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21.4.25

Saracosta en el año 506


En el año 506 los godos decapitaron a un noble hispanorromano llamado Pedro en la ciudad de Tortosa y exhibieron luego su cabeza en la ciudad de Zaragoza por la importancia de la ciudad como capital política de la zona. Así lo recoge la historiografía aragonesa, que señala: “Año 506. Los godos vencen y decapitan al noble hispanorromano Pedro, que…”

La decapitación del tal Pedro en Tortosa por parte de los godos en el año 506 estuvo motivada por su papel como líder de una rebelión contra la dominación visigoda en la provincia Tarraconense. Pedro, un noble hispanorromano, se había hecho fuerte en Tortosa, encabezando la resistencia de la población local —mayoritariamente romanizada— frente al control visigodo

Este hecho se enmarca en las luchas por el control de la península tras la caída del Imperio Romano de Occidente, cuando los visigodos, bajo el reinado de Alarico II, consolidaban su dominio en Hispania. La decapitación y posterior exhibición de la cabeza de Pedro en Zaragoza tenía un claro carácter ejemplarizante y político, propio de la época y de la estrategia de los visigodos para afianzar su poder en la región del Norte y Este de aquella Hispania.

En el año 506, Zaragoza (entonces conocida como Saracosta o Cesaracosta) tenía una importancia estratégica, política y simbólica destacada en el valle medio del Ebro y en el contexto del reino visigodo de Tolosa. 

Zaragoza en esos años mantuvo en gran parte sus costumbres romanas y en el año 504 todavía se celebraban juegos circenses (no sabemos en qué lugar estuvo el Circo Romano en Zaragoza, pero algún día se encontrará), mostrando que se preservaban las instituciones municipales tardorromanas. 

Cesaracosta, que significa "ciudad de César Augusto", era el nombre oficial, mientras que Saracosta era una versión más abreviada y popular. Su relevancia como ciudad se sustentaba en varios factores:

Centro político y militar: Zaragoza era una de las principales plazas fuertes del noreste peninsular. Conservaba intactas sus imponentes murallas romanas, que la hacían prácticamente inexpugnable y le permitieron resistir ataques y asedios posteriores, como el célebre asedio franco de 541. Estas murallas, con más de 120 torres y cuatro puertas principales, protegían a una población mayoritariamente hispanorromana bajo una guarnición visigoda.

Nodo estratégico en el valle del Ebro: Su localización la convertía en un punto clave para el control de las comunicaciones y el comercio entre el interior de la península y la frontera norte, así como entre el Mediterráneo y el occidente peninsular.

Centro de resistencia y romanidad: Tras la caída del Imperio romano de Occidente, Zaragoza mantuvo muchas de sus costumbres, instituciones y formas de vida romanas. Incluso en 504 aún se celebraban espectáculos circenses, muestra de la pervivencia de la cultura urbana romana.

Escenario de rebeliones: La importancia de Zaragoza se refleja también en que fue elegida como lugar ejemplarizante para exhibir la cabeza del rebelde Pedro en 506, tras su derrota por los visigodos. Este hecho buscaba enviar un mensaje disuasorio a los partidarios locales de la resistencia hispanorromana.

Sede religiosa y cultural: Aunque su gran esplendor eclesiástico y cultural llegaría en los siglos VI y VII, ya en esta época Zaragoza era sede episcopal y comenzaba a perfilarse como un centro religioso relevante.

En el año 506 Zaragoza era una ciudad fortificada de gran peso estratégico, símbolo de la romanidad en el valle del Ebro y pieza clave en la política visigoda, tanto para el control del territorio como para la integración de las poblaciones hispanorromanas bajo el nuevo poder germánico.

Nota.: La moneda es una Tremis visigoda de oro, de la Zaragoza de la época, del periodo del Rey Recadero.