11.5.25
Las puertas de Aragón en su Historia
La basílica de San Pedro del Vaticano viene precedida por una plaza pública enorme para la congregación de los fieles en ceremonias multitudinarias que remata la Vía de la Conciliación, hija de un proyecto de Mussolini. Vemos el efecto de los partidarios de los concordatos en la vida real y las aceras que pisamos.
Es este un espacio que tiene el efecto y la función del patio en que lo musulmanes dan la vuelta a la Kaaba en la Meca, sucede al Coliseo y Foro romanos basados en el ágora de Atenas o recuerda a la explanada del Muro de las Lamentaciones en Jerusalén. Son todos ellos espacios escenográficos en que el hombre rinde culto a una divinidad antropomorfa o no.
El espacio sagrado romano influyó en la urbanización en los años 40 de la ampliación de la Plaza del Pilar de Zaragoza, capital de Aragón y su Corona cuyos colores son los papales y de Roma. Se obtuvo el enorme rectángulo pilarista previa demolición de casi treinta edificios para permitir desfiles, acontecimientos cívicos y misas al aire libre (y por eso se remató con una cruz).
Expuesto a la luz y cierzo excesivos contiene soportales. Sin embargo en Roma, la columnata de Bernini da un abrazo a los creyentes o curiosos que abarrotan la explanada elíptica que resalta la cúpula de Miguel Ángel. En ella se representa la mejor obra de teatro de la historia cuando toca, que reúne misterio administrado, procesiones, devoción y misticismo a lo misterios de Eleusis y un final siempre feliz. Todo ello reforzado porque se trata de un contenido ideal para compartirlo en redes sociales por estética y poco discurso, que entiendo hasta yo.
En plaza pórtico de San Pedro, resaltada por el Obelisco Vaticano y dos fuentecicas, los fieles y curiosos esperan guiñando el ojo, pues la chimenea es de dimensión reducida de salida de estufa de pellets de bar, la fumata blanca que señala el advenimiento de los nuevos administradores eclesiásticos. Que se hace de rogar aunque pueda estar todo cocinado de antemano. Y funciona.
Con Prevost, el peruano USA elegido, se inicia el ejercicio en la máxima representación eclesial de la orden agustina que enaltece el legado de Agustín de Hipona. Orden mendicante como sucedía con la franciscana que invocaba el Papa fallecido con su nombre, aun siendo miembro de una orden famosa por taimada: los jesuitas. De hábito negro y cinturón de cuero, los agustinos nacieron en el siglo XIII cerca de Asís y en Toscana a partir de eremitas que procuraron vivir en austeridad y fraternidad. Lo que no concuerda con la vuelta al oro en el atuendo de Prevost.
Aragón, espacio histórico de añoranza, no fue tan influenciado en el proyecto de estado moderno al que dio lugar llamado España, dirigido por Castilla, en cuanto a su plasmación como proyecto entreverado con una cruzada espiritual, garantizado en su pureza de sangre por la Inquisición, nutrido del pensamiento dominico y reforzado por el expansionismo jesuita, ideal para un presunto imperio como cuerpo armado filosófico y de la fe que relevó a los templarios para la expansión de la fe de Cristo. Entre cuyos integrantes se hallan los que intentaron educarme a mí en Navarra, el especialista en saber estar y con ese incómodo pedigrí intelectual jesuita Bergoglio-Papa Francisco o la que perteneció el lehendakari Arzallus, encarnando el siempre vigente poder jesuita vasco navarro cuando no renuncia a regir instituciones (y no lo hace nunca porque Dios, fueros y leyes antiguas por gusto o a la fuerza).
Aragón y su Corona, posiblemente país de vocación romana o mediterránea con manías propias, vuelve al catolicismo creyente cuando lo encabeza un teólogo de la liberación o un franciscano, más que cuando se esparce que apartan a un cardenal de una orden de las legionarias de Cristo de la sucesión por haber gestionado de forma como mínimo negligente el dinero de las donaciones.
Aragón se edificó sobre pacto, cesión y pensamiento franciscano, culto a la naturaleza y pasar desapercibido, todo y que Fernando II el Católico no tuviera mala relación con el avispado cardenal Cisneros que se vino arriba y promovió la mejor Universidad humanista light de España en Alcalá de Henares (y pararle los pies al franciscano humanismo de Salamanca, orden a la que pertenecía). Como excusa puso que para dar ejemplo dando educación a tanto cura de vida disoluta como los que salen en las grandes obras del Siglo de Oro.
Qué monumental y forzada resulta tanta ceremonia en que se invoca la humildad a un aragonés de montaña de un lugar en que su párroco, no el actual que tiene una misión y podéis encontrar en los medios, fue un maravilloso eremita solitario. Impregnado por el mensaje del Concilio Vaticano II ni siquiera vivió en la abadía del pueblo en que más ovejas tenía.
Estoy seguro de que aquel mi cura de Sofuentes, mi profesor de primero de monaguillo que me legó mi pasión por el vino de misa, estaría de acuerdo en que lo que es Aragón es sintoísta.
Adoramos la naturaleza y sus fuerzas especialmente los de la montaña, y hubiéramos debido enmarcar determinados paisajes que son dioses por puertas mon hacia ninguna parte, únicamente para marcar que si las pasamos, dejaremos nuestra vida de familia, poder y relaciones, esa que tanto representan los cardenales, para merecer vagabundear por un espacio en el que no seremos nadie. Y si se va la luz, tal día hizo un año.
Esas puertas sin puerta huecas, en mitad de ninguna parte, tras las que en oriente –especialmente en Corea- se oculta una cueva o santuario recuerdan la importancia de la espera previa al acceso. La de detenerse y parar el tiempo para disfrutar con dignidad interior de un entorno, para ser aceptado como discípulo de nada, para iniciarse en un secreto geológico, religioso o misterioso.
Es la función que tiene la entrada al jardín y huerto del Monasterio de Piedra de Zaragoza, espacio único por tantos motivos. El más sintoísta de Aragón: un oasis verde poco planificado con agua en la piedra.
Antes de que nos arruinen más perspectivas en Aragón y tener que reivindicar que los montes en forma de corazón del Maestrazgo no los remate el hombre, aquí va mi propuesta de enmarcar lugares sagrados con una puerta simbólica que recuerde a los que intenten traspasarla que serán excomulgados por el paisaje y pertenecerán a la orden de la puerta rota si no preservan el legado simbólico en el que introduzcan.
Yo enmarcaría los Mallos de Riglos con dos puertas al sur y al norte en sus mejores perspectivas desde la carretera que sube a Puente la Reina, el pantano de Búbal en Hoz de Jaca para que se detenga la promoción de unifamiliares, los congostos y paisaje geológico de Aliaga en el puerto que baja a la localidad, todo el valle del Ara para que a nadie se le ocurra aprovechar el río a costa de sus orillas nunca más, siendo que para hacérselo al dios Moncayo desde la iglesia de Magallón y que no salgan generadores ya llegamos tarde y aún podemos celebrar la divinidad de la entrada a la población de Biel. Porque el románico popular, hijo del sintoísmo, nunca es casualidad.
Llama la atención que informen favorablemente agresiones al paisaje personas cuyas madres o padres se llamaron Justo, Pilar, Perfecto, Milagros, Llanos, Corona, Salas, Nieves, Luciano y Lucía, Esperanza, Fe y Caridad o la virgen de cada uno de vuestro pueblo.
Cada uno de esos nombres refleja a una virgen María humanizada por un culto natural, a la que no le hace falta ni aparecerse.
Estoy seguro de que a todos os saldrán muchísimos más espacios que no nos pertenecen y por donde vagan los dioses o kami de los pastores aragoneses. Os propongo dedicarles una fumata blanca sin ceremonias.
09.05 Luis Iribarren