Estamos hablando de un Mercado Central, céntrico, moderno, totalmente renovado, con una actividad comercial muy asentada, y a unos precios de inversión realmente muy lógicos. ¿Qué falla pues, para que no se vea claro que puede ser un negocio para los comerciantes que o bien ya existen o para nuevos emprendedores?
Lo curioso es que no dejan de abrirse nuevas tiendas en barrios distintos, sobre todo fruterías, muchas veces de forma repetitiva en calles ya saturadas de estos servicios. Al final de la Avenida de la Jota, en 100 metros hay 4 fruterías, de ellas 2 abiertas en el último año. Y en cambio nadie se atreve con la apuesta de ir a un Mercado Central asentado.
Los puestos han salido para 50 años de actividad a una media de 56.000 euros (entre 44.000 y 80.000 euros según tamaño y posición en el Mercado) y teniendo que pagar un alquiler de 94 euros al mes de media (entre 73 y 133 euros). Su sumamos inversión y alquiler estamos hablando de unos 188 euros de media al mes. Y con esa cantidad se crea un puesto de trabajo y se garantiza un movimiento de clientes que ya utilizan el Mercado Central.
¿Dónde está el error municipal para que no se llene de peticiones este servicio de un Mercado Central centenario pero totalmente reformado?
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