Llevo años pensando que en Zaragoza no sabemos (o no queremos) sacar todo el jugo a nuestra capacidad turística. Uno, que conoce todas las capitales de España menos dos, numerosos espacios geográficos o decenas de capitales por todo el mundo, sabe que el turismo depende casi siempre de unos conceptos claros, que se saben vender sin engañar, pero amplificándolos para que resulte recordable la visita y se pueda explicar a los demás en un: "Yo he estado allí".En Zaragoza tenemos en muy poco espacio urbano (menos de 1 km de distancia) una serie de elementos que debería atrapar al turista al menos un día. Y lo conseguimos a media con el turismo más cercano, excepto que no somos capaces de traer a suficientes turistas más alejados. Ni tampoco de tenerlos para algo más que "de paso" y que pernocten en nuestra ciudad, para seguir conociéndola.
¿Por qué tengo que ir yo a Zaragoza?
¿Qué me ofrece Zaragoza, que sea distinto a lo que ya he visto en otros lugares?
Tenemos la suma de una serie de elementos que unidos con inteligencia turística, cultural, artística e histórica podría, deberían dar mucho más juego económico. Pero es verdad que cada uno de ellos pertenece a un estamento de gestión diferente, lo que complica de manera algo absurda la gestión conjunta.
No ponemos en todo su valor el potencial religioso de Zaragoza. La Seo de Zaragoza es un lugar poco visitado por diversos motivos, seguramente porque no está en la intención de sus propietarios. Pero junto al Museo de Tapices y al Museo Alma Mater forman un conjunto con un tirón tremendo, si se gestionaran mas e incluso en el caso de La Seo, mejor. NO quiero nombrar ni el Arco del Dean a su vera, ni al actual Palacio de Armijo del Justicia de Aragón.
La Seo de Zaragoza es sin duda la iglesia de nuestra ciudad más hermosa por dentro y por fuera. Cerca tiene incluso la casa de Palafox en donde un Museo sobre Los Sitios sería un añadido perfecto. Pero su interior está a la altura de las mejores catedrales del mundo.
Y por delante tiene el Foro Romano, un espacio muy bien preparado para mostrar la Zaragoza más antigua. Y tiene también a La Lonja que con sus excelentes exposiciones temporales ofrece un contrapunto distinto a todo lo que representa la enorme Plaza de las Catedrales.
Pero a pocos metros tenemos el Palacio de Montemuzo, no siempre conocido y puesto en valor, y en su trasera el Museo de Goya, otro elemento diferenciador del turismo cultural mundial. Que junto al Ayuntamiento de Zaragoza en su zona noble deberían ser elementos que mostraran la historia de nuestra ciudad al visitante, de forma temática según los tiempos.
Sin salirnos de la Plaza del Pilar tenemos la Basílica del Pilar, y admitiendo que en otras ciudades pequeñas, elementos religiosos menores se utilizan como llamada turística de enorme éxito. Podríamos movernos hacia La Zuda, las Murallas Romanas, San Juan de los Panetes y su torre inclinada, y su Mercado Central Modernista. O hacia San Cayetano o Santa Isabel de Portugal, y su zona de bares nocturnos pues hay que entretener al personal.
Pero por detrás de La Seo nos podemos ir hasta San Nicolas y su Monasterio de las Canonesas, espacio de suma tranquilidad e historia a escasos metros de La Seo, o incluso podemos acercarnos a ver la torre mudéjar de La Magdalena, una de las mejores del mundo y el interior de la iglesia con retablos maravillosos.
Son unos 900 metros de distancia desde los puntos más alejados de este completo e inmenso recorrido, desde La Magdalena al Mercado Central. No quiero dejarme El Ciclón y sus bodegas en donde todavía se conserva la celda que albergó al Justicia de Aragón antes de ser asesinado en el Mercado Central.
Ni tampoco quiero olvidarme de la importancia de la zona trasera de La Seo en la Inquisición aragonesa. O del Museo del Puerto Fluvial, o del Teatro Romano o de las Termas. Ni del pequeño Tubo que hay en las calles aledañas a Don Jaime alrededor del Belanche.
O incluso recordar que en la iglesia de San Carlos tenemos mucho más que una simple iglesia gótica maravillosamente conservada, sino también el Seminario como edificio que debería albergar mucho más que un espacio vacío y podría ser la puerta de entrada a un Museo Judío de la Zaragoza que a su lado tenemos los Baños Judíos.
Es curioso que en toda esta zona y en los últimos años hayan desaparecido algunos restaurante turísticos sin encontrar recambio. Tal vez sea que efectivamente, nos faltan turistas con calma, que se dejen embelesar por las numerosas opciones de la Zaragoza que prefiere estar algo apagada.
¿Os he hablado que junto a todo esto se encuentra el Ebro en toda su plenitud, con un Puente de Piedra que debería ser ya peatonal como sucede en numerosas ciudades del mundo?