Provengo de una cultura, la aragonesa neolítica, difícilmente comprensible en términos de ecologismo normativo. De ese que observa y anida pájaros, visita el Okavango, hace formación en la Aragón vaciada y forma parte de brigadas de limpieza forestal previa contratación administrativa. Siempre quemando combustible salvo escasas excepciones, lo que ha creado un mercado social.
Nosotros, y los concejales del medio rural sea cual sea su opción política, tuvimos abuelo con burro. Pertenecíamos a núcleos de municipios con comunales y aprovechamientos. Allí se talaba carrasca de rama baja y los rebaños, incluso colectivos, segaban el monte bajo. El resultado, junto a la pluviometría más abundante por tormentas, era que no había incendios forestales.
También se limpiaban con cabras las riberas de los ríos y se extraían cantos rodados y áridos con los que, por ejemplo, se han edificado conjuntos urbanos monumentales como Berdún y tantos. Subiendo los zaborros a golpe de yunta y grasa de eje, o te llaman abandonao…
Las administraciones hacen gala de que la superficie forestal aumenta. Solo es una estadística que no revela todo ese monte bajo lleno de aliagas y chargas que convierte a los cortafuegos en la principal tea, por falta de mantenimiento.
Coger setas libremente, cazar para alimentarse y pescar a trasmallo abundante pesca, en la Canal de Berdún incluso finas anguilas antes de Yesa, era posible. Y los guardas de ríos y forestales sabían que las personas del neolítico del medio rural lo harían protegiendo las especies por conveniencia.
En este tiempo he llegado a oír en bares del Alto Aragón que es necesario el furtivismo por superpoblación de jabalíes y corzos, que los nuevos forestales solamente son funcionarios con coche oficial propio y prismáticos nacidos para sancionar, que ningún ataque de los osos en Jacetania los denuncian ellos sino los afectados, lo que revela su nula relación con su supuestamente vocacional cometido. Ni aquello ni esto.
Y solamente lo traigo a colación porque las conversaciones desembocan en un mantra, porque sigue habiendo un discurso falaz de que toda la inversión se va a Zaragoza o Huesca ciudades, de donde provienen los opositores sancionadores.
Que se necesita un poco de manga ancha porque se relaciona con los puestos de trabajo no existentes en el medio rural –mi abuelo fue carrilano, trabajador para Obras Públicas, carbonero, plantó y regó árboles para IRYDA- es evidente.
Hay que subrayar que ello va en contra de intereses creados ajenos a los medios rurales pero no a sus ayuntamientos, compuestos en ocasiones por concejales contratados por sociedades anónimas de gestión medioambiental públicas, ladronas de voluntades. Es cierto que menos en Huesca, y de allí la indignación.
Hay un ánimo de que se apesebran y con ello terminan con puestos de trabajo como los que existieron en esa chopera que mantuvo a dos familias en Puente la Reina pues requería tala, poda y riego todo el año.
En el medio rural aragonés, en un discurso muy de Vox que sostienen cazadores y residentes que votan izquierda, se considera que los gallegos tienen cojones y aquí no por quemar el monte. Angustiados al parecer por las restricciones de uso que les han hurtado su relación lazarilla con su paisaje.
Es una posición verdaderamente peligrosa que hay que revertir, los últimos pobladores de mi generación del medio rural han visto desde el neolítico analfabeto hasta su suscripción presente a Netflix. Cuidado, la planificación les está quitando la relación con el paisaje a sus hijos y ya no irán a extinguir voluntariamente incendios.
Que no pueden tener rebaños ni quemar pastos sabiamente como se hace al otro lado de la frontera, donde mandan en Europa, es sabido porque se ve en días de cierzo. También se conocen perfectamente las posiciones navarras de mirar para otro lado para que siga habiendo pastores y seteros, es decir kind of necesaria piratería autorregulada.
No se puede cambiar en una generación solo con papel tanta praxis solo con antítesis normativas que convienen a determinados intereses ajenos al territorio, sin hegelianas síntesis.
25.04 Luis Iribarren.
Hay un ánimo de que se apesebran y con ello terminan con puestos de trabajo como los que existieron en esa chopera que mantuvo a dos familias en Puente la Reina pues requería tala, poda y riego todo el año.
En el medio rural aragonés, en un discurso muy de Vox que sostienen cazadores y residentes que votan izquierda, se considera que los gallegos tienen cojones y aquí no por quemar el monte. Angustiados al parecer por las restricciones de uso que les han hurtado su relación lazarilla con su paisaje.
Es una posición verdaderamente peligrosa que hay que revertir, los últimos pobladores de mi generación del medio rural han visto desde el neolítico analfabeto hasta su suscripción presente a Netflix. Cuidado, la planificación les está quitando la relación con el paisaje a sus hijos y ya no irán a extinguir voluntariamente incendios.
Que no pueden tener rebaños ni quemar pastos sabiamente como se hace al otro lado de la frontera, donde mandan en Europa, es sabido porque se ve en días de cierzo. También se conocen perfectamente las posiciones navarras de mirar para otro lado para que siga habiendo pastores y seteros, es decir kind of necesaria piratería autorregulada.
No se puede cambiar en una generación solo con papel tanta praxis solo con antítesis normativas que convienen a determinados intereses ajenos al territorio, sin hegelianas síntesis.
25.04 Luis Iribarren.
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