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30.12.25

Teruel oriental.: 1926


Si me propusieran quemar todas mis películas, lo haría sin pensarlo un momento. A mí no me interesa el arte, sino la gente (Luis Buñuel)


Nuestro repaso por efemérides y recuerdos sin demasiadas interpretaciones se dirige al Bajo Aragón y resto de las comarcas del este turolense hace un siglo, puesto que es obligado no detenerse exclusivamente en la vida y actividad de las cabeceras provinciales. En ellas, de por sí y por su condición, se cierran como mínimo más contratos.

Más por cuanto la capital del Bajo Aragón turolense ha sido cuna o cuna adoptiva de medios de comunicación, periodistas y reporteros célebres, como Gervasio Sánchez.

El radio de acción de la publicación “La Comarca”, digital de Alcañiz, es al que nos dirigimos en nuestro repaso e incluye las de Andorra, Caspe y Bajo Aragón zaragozano y turolense, Matarraña e incluso Sierras Mineras a las que denomina en conjunto desde su ciudad capital como “Bajo Aragón histórico”.

Así en 1926 la periodista de raza alcañizana Pilar Narvión era una zagala de cuatro añicos lejos de integrarse como segunda mujer en la Asociación de la Prensa madrileña y cubrir, antecesora de Paloma Gómez Borrego, la corresponsalía del Vaticano para el periódico Pueblo. El artículo a ella dedicado por la magnífica revista turolense Turia la destaca como perezosa –así se definió a sí misma-, aunque con una especial capacidad de análisis, lo que la hizo ser rescatada de la prensa del corazón por Emilio Romero y erigirse en la maestra en el oficio de la generación de Rosa Villacastín, Victoria Prego, Pilar Eyre y Rosa María Mateo –en Aragón de Rosa María Artal, Cristina Fallarás y la turolense Concha Hernández-.

La fotografía en el Bajo Aragón vivía un momento pujante a cargo de la familia Bríos y Enrique Escuín. La fotogenia que inmortalizó Buñuel en cine de los toques y procesiones de la Semana Santa motivó estampas desde el comienzo del arte fotográfico y un enorme interés por el mismo en la comarca.

Algo más que notable fue 1926 para Luis Buñuel, calandino de origen, educado en Zaragoza y que había abandonado estudios y la Residencia de Estudiantes de Madrid en 1924, manteniéndose su histórica conexión intelectual con el grupo del 27 compuesto por Dalí, Lorca, Pepín Bello, la pintora Maruja Mallo y, especialmente, su novia escritora tan ignorada, Concha Méndez Cuesta, quien publicara su poemario “Inquietudes” en este año, del que ponemos una frasecita.


Porque tengo una deuda

para conmigo misma. 

Vine para algo más que para pasar como sombra. 


Pero Luis voló largo, económicamente era algo solvente, y se estableció para beber del grupo inicial surrealista francés en París por quedar flechado de la personalidad de… atención la combinación… don Louis Aragon. En la añada venturosa de 1926 lo encontramos dirigiendo la escenografía de una representación sobre una obra de Manuel de Falla. A la vez que actuó junto a Raquel Meller en una obra y preparaba las galeradas de su guion “Un perro andaluz”, su primera película de importancia mundial y obra cumbre del cine por su imagen agresiva que tantas naranjas mecánicas han querido imitar sin llegar a sus cotas de violencia y suspense, de humor surreal.

Nos trasladamos a Caspe en que nace en 1926 la Confederación Hidrográfica del Ebro, primera iniciativa administrativa para regular el río, sus aguas de riego y caudal que hoy se llama ecológico, liderada después por el ingeniero con esculturas en casi cada ciudad aragonesa y costista y malladista furibundo, Manuel Lorenzo Pardo.

Tambiénn se van a cumplir cien años, el 21 de marzo, de una foto para mí legendaria y muy querida: en ella forman en las vías de la estación de Caspe, línea Madrid-Barcelona por Mora de Ebro, un núcleo de más de doscientos somatenes que esperan que pare el tren en que iba el dictablando Primo de Rivera para visitar la pujante localidad comercial bajo aragonesa. En revista ilustrada de dos años antes, la “Nuevo Mundo”, se glosó la muy interesante industria agroalimentaria de la ciudad origen de la actual. En ella consta la producción de jabones, gaseosa y sifón, chocolates y, especialmente, un anisado interesante llamado cómo no “El Compromiso”, de Destilerías Piera. Además de glosar varios molinos de aceite y harina que aprovecharon la comunicación férrea y agua del Ebro y Guadalope.

En Calaceite destaca sobremanera la figura de Santiago Vidiella, folklorista e impulsor de la catalogación de los yacimientos iberos de la localidad que remitía al “Diccionari general de la llengua catalana” entradas alucinantes sobre vocablos del Matarraña entre los que destacar: revisyayo (bisabuelo), besonada (parto doble), borderis (pie malo de las plantas), jiné (enero) o agostexá (secarse la oliva o uva por la calor).

El torero cretano –ni cretino, ni cretense pero al que sí se denominaba “Coloso de Cretas”- Nicanor Villalta disfrutó de su más fecunda añada de corridas en el año que abordamos. Recibía asimismo la apelación de “El maño que conquistó Madrid”, pues era considerado el mejor de su generación en la suerte del estoque por alto y por ser algo desgarbado, lo que le penalizaba en la suerte de naturales que hacía de puntillas con una peculiar forma de retorcerse. Aún con eso, perfeccionó su lenta e irregular técnica el amo del volapié, pues mataba dejando correr a los astados.

En Andorra nos encontramos viviendo algo más de 3000 vecinos que sobrepasarían los 9000 en los tiempos de abundancia de mano de obra en la minería de lignito y central térmica, nóminas que generaban jubilaciones altas a cambio de silicosis. Recordemos que el llorado José Iranzo, el Pastor de Andorra, recuerda la tradición ganadera y jotera de la población anterior al monocultivo minero, a las que ha vuelto en parte con la renovación de las minas y escorias de la Sierra de Arco, dedicadas a la viticultura, oliveras y otros proyectos.

El año que nos lleva, el río Matarraña entre Beceite y Valderrobres se hallaba ampliamente aprovechado para uso de molinos y fabricación de papel. Para garantizar la energía a los emprendedores de la segunda, en 1926 nace la sociedad que promovió la central Matarraña sobre un salto de la acequia de Beceite. Peculiar historia de industrialización endógena, como la central de Ansó o las de los saltos del Canal de Aragón y Cataluña de Binéfar que dieron alas y energía a todo un numeroso conjunto de proyectos, qué tiempos con hoy Aragón y sus recursos al servicio de fondos de inversión.

Uno de los más bellos exponentes abandonados de la arquitectura industrial y férrea de Aragón es la estación de ferrocarril de Alcorisa, del año 26, racionalista, que hubiera dado servicio a una línea férrea Teruel-Alcañiz que nunca fue rematada y que hubiera extendido el ferrocarril Zaragoza-Utrillas desde las Cuencas Mineras a los dos extremos del territorio turolense.

29.12 Luis Iribarren

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