Es curioso que cuanto más fino y con más poder económico tiene un barrio de Zaragoza, más banderas de España muestra en sus balcones y ventanas. Debe ser que como son más ricos, pueden gastarse más dinero en banderas.
Es curioso también que durante la crisis económica, durante esos meses en los que España no era nada pues estaba en manos de las instituciones duras europeas y alemanas (los hombres de negro), no salieron banderas a las ventanas de Zaragoza reclamando nuestra dignidad como país y sociedad.
Es curioso que cuando se nos derogaron las leyes laborales conseguidas con esfuerzo y siempre a medias, cuando se nos borró nuestro derecho a los convenios colectivos, al empleo digno, no salieran banderas a los balcones, ni de España, ni de Aragón, ni de los sindicatos. Dando la cara, presionando. No escuché que nadie fuera a sacar sus dineros de los bancos, incluso cuando la CAI se tambaleaba moribunda.
Es curioso que sin saber qué es Cataluña, se odie a Cataluña y se prefiera el champán carísimo al cava. Que se defienda una postura política con fervor siendo abstencionista redomado. Es curiosa esta España que no entendemos ni los españoles. Como para explicarla a los de fuera.
Sigo sin entender…, cómo es que odiamos a los catalanes, pero en cambo les obligamos a que estén junto a nosotros. Cuando se odia a Cataluña, se odia a todos los catalanes, también a los que llevan banderas españolas.
Si un matrimonio se odia, se inventó el divorcio. Y ya hace mucho. Y en un divorcio no se les pregunta a los hijos qué les parece que sus papas se vuelvan independientes del todo, incluidas sus economías.
Julio Puente
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