Hace miles de años en estas mismas tierras zaragozanas paseaban y habitaban gentes a las que hoy podemos llamarles zaragozanos también, y que fueron dejando vestigios y huellas que no todas hemos descubierto hasta la fecha. Somos parte de su Cultura, aunque sean sus vestigios muy leves y su influencia más leve todavía, incluso aunque hayamos nacido en Soria o en Huelva.
La Ciudad siempre nos influye, también sus diseños geográficos, sus decisiones históricas de dónde hacer que la ciudad se amplíe o no. Nos afecta hoy que los judíos vivieran en Zaragoza y lo hacen por ejemplo en nuestra gastronomía, nos influye aunque hayamos nacido en Venezuela el que se celebrara la Expo 2008 o que exista el Palacio de la Aljafería. Somos la suma de millones de pequeñas decisiones, que no siempre las tomamos nosotros.
Paseando por Las Fuentes, por Delicias o San José, sabemos que había ciudadanos diseminados que vivían desde hace miles de años en nuestros territorios de la actual Zaragoza y que supieron disfrutar de sus paisajes y sacar provecho de sus agriculturas.
Paseando por Las Fuentes, por Delicias o San José, sabemos que había ciudadanos diseminados que vivían desde hace miles de años en nuestros territorios de la actual Zaragoza y que supieron disfrutar de sus paisajes y sacar provecho de sus agriculturas.
Eran tierras muy similares a los actuales aunque ahora casi ya no tengamos huertas. Hablamos también de la influencia de sus aguas, de sus ríos, no tanto de sus acequias si hablamos de hace miles de años por que fueron creadas por los árabes, pero sí por los manantiales y por las zonas que se inundaban por el Ebro o los ríos desbordantes del Huerva y Gállego, y que siguen igual. Todo esto configura barrios, zonas, calles, nombres, habitabilidad.
Actualmente falta mucho más por descubrir de nuestra historia de lo que hemos descubierto hasta el momento. Aunque nos parezca esto imposible. ¿Sabías que por debajo de la Plaza Mozart está el cauce del Ebro Viejo, y hay personas que lo pueden visitar?
Posiblemente debajo de nuestros caminos, de nuestras casas y nuestras plazas siguen existiendo no solo yacimientos de épocas romanas, árabes o visigodas sino también enterramientos, tumbas de zaragozanos muertos que han ido conformando nuestra historia a lo largo de los siglos.
Es mucho más lo que desconocemos de nuestra historia que lo que realmente conocemos. Os voy a poner un ejemplo sencillo.
Agustina de Aragón es conocida por haber defendido el Portillo en la Zaragoza en la que ya se empezaba a poder escribir historias, en la que ya se realizaban cuadros y obras que reflejaban lo que estaba sucediendo en la historia de las ciudades y de los países.
Pero antes que Agustina de Aragón seguramente habría habido decenas y decenas de zaragozanos y zaragozanas que habrían creado sistemas de defensa de sus terrenos o localidades cercanas, que habrían conformado modelos sociales, culturales, incluso musicales, gastronómicos, artísticos y que desgraciadamente no han pasado a la historia por multitud de motivos.
Podemos imaginarnos que en esa provincia de Teruel llena de pinturas rupestres posiblemente se pintarían cientos y cientos de pinturas que se han ido perdiendo, o que incluso no se han descubierto todavía en zonas muy escondidas, o que existieron en espacios naturales que han ido cayendo destruidos por la acción del tiempo.
¿Quién nos garantiza a nosotros que lo bueno es lo que hemos descubierto y no lo que todavía queda por descubrir? ¿Quién nos garantiza que lo que se ha perdido no podría ser mucho más interesante que lo que conocemos ahora? o lo que es más complicado de admitir: ¿Quién nos dice a nosotros que parte de nuestra historia se podría ver modificada si conociéramos datos que no conocemos en la actualidad?
Por eso el trabajo de los que se dedican a estudiar nuestra historia a indagar las posibilidades que ofrecieron nuestros territorios y nuestras sociedades necesitarían el apoyo constante de las instituciones. Y un empuje fuerte a la conservación de los vestigios, que no nos pertenecen a los actuales vecinos de Zaragoza o de cualquier localidad, sino de los que vayan viniendo después de nosotros.
Actualmente falta mucho más por descubrir de nuestra historia de lo que hemos descubierto hasta el momento. Aunque nos parezca esto imposible. ¿Sabías que por debajo de la Plaza Mozart está el cauce del Ebro Viejo, y hay personas que lo pueden visitar?
Posiblemente debajo de nuestros caminos, de nuestras casas y nuestras plazas siguen existiendo no solo yacimientos de épocas romanas, árabes o visigodas sino también enterramientos, tumbas de zaragozanos muertos que han ido conformando nuestra historia a lo largo de los siglos.
Es mucho más lo que desconocemos de nuestra historia que lo que realmente conocemos. Os voy a poner un ejemplo sencillo.
Agustina de Aragón es conocida por haber defendido el Portillo en la Zaragoza en la que ya se empezaba a poder escribir historias, en la que ya se realizaban cuadros y obras que reflejaban lo que estaba sucediendo en la historia de las ciudades y de los países.
Pero antes que Agustina de Aragón seguramente habría habido decenas y decenas de zaragozanos y zaragozanas que habrían creado sistemas de defensa de sus terrenos o localidades cercanas, que habrían conformado modelos sociales, culturales, incluso musicales, gastronómicos, artísticos y que desgraciadamente no han pasado a la historia por multitud de motivos.
Podemos imaginarnos que en esa provincia de Teruel llena de pinturas rupestres posiblemente se pintarían cientos y cientos de pinturas que se han ido perdiendo, o que incluso no se han descubierto todavía en zonas muy escondidas, o que existieron en espacios naturales que han ido cayendo destruidos por la acción del tiempo.
¿Quién nos garantiza a nosotros que lo bueno es lo que hemos descubierto y no lo que todavía queda por descubrir? ¿Quién nos garantiza que lo que se ha perdido no podría ser mucho más interesante que lo que conocemos ahora? o lo que es más complicado de admitir: ¿Quién nos dice a nosotros que parte de nuestra historia se podría ver modificada si conociéramos datos que no conocemos en la actualidad?
Por eso el trabajo de los que se dedican a estudiar nuestra historia a indagar las posibilidades que ofrecieron nuestros territorios y nuestras sociedades necesitarían el apoyo constante de las instituciones. Y un empuje fuerte a la conservación de los vestigios, que no nos pertenecen a los actuales vecinos de Zaragoza o de cualquier localidad, sino de los que vayan viniendo después de nosotros.
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