La ciudad de Zaragoza es de profunda tradición católica, y alberga entre sus tesoros religiosos el Cristo de los Milagros, un ícono venerado por visitantes y locales que se encuentra en la entrada principal de la Basílica del Pilar, nada más entrar a la basílica, a la derecha.
Situada en la capilla a la derecha, esta imagen, posiblemente de la escuela granadina de finales del siglo XVI o principios del XVII, es uno de los elementos más destacados del patrimonio religioso zaragozano.
Está realizado en madera mediante el ensamblado de los distintos bloques y durante muchos años llevaba un paño que lo cubría hecho en tela encolada. Tras un acto vandálico hubo que restaurar la imagen y se descubrió que dicha tela era un añadido y que debajo del Cristo estaba también en madera el original.
Aunque más antigua que la propia capilla que la alberga, la de San Juan Bautista, su devoción la convierte en uno de los lugares más visitados y venerados de la basílica, junto a la zona de la Virgen del Pilar.
La figura de Cristo había sufrido el paso del tiempo y los daños por la tradición de besar sus pies, practicada por zaragozanos y visitantes, contribuyendo al desgaste, especialmente en la zona baja. En este 2023 se ha restaurado y se ha colocado un matacrilato para evitar que los fieles toquen la imagen.
En cuanto a su origen, se barajan diversas teorías. Algunas fuentes sugieren que podría haber sido el Cristo de Gotor, un pueblo cercano al Moncayo, vinculado al convento de Nuestra Señora de la Consolación de los padres Dominicos.
Otras fuentes mencionan la posible influencia de Damián Forment en la creación de esta obra, encargada a un escultor andaluz en el mismo período que el retablo del altar mayor del Pilar de Zaragoza.
La fotografía es anterior a la última restauración.
Aunque más antigua que la propia capilla que la alberga, la de San Juan Bautista, su devoción la convierte en uno de los lugares más visitados y venerados de la basílica, junto a la zona de la Virgen del Pilar.
La figura de Cristo había sufrido el paso del tiempo y los daños por la tradición de besar sus pies, practicada por zaragozanos y visitantes, contribuyendo al desgaste, especialmente en la zona baja. En este 2023 se ha restaurado y se ha colocado un matacrilato para evitar que los fieles toquen la imagen.
En cuanto a su origen, se barajan diversas teorías. Algunas fuentes sugieren que podría haber sido el Cristo de Gotor, un pueblo cercano al Moncayo, vinculado al convento de Nuestra Señora de la Consolación de los padres Dominicos.
Otras fuentes mencionan la posible influencia de Damián Forment en la creación de esta obra, encargada a un escultor andaluz en el mismo período que el retablo del altar mayor del Pilar de Zaragoza.
La fotografía es anterior a la última restauración.
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