Nuestra historia está repleta de pequeños recuerdos que se nos caen a trozos. Este monumento del año 1774 no tiene quien lo quiera reparar. A su vera y durante muchos años, los zaragozanos pobres del centro de nuestra ciudad acudían a coger agua para sus hogares. Los ricos la compraban a los aguadores, que se la llevaban a sus casas en tinajas y burros.
Lleva unos años rota y en franca decadencia. No nos parece importar lo que hicieron nuestros abuelos. Somos muy modernos para eso. Creo que estamos esperando a que se hunda definitivamente. Un ahorro más.
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