Parece surrealista que Zaragoza tenga que declarar desierto el proceso de selección del Director del Auditorio, una perla, un caramelo muy respetado y reconocido en toda España e incluso en Europa, al que se han presentado una serie de profesionales que a juicio del jurado de selección no cumplían las expectativas necesarias.
¿Qué ha sucedido? Pues por una parte creo que hemos creado un problema donde no lo había. Una selección por jurado puede funcionar o puede ser un fracaso. No todo lo que se disfraza de participación es realmente mejor e incluso a veces ni participativo en calidad. Hay otros procedimientos y así lo saben en otras ciudades que los llevan practicando para organismos de este tipo, de primer nivel en cultura o similares.
En primer lugar para ciertos puestos de gran trabajo que no se ve en el corto, hay que garantiza un periodo largo de trabajo, para que se puedan ver los resultados. Queda un año para otras elecciones municipales, y sin esa garantía clara, nadie de gran valor deseará entrar a una subasta politizada.
En realidad es un puesto de libre designación y querer disfrazarlo de un sistema democrático no siempre funciona bien, si se quiere controlar desde dentro o desde fuera. Para hacerlo mal, es mucho mejor dejar al actual director Miguel Ángel Tapia, y no haber entrado en barullos que nadie aprobó desde el resto de grupos municipales.
Hubo 18 aspirantes a los que ahora se les ha dicho que ninguno de ellos ha resultado seleccionado por no tener el perfil profesional completo que se buscaba. Esto sin duda supone un gran palo para cada uno de estos 18 buenos profesionales. Más todavía para los cuatro últimos de los cuales se han publicado sus nombres y apellidos.
El Auditorio de Zaragoza necesita una seriedad y una excelencia que en este proceso no hemos tenido desde Zaragoza. Alguien debería disculparse por ello.
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