Los trabajadores del bus urbano de Zaragoza vuelven a la huelga en un servicio malo, adusto, donde unos cuantos conductores hunden el respeto que debería tener un servicio público a los ciudadanos, donde la mayoría de los conductores son unos grandes profesionales, eclipsados por unos pocos incapaces de entender que es un servicio a personas. ¿A ellos les atienden con la misma calidad cuando van al médico o a sus hijos cuando van a la escuela?
El Ayuntamiento de Zaragoza es incapaz de resolver este problema cíclico, absurdo, donde ambas partes, empresa y trabajadores, no saben comportarse como lo que son, un servicio a una ciudadanía, generalmente los más débiles en sus posibilidades de desplazamientos.
Quien debe resolver el problema sabe que es su obligación. Otra cosa es que no sepa la forma o no quiera.
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