Es la plaza de San Nicolás en los años 60, cuando yo la abandoné tras diez años de vida justo en el punto desde donde se tomó esta fotografía. Aquí nacimos los dos hermanos, en el Boterón y aquí aprendimos a jugar contra la puerta de entrada a la iglesia cuando estaba cerrada.
Era una portería fabulosa mientras no dieran balonazos, aunque pocos podíamos dar pues jugábamos con pelotas de plástico, tener un balón de cuera era imposible para los niños pobres.
En las ventanitas de la zona izquierda, las que parece que alumbran un sótano, había un criadero de conejos. La dueña de aquella vivienda que era viuda, vivía de los pocos ingresos que lograba con la venta de los animales. Nacían y debían morir a oscuras.
Eran años casi de hambre, donde pocas familias del Boterón podían comprar conejo para comer. Pero las había. Esta imagen se debió tomar sobre los últimos años de la década de los 60, cuando ya no quedaban casi vecinos en las casas.
Detrás de la persiana vivía un matrimonio con un hermano, y los hombres eran transportistas que encerraban su camión en el portalón rojo.
Y no debemos olvidarnos de "La Monjera" que era la mujer que con su familia vivía en la casa aledaña a la iglesia y que hacía de suministradora a las monjas de San Nicolás, que entonces eran de clausura total.
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