La lengua es un patrimonio de un valor incalculable para cualquier sociedad, forma parte de lo más íntimo del ser humano y es el principal vehículo de su cultura. Sin embargo, a veces, se percibe más como un problema que como una oportunidad o una riqueza.
Aragón cuenta con tres lenguas, lo que debería ser causa de orgullo y dar lugar a consensos para facilitar su convivencia y conservación. Dos de ellas (el aragonés y el catalán) están presentes en el territorio desde la formación del reino, y la tercera (el castellano), actualmente mayoritaria, se incorporó después.
Tras varios siglos de abandono social e institucional, el aragonés y el catalán de Aragón, pese a ir perdiendo hablantes, están cada vez más presentes en la vida pública.
Actualmente, las lenguas minorizadas precisan de apoyo público y de utilidad en la vida diaria para poder mantenerse vivas. Este apoyo suele plasmarse en normas de protección, promoción y difusión, tal como prevé la legislación estatal e internacional y nuestro Estatuto de Autonomía.
En desarrollo de esta norma básica en el Estatuto de Autonomía, han sido promulgadas dos leyes que no han obtenido un respaldo político unánime. Por ello, es conveniente llevar a cabo una reflexión desde el ámbito académico y científico que nos acerque, si es posible, a unas anheladas bases de acuerdo.
Por ese motivo y durante el mes de noviembre de este 2017, se van a celebrar tres sesiones de tarde los días 13, 22 y 29 de noviembre, en el Centro Pignatelli, en el Paseo de la Constitución 6 de Zaragoza, para buscar bases que nos sirvan de acuerdos para cuidar más y mejor las lenguas de Aragón.
Chuan Arguedas
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