Hoy el historiador José Luis Corral dice esto en El Periódico de Aragón, sobre la despoblación en Aragón: Basta ya de palabrería vana. Hay que tomar medidas contundentes y de choque, como hizo Alfonso I el Batallador a comienzos del siglo XII para repoblar la antigua Celtiberia: quien acudía a vivir a estas tierras de frontera era libre, no pagaba rentas a señor feudal alguno y recibía tierras para cultivar y solar para construir su casa. Algunos deberían aprender de las soluciones de la Edad Media.
La despoblación en media España es un drama al que no queremos ver solución, pues esta es mala, y no me refiero a la que planteaba Alfonso I. Pero no tenemos otra. Podemos esperar unas décadas más para que el desierto sea más realidad todavía, pero o ahora con orden e inteligencia o entonces de forma brutal, a la España del interior como le falta gente, se llenará de gente. Venga de donde venga.
Durante décadas en Aragón nos dedicamos a crear piscinas en los pueblos como si llevar allí estos elementos fueran suficientes para sujetar población. No fuimos capaces de llevar comercios o empresas, pero campos de deporte sí. Hoy vacíos, efectivamente. No fuimos capaces de la discriminación positiva excepto del engaño entre todos de pagar menos impuesto de circulación para tener en el padrón a hijos de vecinos que no iban al pueblo más que en agosto.
La despoblación tan solo se resuelve con nuevos vecinos que lleguen a vivir, no a pasar los fines de semana del verano. Y esto es imparable sobre todo porque hay millones de personas en todo el mundo que quieren buscar otros espacios geográficos diferentes a los que tienen hoy para mal vivir. Para este tipo de soluciones no hay que hacer nada, simplemente esperar. Pero tal vez se podría ordenar el territorio y sus servicios, facilitar que estas llegadas imparables sean organizadas y positivas para sus lugares de acogida o de repoblación. Ya dije antes que no había solución buena. Si acaso regular.
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