El texto que os dejo abajo es del libro: "Exortación a los Aragoneses y al remedio de sus calamidades" (sin H intercalada) escrito por Marcelo Nabacuchi (seudónimo de José Gracián Serrano y Manero) en Venecia, en el año 1684. Casi 350 años han pasado pues, vuestra señoría lectora.
Veamos qué nos dice el libro en cuestión, sobre alguno de los problemas de los aragoneses. El libro era una contrarréplica al de Diego J. Dormer publicara a favor del libre comercio su libro "Discursos".
Que la previsión de las mercaderías extranjeras sea la raíz de todos vuestros daños, y el cáncer que han mordido hasta los huesos de vuestra provincia, queda bastantemente conocido con la prueba referida de las familias, que se ocupan en cada libra de seda y arroba de lana desde su primer ser, hasta reducirla en forma de vestuario.
De este pues innegable principio, se forma este argumento concluyente: cualquier causa que fuerce bastante a desterrar los hombres de un Reino, lo es para destruirlo. La entrada de las mercaderías extranjeras destierra los artífices naturales. Luego es la destrucción del Reino.
Pruebo la menor. Las mercaderías extranjeras se fabrican con una conveniencia, por ser hechas sin ley y tener los artífices los comercios en bajísimo precio, y se compran más baratas por el cambio de la moneda. En cualquier parte lo barato lleva consigo todo el despacho. Luego la introducción de estas es exclusión de las naturales y por consiguiente de sus artífices.
Es tan poderosa la fuerza de esta verdad que no puede negarse, ni aún las fierezas de los mismos que la aborrecen, pues no atreviéndose a impugnarla cara cara, embisten por los costados con algunos argumentos a los que fácilmente iré respondiendo.
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Que la previsión de las mercaderías extranjeras sea la raíz de todos vuestros daños, y el cáncer que han mordido hasta los huesos de vuestra provincia, queda bastantemente conocido con la prueba referida de las familias, que se ocupan en cada libra de seda y arroba de lana desde su primer ser, hasta reducirla en forma de vestuario.
De este pues innegable principio, se forma este argumento concluyente: cualquier causa que fuerce bastante a desterrar los hombres de un Reino, lo es para destruirlo. La entrada de las mercaderías extranjeras destierra los artífices naturales. Luego es la destrucción del Reino.
Pruebo la menor. Las mercaderías extranjeras se fabrican con una conveniencia, por ser hechas sin ley y tener los artífices los comercios en bajísimo precio, y se compran más baratas por el cambio de la moneda. En cualquier parte lo barato lleva consigo todo el despacho. Luego la introducción de estas es exclusión de las naturales y por consiguiente de sus artífices.
Es tan poderosa la fuerza de esta verdad que no puede negarse, ni aún las fierezas de los mismos que la aborrecen, pues no atreviéndose a impugnarla cara cara, embisten por los costados con algunos argumentos a los que fácilmente iré respondiendo.
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