuevas de Almudén (la mina) donde veranea el Guitarricadelafuente y se empapa de Aragón y Labordeta, y lo devuelve en una versión barroca pero íntima 4.0.

Al bolero lo han traído de Castellote, las longanizas de Monreal del Campo, Aguasvivas en un tramo remansado del río de Morella; Villarluengo, Villarquemado, Rubielos y Mora o viceversa; Cantavieja –junto a un precipicio o canto de roca vieja, no os lancéis-, Peracense como Ródenas u Ojos Negros, Perales de Alfambra, el monte blanco de Montalbán, Mezquita de Jarque guardan nombres ya castellanos, presentes en la toponimia conquense o de Guadalajara, sin conexión con las del Aragón del norte.

El Poyo del Cid, la Iglesuela de ídem y todos los pueblos, especialmente en el Maestrazgo castellonense que portan su apellido, expresan más de lo mismo, condición frontera con los otros Trastámara, vías de penetración entre la castellana Rioja y el feraz Reino de Valencia, el de la eterna primavera.

La Cella de la fuente artesana y el acueducto romano para abastecerla no alude al espacio interior o nave de un templo ni toma el nombre romano de la villa que era el bellísimo nombre de Urbiaca, sino porta uno más bello aún. Indicativo de llanura o llanada en árabe, dado que era la posesión no montañosa y de páramo, también de huerta, de los Banu Razin citados: entonces hay quórum en afirmar que su nombre viene de sahla (y estaría emparentada con Azaila).

Sigamos con Utrillas en las Cuencas Mineras, curiosa designación romana que coincide con su pariente soriana singular y que podría derivar de “utricula”: agujero, cavidad o mina en latín. Ha de pensarse que las minas de la localidad fueron apreciadas y trabajadas desde la civilización ibera por su producción de azabache para botones y joyas.

Como curiosidad en la exposición de relación entre Goya y Zuloaga se venía a demostrar que la familia del primero fue, como los Oñate, una emigrada desde las tierras montañosas del Aitzkorri-Goyerri hasta Zaragoza y serían parientes, significando el segundo apellido lugar abundante en agujeros, cuestión que todos recordamos porque a Quini o a Ortega en zulos enterraron en vida.

Gúdar, la sierra pedregosa en árabe; Javalambre o monte rojo o de Amir (véase parentesco con Alhambra), los ríos blanco y rojo (Guadalaviar y Alfambra) y el mayor río turolense, mezcla entre río y animal en latín, Guadalope, cierran nuestra alineación.

Vayamos con una cita de Benedicto Lorenzo, de Blancas, el poeta turolense del Grupo Niké de Miguel Labordeta, muy Robert Frost para mí gusto:

Los peirones son vigías que otean las lejanías, al comenzar los caminos

Los peirones son señales que pregonan, como anales, de los pueblos las historias…

Un peirón en cada punto vigila los cuatro asuntos de las afueras del pueblo

05.09.2023 Luis Iribarren

1.9.23

La belleza sí está en el interior: San Martín de Buil


Releía esta semana una entrada que hice del capitel de las ovejas de Alquézar, pensando en qué seductor es descubrir emociones artísticas cuando se va avanzando en la vida. Consiste en ver por vez primera y ojos no desgastados lugares que creías prescindibles cuando en tus soberbios años treinta, llegaste a afirmar que conocías Aragón.

Todo porque habías tomado algún café bajo la iglesia del Salvador de Teruel, visto una exposición de Cartier en el palacio de Santiago de Huesca, visitado con reiteración los palacios renacentistas de Zaragoza. También por haber subido inconscientemente al Bisaurín o al Aneto, visitado el tremedal de Orihuela, rota la hora en Samper de Calanda, perdido y comido en los restaurantes de Sos y Uncastillo, olido a pan en Daroca y escuchado después un concierto de música clásica en su Colegiata. Visitados “por obligación” y para que el sello conste en el carné Pirineos Sur y sus conciertos, el claustro de San Juan de la Peña y el Moncayo y Tarazona.

La primera mirada política obligatoria que entendemos total, como planificábamos entonces las vidas en común. Cuando todos fuimos conquistadores. Adobaremos este despertar con frases de Romanones, de FP de cinismo:

La violencia no destruye los derechos del hombre, solo interrumpe su ejercicio

Pero quedaban tantos frascos pequeños en que posar con piedad la mirada… Como son el castillo de Trasmoz o las peñas de Herrera, el valle del Manubles entero y verdadero, el alcornocal de límite de Sestrica, las sequoyas de Seira y el Turbón como monte inevitable por el alma elegido, el capitel de las ovejas de Alquézar en contraposición a bajar el Vero en grupo y que si risas barranqueando, una copa de vino de Miedes para compensar no poder beber todo el rato Blecua, las norias y puentes de Sástago, el desierto de Calanda de Buñuel, los congostos del Jalón, el arte urbano generado por el festival Asalto en Las Fuentes, las saladas de Chiprana que nos llevan a las interminables llanuras kazajas, a las carreras de postas de Miguel Strogoff de Verne.

Ya vale de correr, ya vale del relevo. No es malo que se te caiga y que te descalifique, el primero tu propio equipo.

Cuando pensaba que ya lo sabía todo y visto más de Sobrarbe, resulta que me quedaba por ver la Peña Montañesa desde Fanlo, pasearme las orillas del Ara medio, subir al esconjuradero de Guaso y hacer la carretera de Arcusa, desviándome para visitar la iglesia de Olsón (la catedral del Sobrarbe)… Momentos mucho más íntimos que deambular por L’Ainsa, ir a congresos en Morillo de Tou y perderse por La Fueva en Carnaval eran posibles. Divisar desde la carretera la torre inundada de Mediano o la torre fortificada de Abizanda para oler a hierba en Pineta les ha tocado vivirlo a mucho visitante de paso.

Porque la frase es el alcaloide del pensamiento…

Recuerdo una noche de cubatas en Zaragoza cuando un conocido me expresó su deseo de que lo acompañara en un viaje en el tiempo. Su objetivo era ver el interior de la iglesia de San Martín de Buil, un pequeño lugar de la cara norte de la Sierra de Arbe con dos iglesias y castillo no muy lejano andando a Morillo de Tou.

Era su obsesión verla, como la mía hacer el circular de tres iglesias que circundan Tella y se erigieron para exorcizar un pequeño villorrio con tradición de aquelarres con el único y exclusivo motivo de exorcizar a todo un clan o conjunto de familias. Se conoce que llevaban el chamanismo en el ADN o así lo pensaron los obispos de Roda y Barbastro, que subían a consagrar a la montaña de chaparrales cerrados como en América tenían que subir afluentes del Amazonas o del Paraná sin canoa.

Oyendo a Morricone en su coche, puesto que la escenografía sí forma parte de la educación –al menos de la artística-, conseguimos con la misma devoción con que tantos visitan el punto de energía celta en que se asienta San Benito de Orante, cerca de Jaca, que nos abrieran las iglesietas de Buil.

Si será modesto que se cree inferior a sí mismo…

Él, de falso modesto ni la etiqueta, conocía bien que tanto San Martín como Santa María guardaban dos joyas de naves policromadas interiores. Siendo yo de cerca de Bagüés, habiendo visitado los retablos de Anento y de Bolea, mi interés pasó a ser fulminante. Más porque no había oído nunca hablar de ellas y me entusiasman los secretos no bien guardados, solo debidos al interminable e insostenible paisaje y patrimonio de Aragón.

Por describir como las guías, para que lo veáis leyendo, Buil presenta como Guaso varios barrios con iglesia separados por clamores, en faldas arboladas y castillo propio.

La iglesia de San Martín presenta en su exterior un airoso ábside románico lombardo y parece un trasplante de las del valle del Gállego y resto del Serrablo en ese Sobrarbe de torres de iglesia que semejan de palacios familiares, cuadradas, sólidas e importantes.

Dentro, sobre suelo de piedretas de río se levanta nave con bóveda románica y sustentación en poderosos arcos formeros interiores de medio punto, rebozados todos en parte por unos magníficas y airosas pinturas al fresco de la época tardo barroca, del rococó, con los motivos y colores de las cerámicas de Manises. Cenefas, aspas… de colores dorados, cadmio y verde hoja de pino o musgo. Combinación armoniosa que reproduce el otoño sobrarbenco.

El futuro no existe, existirá

La sorpresa fue mayúscula ante dos policromías presentes en las capilletas laterales y que mi amigo conocía bien, por haber leído sobre ellas.

Una virgen con niño barroca pintada, sustituyendo con seguridad los pequeños retablos donados por familias importantes presentes en las iglesias de las ricas poblaciones de Jacetania -en que todos fuimos infanzones como propietarios y gestores de los bosques de los que salían las galeras que se ensamblaban en las atarazanas reales Aragón de Tortosa y Barcelona- y, especialmente, asombrosa pintura concentrada de una ciudad amurallada: la Jericó de las trompetas, la Aínsa o Huesca de la época, qué importa.

De lo que se trata es de que los que amáis Aragón y nos visitáis gocéis con tener todas estas emociones pendientes. Del mismo modo que a mí me cambiaron el paso aquel día, que nos dejemos llevar por las sendas de lo menos evidente para no pensar que ya lo tenemos todo visto. Y aplicarlo a tampoco pensar desde nuestro egocentrismo de roca caliza pirenaica que nos hemos terminado a vecinos, amigos o familiares.

01.09: Álvaro Figueroa y Torres (Romanones), resucitado hoy como poeta y porque cazaba en Ansó y ha sido el día del Traje, y Luis Iribarren, su entonces y hoy humilde servidor. En el futuro, ya se verá, que ya existirá.