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30.12.25

Aragonesxs: Daniel Calvo Mata


Se ha ido sin despedida por su parte este compañero de rastrillos, andanzas, diez mensajes diarios, comidas y visiones.

Un gran exponente del último artesanado que nos queda, nunca quiso trabajar para otros y se especializó en olfatear mundos antiguos, imprimir cartelería con solera –su fondo de imágenes, inabarcable hasta incluir lejías jacetanas- y llenarnos la vida a base de propuestas.

Mi correspondencia con él era cotidiana y plural, incluía textos e imágenes y de por sí consumía los recursos y justificaba las granjas de datos digitales que tanto nos molestaban. Fue por consiguiente nuclear, en todos los sentidos.

Es cierto, como se afirmaba en la Movida de los 80 de cada ciudad española, que como se aprende es trabajando con amigos, del mismo modo también contra ellos y aceptándoles o apartándonos de su coleguerío, de vivir por encima de nuestras posibilidades y de padecer estos tiempos de muerte del cash del gran hermano de la facturación electrónica.

Contra los que la generación de finales de los 50 se rebelan como los nobles hijos de la transición que son, y allí se quedan, y están en permanente guerra consigo mismos porque decretan vivir siempre fuera de la zona de confort, estos maravillosos cansinos.

Pero Dani tuvo como aditivo una personalidad múltiple, fue un niño que te llenaba porque jugaba, tenía y se quedaba el balón; un fabricante de sueños y forjador de leyendas, de recorridos, especialmente inepto como tantos para consumarlos. Un poseído por su retrato de Dorian Gray.

Tenía tal mirada frontal que hasta tiempos recientes no empezó a ensayar no ser vecino, saber estar solo y terminar los libros que empezaba. Su capacidad de aprendizaje era total, pasaba a disfrutar todo lo que se planteaba y te enseñaba a amarlo. Siempre le comenté que la cultura sustituye en pasión al alcohol y a la droga, a las parejas usufructuadas. Él era un profeta de dispensar que se debe vivir con pasión, nunca avergonzado de la ideología ni de lo que esté dentro de cada persona.

Dani padecía del mal del eterno retorno, no se acompasó nunca al paso del tiempo que, del mismo modo, fue uno de sus ejes y obsesiones. Quizá es que no quiso reconocer que cuando se te fijan el gusto y la mirada, cuando te vuelves clásico y obsesionado por escribir o lo que sea, como hacer fotos, es que estás empezando a morir.

Yo le mandaba desde la pandemia mis borradores de artículos, fotos de móvil de reportero y la música que nos unía. Pues Dani era un ochentero de libro en su fidelidad a “El País”, Radio 3 y el internacionalismo, señas de identidad de este proyecto plurinacional de España pendiente de la Segunda República, que no hemos sabido vender como ajeno a una venganza histórica.

Con el tiempo, mandarle imágenes a él y a otros me ha convertido en un ser desnudo si no inventarío la calle, aunque toda fotografía no es sino una manifestación del pasado que no deja correr el presente. En un depredador de situaciones como él lo fue en otra dirección.

Los dos teníamos claro que la política y su lado oscuro nos envuelve a todos desde niños, pero que ningún sistema –ni hasta el que apoyemos- dejará de imponer. Y que los idealistas siempre serán manejados.

En contra de viajar como manifestación de consumo, Dani era un experto en olfatear cómo el arte o los objetos valiosos del pasado han devenido en un parque temático, una industria de la que solo se salvan los no consumistas: hoy reducidos a la primera generación de chinos de la hostelería zaragozana. A pesar de ello, se emocionaba profundamente ante las puertas que le abrían las exposiciones de la Lonja de Zaragoza, y estuvo varias veces acariciando con la mirada las esculturas de Chillida.

La vida ha seguido sin ti porque, como sabes por ser nuestro principal desencuentro, yo no creo en que existan o no momentos cruciales que se puedan separar de los otros, que nos estamos perdiendo la excitación de saber cómo queda revelada una foto y que no podemos planificar la magia del arte pero que las relaciones, las imágenes, la desgracia y la gracia y la relación con Aragón son opciones que sí se buscan. Y que a nadie le caen de ningún guindo, como tampoco haberse buscado a pulso un paraíso por haber huido a vivir a un supuesto paraíso, de lo que solo queda un relato hueco y repetido avec le temps.

De contador de historias a otro gran contador de historias te insisto en que solamente una luz y oscuridad determinada, sin flash, sin fabricar, es el alma, es el silencio, es el resultado de la búsqueda. El arte solo es arte cuando consigas, allá donde estés, que otro lo haga andar, que otra lo vea andar, que un tercero lo vuele como una cometa.

Entre tanto tus recetas paliativas sí serán muy buenas, terapias ocupacionales Premium: asistir a exposiciones, el cine, las salidas a comer a Vinuesa, picar un huerto, volar con la mirada hasta acariciar una casa por rehabilitar en el Pirineo, son grandes antídotos.

Y, sí, Dani: la belleza brota cuando mana la solidaridad, la creación nos despierta y el amor nos debería hacer mejores. Pero ello no se impone despóticamente, cada persona tiene sus umbrales y relación con la belleza, no se tiene que recomendar entrar en ningún trance o te conviertes en un gurú a lo Charlie Manson menos uno, en un político al que le va a faltar la palabra dada.

¿Es mejor dejar el arte para el trance? No, es mejor invitar a jugar, sostener las fotos malas porque tienen un cómplice o víctima o, de lo contrario, expresan su ausencia y no la tuya. Y deciros a todos que mirar es la aventura, vuestra mirada tiene poder sobre vuestro entorno, dado que hacéis pasar las formas a sentimientos.

El ido sin despedirse fue en todo eso un maestro. Nos hacía viajar, sentir y vivir. Su traje siempre fue su aura de luna llena aunque saliera una mañana de niebla.

El día 10 de enero a las 12 de la mañana le viviremos en el bajo de uno de sus lugares favoritos: la librería La Pantera Rosa en la calle San Vicente de Paúl de Zaragoza.

30-12 Luis Iribarren

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