La Zaragoza que había salido destruida de la Guerra de la Independencia se tuvo que levantar y reconstruir desde la pobreza y la despoblación. Una nueva Zaragoza tenía que salir desde los escombros. Esta sección de un plano de Coello nos muestra la zona del Rabal zaragozano, publicado en el año 1853.
Un Rabal pequeño, con acequias como teníamos en los barrios zaragozanos hasta hace medio siglo, con las últimas huellas de las Balsas de Ebro Viejo, con los edificios que se habían conservado de los conventos de la zona. Otra Zaragoza que intentaba volver a ser una ciudad viva e importante.
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