La boca de la presa del embalse del Ebro libera caudal para que el río rompa hacia el este, se oriente hacia el bochorno salino de su delta en un decurso lento, por meandros y desniveles poco pronunciados.
Los primeros los encontraremos en el norte de la provincia de Burgos en un marco estrecho y rapaz, entre sierras de karst. El Ebro discurre encañonado hasta dejar las tierras castellanas en Miranda e incluso sigue así al entrar en el término municipal de Haro, refrescadas las mejores viñas de Rioja entre recodos y revueltas que alargan la longitud del río hasta sus casi mil kilómetros.
En las sierras del norte de Burgos, do manan y brincan los primeros afluentes del Ebro, nació el Condado de Castilla. Su territorio matriz abarcaba la altiplanicie de la vertiente sur de los montes cántabros orientales y vascos más occidentales.
Castilla, más adelante reino poderoso y cuna del segundo idioma occidental más hablado, pudiera incluso compartir etimología con Cataluña. Ambas significarían tierras de castillos por su “a” plural de cierre”. En otra versión menos extendida, Cataluña se diferenciaría de Castilla por su condición de marca carolingia y asentamiento de aristócratas godos administradores (godos.cat).
Al norte del Ebro y regadas por sus primeros afluentes de la margen izquierda, las villas de las Merindades burgalesas y sus territorios ocupan una superficie semejante a la de toda Álava y superior a las otras dos provincias vascas para un total de población de unas 20.000 personas. Siendo el principal curso de agua tributaria al Ebro el río Nela y los valles más característicos de la comarca, los de Mena y Losa que abren una vía sin apenas puertos que concluye por el valle de Cadagua y las Encartaciones en la ría del Nervión. Paso expedito de riquezas generadas por el transporte de metales y lana desde el asentamiento celta en la región.
Los ríos que desembocan cerca de Oña alimentan a nuestro río padre que avanzará ya caudaloso cuando reciba al alavés Zadorra y los ríos riojanos de su margen derecha, antes de que el Ega en San Adrián y el Aragón en Milagro -por recoger al Irati y Arga- desagüen todas las lluvias de las selvas de Navarra y hagan al Ebro varón, como citaban tantas jotas. Así, su anchura en Tudela es semejante a la que conservará en Tortosa.
Ciudades históricas del norte burgalés o Comarca de las Merindades son Medina de Pomar, Villarcayo y Espinosa de los Monteros, riberanas de los afluentes referidos; como también lo son Oña y Frías, erigidas en su margen derecha. La última merecerá capítulo especial pero todas ellas se mencionan como solares de estirpes de familias descollantes después establecidas en Burgos, primera capital castellana.
Los Velasco, Espinosa, Salinas, Legarda, representan a la nobleza hereditaria de la visigoda, señores del ganado y propietarios de la lana de los valles altos, jefes de clan. Fueron los primeros que utilizaron en su documentación familiar la denominación “Castilla” para describir su tierra somontana, fría y seca. Su llanada con torres y castillos sita al norte del río que nos lleva. Señores que lo eran también del histórico y fundamental valle alavés de la Cuadrilla de Ayala.
El clan fundamental, el primer apellido Velasco de la serie que también presenta la forma de Vélez (de Guevara o Gomera), es indicativo de que se trata de sucesores de la nobleza visigoda a la que pertenecía Rodrigo y sobre la que se conformó, junto con los godos introducidos por Carlomagno en las marcas, una primera organización condal. El apellido que nos ocupa lo detentaban los hijos de Vigila o Vela con la terminación ko patronímica. Uno de los principales actores secundarios de todos los tiempos fue el inigualable Bela Lugosi, aquel dacio tan alto.
La institución de Condestable de Castilla fue un cargo hecho a la medida del clan al mezclarse con sangre real, la de los Fernández de Velasco-Manrique de Lara (el de las coplas a la muerte de su padre), tras paso de algún noble Borja-Gandía aragonés o los Trastámara gallegos por ella y como manifestación de las alianzas políticas matrimoniales de la aristocracia del Ebro burgalés.
A la vez, y en términos actuales de comparación, los condestables eran tenientes generales del CESID y vice Jefes de Estado del reino con poder judicial. Administraron desde la sede en la célebre Casa del Cordón de Burgos, tras bajar de su montaña. Proceso semejante al de la participación de la nobleza pirenaica en la administración de los Aragón por los clanes de los Gil de Jasa, Urriés o Bardají.
Los shogunes japoneses provenientes de castas de samuráis siguieron el mismo proceso de escriturarse tierras antes llamadas “incultas”, emparentar con la Casa Real del crisantemo renovando su sangre para evitar la hemofilia y detentar el poder religioso, dirigiendo sus segundones como abades los monasterios budistas.
Así se advierte que en Castilla, como sucedió en los pequeños reinos de Navarra y Aragón, se fraguó una nobleza terrateniente y reconquistadora, especialmente en el primer reino unido al de León, que vigilaba de cerca a los reyes de la casa Ordóñez-Ramírez asturianos.
Como ellos, los reyes leoneses fueron descendientes de la alta alcurnia visigoda: los Alfonso famosos, cuya raíz es Ataúlfo (que significa noble dispuesto). Nombre prototipo de rey castellano, leonés pero también aragonés, nuestro actual Felipe es vino de Borgoña y no de Ribera del Duero, cuando no de Macedonia y el nombre se lo debió poner su madre.
Es curioso que los reyes de Francia y Navarra, sin embargo, portaran nombres francos o sajones, tales como Luis (de Ludovico, distinguido o noble en el combate) o Carlos, nombre tampoco romano, que deriva de hombre o marido de la casa por su finalización que suena a hus en lenguas norte europeas y vikingas (el hombre grande, de casa y de confianza: Carlomagno).
Las Merindades burgalesas, primera posesión de las sagas de Castilla, ocupan una planicie de valles fríos y altos apta para alimentar buenos rebaños ovinos, producir excelente trigo y manzanas, como refleja el apellido de Medina que es “de Pomar” o manzano. En su día poblada y rica en recursos, fue comarca de paso y cabeza de trashumancia.
Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón
El Ebro y los ríos que en él desembocan atraviesan sistemas calizos mediante hoces o congostos.
Valles glaciares esculpieron con sus hielos las foces que horadan la montaña pirenaica: la navarra oriental de Arbayun-Lumbier; las numerosas en Aragón como las de Salvatierra de Esca, Fago, Biniés, el cañón de Añisclo, el congosto de Olvena o Montrebei (hoy muy visitada su vía ferrata). Asimismo abunadan congostos en el Prepirineo catalán que surcan los ríos con nombre de Noguera o los del curso del padre Segre, el que dio paso natural a los elefantes de Aníbal a las Galias por Ceretania.
Del mismo modo pero de menor longitud y altura, en el Sistema Ibérico pueden hallarse estrechamientos poderosos en sus cursos fluviales. Las paredes de roca, a diferencia de las del Pirineo, presentan tonalidades gris marengo con brillo rutilante y ajeno al de la caliza y hasta tonos de óxido, pues se componen de rocas minerales de origen magmático o de conglomerados de desembocadura de ríos tropicales. Conformados los estrechos por la acción de disolución de arcillas de los ríos Jalón, sus afluentes como el Piedra –el más reconocido de la cuenca- y el Mesa-; los excavados por los altos valles de los ríos Martín y Guadalope o los existentes en los puertos de Beceite, con el célebre entorno del Parrisal como paisaje destacado del valle del Matarraña.
En el caso riojano, el cañón conformado por el río Cidacos desde la soriana villa de Yanguas hasta la pujante capital del calzado riojana, Arnedo, y el sobresaliente y extenso del salvaje valle del río Alhama al sur de la localidad de Cervera.
Cercano a su nacimiento, el estrechamiento denominado “Hoces del Alto Ebro” lo excava directamente el Ebro y uno de sus primeros afluentes llamado Rudrón. Tapizados los acantilados de las hoces según su exposición umbría o solana con bosques mixtos en parte atlánticos y mediterráneos. En pocos montes de la cuenca conviven hayas y encinas en unidad de ecosistema.
Las sierras calizas de paredes verticales, en todas las hoces expuestas, generan en sus fondos atravesados por ríos microclimas más húmedos, y han impedido por su rusticidad y lejanía las actividades extractivas. Por ello se han convertido en santuarios de preservación de bosques originarios abundantes en robles, encinas y arces, con alguna mancha de hayas en sus vertientes norte y bellos bosques de ribera de chopos y alisos.
Las paredes de doscientos metros o incluso de mayor altura son refugio y hogar de todas las aves rupícolas peninsulares, de la fauna mamífera de más alta calidad.
Las filtraciones kársticas en los suelos calizos originan cursos fluviales con ojos, con tramos subterráneos; surgen en forma de manantiales caudalosos como en la fuente de Orbaneja; dan lugar a la presencia abundantes cuevas, que fueron comprobados albergues de trashumantes y cazadores anteriores al Neolítico.
Una de las particularidades más destacables de este alto tramo es que en el mismo existen poblaciones que nadie pensaría regadas por el Ebro, repletas de arquitectura de montaña que asociamos a las cabeceras de sus afluentes.
Especial es la importancia paisajística del Hayedo de Carrales y la arquitectura en piedra de Orbaneja o Pesquera del Ebro, desde cuyo puente se percibe la fuerza del río padre en estado de levantisco adolescente.
17.11 Luis Iribarren

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