Es curioso lo que nos cuesta en Aragón, en Zaragoza, reconocer lo bueno de nuestra zona de convivencia, de la suerte que tenemos por vivir en Aragón, en Zaragoza. Parece que solo sabemos quejarnos de lo que está mal, que sin duda hay motivos, pero son menores que en otras zonas, y además están componentes positivos que no siempre queremos valorar.
Una vez más Zaragoza ha sido elegida como la Segunda Mejor ciudad de España para vivir. Solo nos gana la escondida y alejada Vigo en donde tampoco hay que pensar que los LED y su alcalde tengan mucho que ver con esa elección.
Curiosamente Zaragoza ha sido elegida por tres bloques que a nosotros aquí nos parecen negativos. Así que tal vez haya que empezar a revisar cómo están en otras ciudades.
Un mercado inmobiliario suficiente y no muy caro.
Unos servicios sanitarios buenos.
Una oferta cultural muy suficiente y bien correspondida.
Vistos estos tres apartados, uno diría de entrada que quien los ha elegido como fortalezas de Zaragoza es que no ha estado en Zaragoza. Pero la realidad es la que es, aunque no queramos verla.
El marcado inmobiliario está bien dimensionado y excepto en algunas zonas muy reconocidas, en un diseño concéntrico que no está excesivamente alejado de sus centros y con un buen sistema de transporte urbano.
Los servicios sanitarios no son en estos momentos iguales que hace unos años, pero son siguen llamando desde otros territorios para que les expliquemos como funcionamos, qué papel juegan los Consejos de Salud que ellos no tienen, de qué manera somos capaces de con poco dinero y hospitales obsoletos, lograr lo que logramos, con una Salud Comunitaria y una Salud Pública que funciona bien. No, so no tiene nada que ver con la Atención Primaria.
Y con una oferta cultural interesante, que ha perdido atractivo al perder economías, que se mueve en calidad y cantidad, a la altura a veces de las mejores ciudades europeas.
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