Lo prometido es deuda. Anuncié unas palabras sobre Raquel, me comprometo a que la siguiente sea Pilar Bayona. Mujeres artistas aragonesas, en disciplinas poco frecuentes. Gotas de asombro como las que produce María Eizaguerri.
La bellísima turiasonense Raquel Meller es otro fenómeno impagable de charme aragonesa surgida, como Fleta, de las entrañas del Aragón profundo.
Raquel Meller, de penetrante y popular mirada, ojos negros de Mihalkov… De nombre Paca Marqués, la emperatriz del Cinto desarrolló como Lita Cabellut una carrera cuyo eje fundamental fue Barcelona.
Yo le tengo singular devoción porque se casó y separó de un singular personaje, el guapo criollo enterrado en Père Lachaise y diplomático guatemalteco Enrique Gómez Carrillo. Autor de un impagable libro de impresiones sobre el Japón meiji, la transición tan dolorosa y descrita por Kawabata hacia la modernidad y occidente a costa de la pérdida de tradiciones e idiosincrasia…
Conservatorio Raquel Meller de Tarazona e imagen del Cinto, colgado sobre el Queiles
Con este romance, nuestra querida vecina estuvo a la altura nada menos que de Mata Hari, que se perdió hasta las trancas por el usuario de geishas reseñado.
Su belleza art-déco funcionaba también en entornos modernistas sofisticados.
La carrera de Raquel fue inaudita, puesto que pudo trabajar con Chaplin, era admirada por nada menos que Sarah Bernard como cantante –lo que es un nivelón- y triunfó por encima de Gardel en los años 30 en Francia. Era una estrella de nivel mundial, pero a diferencia de Fleta no está lo suficientemente reivindicado ni valorado su arte.
Era tan bella y popular que incluso fue musa de Sorolla. Os emplazamos para buscar imagen de su fascinante y acuoso retrato.
Os dejamos con una imagen de uno de sus discos picapiedra grabado en el Odeón de París, ahí es nada Paco Ibáñez, Serrat, Camarón y Raquel Meller.
17/02/2017 Luis Iribarren
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