15.5.23

Un cielo hacia Mianos, Zaragoza dentro de Huesca


Es posible que la primera vez que fui a Mianos —hace ya más de un siglo de aquello— descubrí varias cosas muy interesantes que se fueron quedando en esa memoria escondida que se apega en los sesos para que no se escape. 

Volví a reencontrarme con el sabor de pan de hogaza como en el de mi Soto de San Esteban. Ese pan que como dice mi amigo Luis Iribarren —del que aprovecho su imagen para ilustrar el texto— no se pone duro en una semana. Aprendí a conocer un camino a Francia que desconocía en donde parecía que te adentrabas en la Luna sin salir de la atmósfera.

Y que no se me olvide algo fabuloso. Volví a encontrarme también con ese pan de hogaza del que hablaba, pero puesto en láminas y de pie sobre las ascuas del fogón casero, para dejarse frotar con ajo crudo y aceite de oliva del de verdad. 

La mezcla de aceite de verdad, ajo del gordo y pan del recio calentado para tostarse ligeramente entre sarmientos viejunos, es un lujo similar a los de El Bulli. Claro, se me olvidaba, la leche tiene que ser de vaca sin pasar mucho por las fábricas que les quitan todo… menos el color blanco.

Aprendía en Mianos a jugar al tute, que por cierto y sin que lo sepa nadie, ya se me ha olvidado, y os lo juro, yo me quedo con el guiñote que es más completo. 

Pero sobre todo y además de encontrarme con un fraile joven en Yesa con el que departimos de lo humano y casi nada de lo divino, descubrí que se puede estar en la provincia de Zaragoza estando en la provincia de Huesca. una doble personalidad, una manera de estar en Aragón de verdad, sin tener que elegir. 

Deberíamos apuntarnos esta posibilidad para reflexionar sobre las provincias y su NO utilidad aunque nos cueste una enfermedad querer entenderlo.

Con los años aprendí que Aragón no es una tierra sino cuatro, que somos tan tontos que aunque seamos pocos nos gusta dividirnos entre Huesca, Zaragoza provincia, Teruel y Zaragoza ciudad. O nos espabilamos o seremos yugoslavos en cualquier momento tonto de cabreo.

Recuerdo e insisto que hace de aquello una barbaridad de años, que el recrecimiento de Yesa estaba casi acabado. Seguimos casi igual, sin ser capaz de terminar del todo nada. Aquí hay quien juega a realizar obras que suben de precio y así los mantienen entretenidos contando los beneficios.

Pero si algo me pareció curioso de Mianos —además de sus puestas de sol ibicencas— fueron sus terreros. Unas formaciones de tierras que se deshacen y que recordadas desde hoy, si no se han desecho del todo, permitirían unas macro fotografías interesantes.

Mianos como su vecina Berdún están en un alto para garantizar la defensa de los territorios conquistados. Aragón somos de tener que defendernos pues aunque parecemos pobres, somos ricos en muchas cosas. Por ejemplo en territorio, en paisaje, en cielos llenos de colores y en gentes muy trabajadas. 

Nos castiga el no tener un objetivo común, el creer que lo nuestro no es del todo interesante y el no saber defender bien lo propio. Pero eso lo dejo para otra historia.

Ajovín

No hay comentarios: