El canal, navegable desde Torrero, dejó bellas postales de vuelta al daguerrotipo que al personal le gusta encontrar enmarcadas en cafés o en los libros por décadas de la historia de Zaragoza. Yo también los compro o me los regalan y los disfruto, cada vez que paseo por el Barrio del Carmen es una emoción nueva, últimamente la tengo con las puertas de latón racionalistas.
Con una vida de logros longeva, el arquitecto zaragozano del título (García Mercadal) fue uno de los principales impulsor del GATEPAC: asociación de arquitectos por el progreso de la arquitectura contemporánea que superó el historicismo, modernismo y neomudejarismo, se la considera la Generación del 27 en su especialidad artístia de producción de emociones e introdujo en España el estilo racionalista.
Del que tanto disfruto en la calle Conde de Aranda de Zaragoza, con los chalés de la Calle Parque de Huesca y los de la Calle José Torán de Teruel. Además de presencia estilística propia de los pueblos de colonización y ciudades jardín de todas las aragonesas.
El racionalismo o estilo internacional es deudor en su introducción en España y después en Ciudad de México por este grupo de arquitectos en el que varios de sus componentes se exiliaron –e influenciaron la construcción de la casa de Rivera y Frida Kahlo- de las influencias de la Bauhaus alemana, cuyo principal legado conjunto en mi opinión es la ciudad blanca de Tel Aviv, o de la arquitectura limpia y funcional de Le Corbusier.
Bloques o unifamiliares de líneas puras y muros blancos o monocromáticos, cubiertas planas, balcones como popas de barco y ventanas e normes o superficies directamente acristaladas entre hormigón, el reto fundamental de esta corriente es que la forma siga a la función.
Cuestión ensayada por búsqueda del aprovechamiento máximo de espacios, introducción del hormigón en la construcción e influencia de los rascacielos neoyorquinos y naves industriales en la proyección de viviendas. Que dejaron atrás el trencadís y las bóvedas del genial arquitecto valenciano Guastavino como las curvas, rejas y adornos florales del modernismo aragonés.
En cuanto a edificios representativos, el arquitecto barcelonés Josep Lluis Sert de la GATEPAC, exponente cumbre de la rama catalana de la citada asociación técnica republicana, redactó el proyecto del legendario pabellón de la República Española de la exposición Universal de París de 1937 en que, como caja digna del mejor edificio de la Bauhaus, se instaló el Guernica de Picasso y que se puede visitar replicado en la Ronda Norte de Barcelona.
Su colega y amigo zaragozano nos legó el Pabellón del Rincón de Goya, considerado el primer edificio racionalista español.
En cuanto a edificios representativos, el arquitecto barcelonés Josep Lluis Sert de la GATEPAC, exponente cumbre de la rama catalana de la citada asociación técnica republicana, redactó el proyecto del legendario pabellón de la República Española de la exposición Universal de París de 1937 en que, como caja digna del mejor edificio de la Bauhaus, se instaló el Guernica de Picasso y que se puede visitar replicado en la Ronda Norte de Barcelona.
Su colega y amigo zaragozano nos legó el Pabellón del Rincón de Goya, considerado el primer edificio racionalista español.
Se trata de una caja sobria pero de hormigón, semejantes a las villas que aparecen en las maquetas de las ciudades romanas, sin ornamento alguno, con un airoso pórtico de ladrillo que matiza su aspecto macizo y que tiene por su funcionalidad, aún hoy, un fantástico uso educativo. García Mercadal relacionó el edificio con esa huerta-jardín circundante del Huerva, supongo que trasladando la feliz relación con su paisaje que tiene el mausoleo romano de Fabara.
El lugar forma parte de mi vida por mi querencia y curiosidad musical y como marco de tanta excelente programación de verano del Ayuntamiento de Zaragoza de su primer alcalde castellano de la transición, Ramón Sainz de Varanda, y su concejal Luis García Nieto.
El lugar forma parte de mi vida por mi querencia y curiosidad musical y como marco de tanta excelente programación de verano del Ayuntamiento de Zaragoza de su primer alcalde castellano de la transición, Ramón Sainz de Varanda, y su concejal Luis García Nieto.
Por cuanto en las inmediaciones del pabellón y para reivindicarlo y dotar de sentido cultural a la obra se construyó un airoso anfiteatro para actuaciones en que tuve la oportunidad de ver a Mayall, Camarón, Pata Negra o Isabelle Antena siendo casi un tierno infante y antes o después de pasar por el Bandido, el Kezka o la Estación del Silencio.
El legado de García Mercadal no presenta una extensión ni marca en la ciudad tan indeleble como la de los arquitectos Félix Navarro –turiasonense y autor del Mercado Central-, Albiñana Corralé –que diseñó mi edificio favorito de Zaragoza, el del chaflán calle San Gil con Espoz y Mina que parece destinado para ser el mejor de un paseo marítimo y el precioso Casino Mercantil que traslada a la obra de Wagner en Viena- o, dentro del racionalismo, la frecuente presencia en los ensanches de los años 40 de edificios de los hermanos Borobio Ojeda de los años cuarenta –y mi emoción, entre todos ellos, se dirige a la torre de la primera Feria de Muestras racionalista con tintes mudéjares vista desde el Cabezo-.
Más allá del pabellón citado, a don Fernando le debemos un austero pero bellísimo por su movimiento edificio en Plaza los Sitios, nada menos que el conjunto hospitalario de la Casa Grande o Miguel Servet, o el muy airoso por sus juegos de luces de sus cristaleras azules edificio de uso sanitario de la calle Doctor Fleming esquina con la de María Agustín, en el que me he detenido a diferentes horas del día para ver cómo se genera un baño de luz azulete en la calle, que se matiza por el verdor de su arbolado en una sinfonía de fondo de río con algas.
Los premios de arquitectura para edificios e instalaciones aragoneses que se han concedido con el nombre de este referente para la arquitectura por el Colegio de Arquitectos y las exposiciones conmemorativas de los mismos han sido uno de los mayores sitios de mi recreo de los últimos años.
Desde 1994 y su edición inicial, he visitado el palacio de la plaza Ariño, Palacio de los Torrero, sede y caja de los arquitectos aragoneses para recrearme con los planos y alzadas de las obras ganadoras, a la vez que deslumbrarme ante un sobrio patio pero dotado de ventanales con arquillos que trasladan a la Aljafería, únicos en Zaragoza.
En otoño nos devuelven a muchos la pasión por viajar a los interiores de Aragón vaciados por sus ocupantes estacionales. Es el momento óptimo para visitar sin socarrina una iglesia con todo el tiempo y atención, comer en un restaurante popular, tomar un carajillo de casino o, por qué no, hacernos una ruta para visitar buena arquitectura presente en proyectos erigidos para sorprender el medio rural. En muchas ocasiones, concebidos con menos restricciones normativas o de protección.
Si os gusta la arquitectura, admiráis la belleza o singularidad, buscáis ideas para una rehabilitación o simplemente sois unos apasionados de los programas de La 2, documentales generalmente ingleses, de concepción de proyectos singulares os recomendamos visitar el siguiente listado de obras y hasta ver cómo la gran arquitectura se distingue en que por ellas no pasa el tiempo, que imitan en adaptación, funcionalidad y aprovechamiento del espacio a la Colegiata de Alquézar:
Vivienda que anteriormente fue cobertizo agrícola en Zuera, calle San Miguel. De Iñaki Alday y Margarita Jover, su concepción interior y luminosidad es sobresaliente. Con ella dieron el salto a diseñar el fantástico parque fluvial de Zuera y tras él, el Luis Buñuel de Zaragoza y ajardinamientos del tranvía de Casablanca a la plaza Paraíso.
Casa Carriú, de Bisaurri (Ribagorza), de Antonio Sanmartín Gabás de Azcón –arquitecto barbastrense- y Elena Cánovas, se trata de la ampliación de una borda cuya estética y pared de piedra fue respetada con dos plantas más de blanco roto y con entrantes y salientes angulados que matizan la obra conservada.
Ayuntamiento de Binéfar, de Alberto Casado, erigido en la plaza España de la localidad y solar del anterior afectado por aluminosis, se divide en dos volúmenes partidos y da la sensación de que una calle lo atravesara, un lugar para el uso de los vecinos.
El legado de García Mercadal no presenta una extensión ni marca en la ciudad tan indeleble como la de los arquitectos Félix Navarro –turiasonense y autor del Mercado Central-, Albiñana Corralé –que diseñó mi edificio favorito de Zaragoza, el del chaflán calle San Gil con Espoz y Mina que parece destinado para ser el mejor de un paseo marítimo y el precioso Casino Mercantil que traslada a la obra de Wagner en Viena- o, dentro del racionalismo, la frecuente presencia en los ensanches de los años 40 de edificios de los hermanos Borobio Ojeda de los años cuarenta –y mi emoción, entre todos ellos, se dirige a la torre de la primera Feria de Muestras racionalista con tintes mudéjares vista desde el Cabezo-.
Más allá del pabellón citado, a don Fernando le debemos un austero pero bellísimo por su movimiento edificio en Plaza los Sitios, nada menos que el conjunto hospitalario de la Casa Grande o Miguel Servet, o el muy airoso por sus juegos de luces de sus cristaleras azules edificio de uso sanitario de la calle Doctor Fleming esquina con la de María Agustín, en el que me he detenido a diferentes horas del día para ver cómo se genera un baño de luz azulete en la calle, que se matiza por el verdor de su arbolado en una sinfonía de fondo de río con algas.
Los premios de arquitectura para edificios e instalaciones aragoneses que se han concedido con el nombre de este referente para la arquitectura por el Colegio de Arquitectos y las exposiciones conmemorativas de los mismos han sido uno de los mayores sitios de mi recreo de los últimos años.
Desde 1994 y su edición inicial, he visitado el palacio de la plaza Ariño, Palacio de los Torrero, sede y caja de los arquitectos aragoneses para recrearme con los planos y alzadas de las obras ganadoras, a la vez que deslumbrarme ante un sobrio patio pero dotado de ventanales con arquillos que trasladan a la Aljafería, únicos en Zaragoza.
En otoño nos devuelven a muchos la pasión por viajar a los interiores de Aragón vaciados por sus ocupantes estacionales. Es el momento óptimo para visitar sin socarrina una iglesia con todo el tiempo y atención, comer en un restaurante popular, tomar un carajillo de casino o, por qué no, hacernos una ruta para visitar buena arquitectura presente en proyectos erigidos para sorprender el medio rural. En muchas ocasiones, concebidos con menos restricciones normativas o de protección.
Si os gusta la arquitectura, admiráis la belleza o singularidad, buscáis ideas para una rehabilitación o simplemente sois unos apasionados de los programas de La 2, documentales generalmente ingleses, de concepción de proyectos singulares os recomendamos visitar el siguiente listado de obras y hasta ver cómo la gran arquitectura se distingue en que por ellas no pasa el tiempo, que imitan en adaptación, funcionalidad y aprovechamiento del espacio a la Colegiata de Alquézar:
Vivienda que anteriormente fue cobertizo agrícola en Zuera, calle San Miguel. De Iñaki Alday y Margarita Jover, su concepción interior y luminosidad es sobresaliente. Con ella dieron el salto a diseñar el fantástico parque fluvial de Zuera y tras él, el Luis Buñuel de Zaragoza y ajardinamientos del tranvía de Casablanca a la plaza Paraíso.
Casa Carriú, de Bisaurri (Ribagorza), de Antonio Sanmartín Gabás de Azcón –arquitecto barbastrense- y Elena Cánovas, se trata de la ampliación de una borda cuya estética y pared de piedra fue respetada con dos plantas más de blanco roto y con entrantes y salientes angulados que matizan la obra conservada.
Ayuntamiento de Binéfar, de Alberto Casado, erigido en la plaza España de la localidad y solar del anterior afectado por aluminosis, se divide en dos volúmenes partidos y da la sensación de que una calle lo atravesara, un lugar para el uso de los vecinos.
Además de permitir un juego de servicios interior y de representación, su aspecto escurialense exterior de hormigón blanco se matiza enormemente por una brecha acristalada y con lamas como las del pabellón de España de la Expo de Mangado que lleva luz y calidez a los despachos y oficinas. Dan ganas de entrar al Ayuntamiento que, sin embargo, presenta ante la plaza y avenida de dos de sus linderos un aspecto de castillo impenetrable.
Reconversión del Hotel Valle de Tena en viviendas en Panticosa, de Marie Claude Tourillon, con despacho en Biescas. Se trata de una fantástica actualización de su exterior y parte de su interior hacia una arquitectura hoy implantada en el Pirineo, superando un feo inmueble propio de cualquier playa del Mediterráneo y llevándolo a un conjunto de volúmenes en que se juega con la piedra del país y la madera oscurecida.
Vivienda unifamiliar en calle Falcón nº 11 de Ejea, de Cruz Díez García, arquitecto cincovillés con numerosos proyectos ejecutados en la ciudad citada y su entorno comarcal. Pero su edificio que más me gusta es la estructura que permite el disfrute de la vista de la Peña Canciás y tiene uso múltiple en Fiscal (Huesca), a orillas del Ara.
Cómo no, continuará.
Y aunque el Premio García Mercadal se vaya a reconvertir para distinguir a los mejores proyectos de jóvenes arquitectos, recomendaríamos por su interés general aragonés que las administraciones siguieran reconocido la gran arquitectura que mejora las relaciones de vecindad y con el entorno, especialmente en los pequeños núcleos aragoneses.
Esa condición de efecto demostración de que gozaron para la formación visual de los albañiles de cada comarca el volumen del hotel Mur de Jaca, el sifón del Sosa del Canal de Aragón y Cataluña o las varias viviendas modernistas de la Vuelta de los Puentes de Alcañiz.
Reconversión del Hotel Valle de Tena en viviendas en Panticosa, de Marie Claude Tourillon, con despacho en Biescas. Se trata de una fantástica actualización de su exterior y parte de su interior hacia una arquitectura hoy implantada en el Pirineo, superando un feo inmueble propio de cualquier playa del Mediterráneo y llevándolo a un conjunto de volúmenes en que se juega con la piedra del país y la madera oscurecida.
Vivienda unifamiliar en calle Falcón nº 11 de Ejea, de Cruz Díez García, arquitecto cincovillés con numerosos proyectos ejecutados en la ciudad citada y su entorno comarcal. Pero su edificio que más me gusta es la estructura que permite el disfrute de la vista de la Peña Canciás y tiene uso múltiple en Fiscal (Huesca), a orillas del Ara.
Cómo no, continuará.
Y aunque el Premio García Mercadal se vaya a reconvertir para distinguir a los mejores proyectos de jóvenes arquitectos, recomendaríamos por su interés general aragonés que las administraciones siguieran reconocido la gran arquitectura que mejora las relaciones de vecindad y con el entorno, especialmente en los pequeños núcleos aragoneses.
Esa condición de efecto demostración de que gozaron para la formación visual de los albañiles de cada comarca el volumen del hotel Mur de Jaca, el sifón del Sosa del Canal de Aragón y Cataluña o las varias viviendas modernistas de la Vuelta de los Puentes de Alcañiz.
Porque la huella que supone la restauración de la Colegiata de Santa María de Calatayud o la Catedral de Tarazona no es tan trasladable a la arquitectura de vida cotidiana.
Ya perdonaréis la redacción los arquitectos, prima el interés general y agradecimiento por vuestra obra que mejora cada paseo que hacemos.
11.09 Luis Iribarren
Ya perdonaréis la redacción los arquitectos, prima el interés general y agradecimiento por vuestra obra que mejora cada paseo que hacemos.
11.09 Luis Iribarren
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