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18.6.25

Árboles Mágicos a menos de dos horas de Aragón


Durante los siguientes meses nos van a visitar turistas y cazadores, van a hacer rutas por el Pirineo oscense y a quedarse en Teruel. Atravesarán carrascales y bosques de boj en el Prepirineo, el mejor sabinar y carrascal trufero en extensión de Europa subiendo de Valencia, gozarán de un café bajo el tilo tótem de Benás y de un libro oliendo la resina de un pino rodeno de los Montes Universales. Los fines de semana el Moncayo se llenará de navarros y vascos, conocedores de la abundancia de setas y microclimas de la cara norte húmeda aragonesa.

Propongamos lo contrario por una vez, transgredamos la frontera ficticia de las autonomías como harían un cernícalo y una garceta. Elijamos entornos con árboles emblemáticos próximos a Aragón para echar la siesta y recomendemos su visita. No os costará más allá de dos horas llegar. Todos los característicos y especiales, únicos y distintos.

1.- Dehesa del Moncayo sur de Cueva de Ágreda.

Atravesando los paisajes en que se grabó Doctor Zhivago y previo almuerzo de chacinas sorianas y vino joven de San Esteban en Ágreda (visitad sus bancales de huerta árabes perimetrados por muretes de adobe), podéis circunvalar el Moncayo a partir de Ólvega y volver a Zaragoza por Purujosa o Aranda del Moncayo, completando una jornada épica. Es menester picar espuelas en el páramo soriano, llevar y no soltar riendas por él con buena música de Neil Young y parar el caballo de vapor que llevemos en la magnífica dehesa que se extiende por ambas vertientes del Arroyo de la Majadillas. Regato que baja de la cumbre del monte y nace en el Collado de Morcas, cruzándose a pie a la dehesa si se desea desde el santuario aragonés por la senda de San Gaudioso. Todo ello para disfrutar de la mejor colección de robles próximos a Aragón que puedan visitarse. Recomiendo ir a mediados de octubre.

2.- Paseo por los sotos de ribera del río Najerilla en Nájera.

Rioja no te la terminas, cada valle a pocos kilómetros al sur del Ebro es una sorpresa, un entorno boscoso incomparable albergue bosque mediterráneo o, como el Moncayo, reductos y corros muy bien conservados de bosques atlánticos. Este año no vamos a recomendar la visita de Valvanera, la Cogolla ni Cameros. La propuesta sería visitar Nájera, disfrutar de sus pastelerías, cafeterías de ribera en el río y regodearse en el Monasterio de Santa María de la que fue capital navarra del sur, echando un tinto joven acompañados por peregrinos de todas las procedencias. Vivir el camino y leer cualquier poema de Gonzalo de Berceo en el parque del Paseo, gozando de lo bien que viven, comen y disfrutan de la vida los riojanos: como poca gente en el mundo. En el paseo subsiste con una poda semejante a los chopos cabeceros de Teruel un árbol monumental riojano, pariente entonces de los aragoneses presentes en cada río: un álamo blanco de 30 metros y más de 100 años que cariñosamente los najeranos llaman “La Olma” y que presenta tres guías o subtroncos únicas en su especie.

Quiero fer una prosa en román paladino, en la cual suele el pueblo fablar a su vecino;
ca no so tan letrado por fer otro latino. Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.

3.- Olivos milenarios de Ulldecona.

Los puertos de Beceite de la quinta provincia (así se llama al macizo que comparten Aragón, Cataluña y la comarca de Morella valenciana) son un paraíso vegetal de pino negral autóctono en el Parrisal. Es una comarca valorada, conocida y visitada en su cara oeste aragonesa, llamada Matarraña, por visitantes catalanes y europeos: la Toscana Aragonesa se la llama, pues se halla trufada de municipios con especial y propia arquitectura renacentista. Ello no obsta a que sean igualmente bellas y montaraces las sierras que rematan Terra Alta, acceder a Monte Caro desde Tortosa como perderse entre los viñedos de garnacha centenaria y las parcelas con olivos milenarios. Siendo los mejor conservados y cuidados del entorno somontano de los puertos, aprovechando la humedad del aire del Mediterráneo para nutrirse, los de la villa de Ulldecona de la cara este del macizo. Los toparéis tomando la carretera a Godall, repleta de olivos retorcidos como anacondas entre la que destaca un olivo con DNI, la olivera llamada Farga d’Arion que data del año 314. Es un árbol que representa como la Sabina de Villamayor toda la condición boscosa y el paisaje romanizado del que hoy quedan restos en la provincia Tarraconense y del Valle del Ebro, que debió ser un bosque de olivos semejante al Alto Guadalquivir en nuestros días. De estos árboles se moltura un indescriptible aceite que se comercializa para la protección de estos árboles sagrados. Si queréis gozar de un paisaje aragonés semejante, deteneros una vez en la vida en los olivos centenarios que preceden la llegada desde Zaragoza a Belchite.

Recomendación literaria para leer un poema debajo de un olivo tarraconense: Jo soc pau i victoria, de Ernest Macià.

4.- Sabinar de Calatañazor

En la vía histórica entre Soria y Burgo de Osma, cabecera episcopal de la provincia cabeza de Extremadura, gozaremos en la villa de Calatañazor del mejor sabinar de alto porte del mundo. Dado que los sabinares más extensos de árboles no tan longevos ni altos se desarrollan en suelos más pobres de cascajo de la Alcarria de Guadalajara y los somontanos turolenses de Javalambre. La villa soriana “Calat-nussur”, castillo o nido de águilas, fue capital en la historia de la reconquista pues dice la leyenda que en Calatañazor perdió Almanzor su tambor, sufrió una crucial derrota en su retirada a Córdoba tras asolar Rioja a manos de Sancho García, conde de Castilla. Dicen los botánicos que el asombroso estado de conservación de la colección de sabinas blancas de la villa se debe al feraz suelo de pulpa de huerta sobre el que se hallan asentadas, así como a una sabia utilización de su madera y poda.

Azor, Calatañazor, juguete. Tu puerta, ojiva menor, es tan estrecha, que no entra un moro, jinete, y a pie no cabe una flecha (es un bosque con poeta y poema próximo a centenario, de don Gerardo Diego).

5.- Hayedo mágico de Urbasa

Aragón conoce y visita asiduamente los renombrados hayedos de Larra y Selva de Irati, los pinares negros de la Piedra de San Martín de los valles de Roncal y Salazar, los más occidentales pirenaicos que trasladan a Bohemia. Próximo a Estella, el parque natural de Urbasa es atravesado por varias pequeñas carreteras de montaña en perfecto estado de conservación. El entorno alberga joyas paisajísticas como el nacimiento del río Urederra (el del agua bella) y contiene una singular meseta que se derrumba al norte y sur en dos valles, repleta de hayas y robles, más húmeda y atlántica que su pariente aragonesa de San Juan de la Peña. Urbasa en euskera significa el bosque del agua, dado que es un macizo calcáreo de karst que acumula y filtra un tercio del agua de Navarra, dando lugar a milagros como el bosque encantado de Urbasa y una proliferación de fuentes única en el Valle del Ebro.

Hi hintzena, bi arraia zaharren, gurutzaketa, galdu da, galdu haiz. Lo que tú eres, el cruce de dos antiguos rastros, se ha perdido, te has perdido (Ruper Ordorika)

6.- Plátanos y jardines de Olorón.

Et voilà… Bajamos por curvas cerradas y sorteando camiones, esperando el tren, el valle de Aspe y Olorón está solamente a 224 metros sobre el nivel del mar, cuando su ciudad hermanada de Jaca a 880 metros. En términos botánicos y de microclima sabemos lo que ello comporta. Mientras que en el Pirineo sur aragonés enseguida se pasa a la carrasca, el quejigo y bosques secos mediterráneos menos en las caras norte de las sierras, en Pirineos Atlánticos por poca altitud, cercanía del Golfo de Vizcaya y calidad de suelos, nos hallaremos a una hora de Jacetania inmersos en un clima subtropical húmedo. Los jardines de Olorón nos trasladan a las Rías Bajas de Pontevedra, en ellos nos podemos encontrar magnolios, matas de plátano, mangos y orquídeas que crecen sin miedo a morir por helada tardana. No es de extrañar que el vino de la zona denominado, el Jurançon, me recuerde tanto al albariño pontevedrés.

Avec le temps, Avec le temps, va, tout s'en va. On oublie les passions et l'on oublie les voix Qui vous disaient tout bas les mots des pauvres gens, Ne rentre pas trop tard, surtout ne prends pas froid (Léo Ferré)

7.- Alto Tajo, congosto de la Virgen de la Hoz, cerca de Molina.

Por Gallocanta o Monreal, es un placer meter los pies en el Gallo o en el Tajo en agosto, ir a comer zarajos y visitar esta joya patrimonial botánica especialmente en otoño. Entre farallones de conglomerados rojizos de arenisca, paisajes semejantes en cromatismo a los mallos del Prepirineo oscense, discurren ríos y barrancos repletos de pinos y otras plantas como manchas de romeros agarrados a los pocos sedimentos sueltos que hay entre las rocas ya pulidas. Es un paisaje con bruma de calidad de belleza a la altura de los bosques patrimonio de la humanidad del sur de China en los que la botánica, la roca y el agua generan estampas de grabado zen. En otoño, los amarillo y naranja de los árboles de ribera resaltan contra el fondo caldero de la roca de modo inolvidable. En la ciudad de Molina, el río se atraviesa por magnífico puente románico rojo, de la piedra del país, de tres arcos escarzanos desde el que se divisan cuidadas riberas en que se han plantado tilos y fresnos. Fue parada y fonda, fundamental estancia, del Camino del Cid hasta Valencia.

Con vos iremos, Cid, por yermos y poblados; Que nunca os faltaremos, mientras estemos sanos.

8.- Las nogueras de San Bertrán de Comenges

En el camino o vía tolosana por Sobrarbe, la que atraviesa el túnel de Bielsa, me pareció una vez como aragonés camino de Tolosa obligado detenerme en Sant Bertrand de Comminges y su fundamental basílica mezclada con partes románicas, góticas y renacentistas. El entorno de este valle ya cercano a Lannemezan contiene restos de la que fue, con Agen, una de las principales regiones productoras de fruta de mesa de altura de calidad de los Pirineos norte. Quedando en márgenes y caminos, como sucede en Berdún, Boltaña y Campo magníficos ejemplares de manzanos, cerezos y perales de altura con semillas y varietales propios, protegidos del viento sahariano por la muralla pirenaica que conduce al valle de Benasque.

Cuando vayáis a las ferias sobre cine español, mercados de abalorios anarquistas, a comer en el Canal de Midi o visitar el soberbio románico tolosano, parad en este paraíso y sentiros en un día de bochorno apacible de los que abundan en Biescas.

17.06 Luis Iribarren